Escrito en la historia. La muerte del hiper imperio de Estados Unidos

En el año 1987 el profesor británico de historia, Paul Kennedy de la Universidad de Yale, desató una tormenta de fuego con la publicación de su gran obra –de 677—páginas titulada "Auge y Caída de las Grandes Potencias". Kennedy produjo una magistral visión de la competencia por el dominio global durante los últimos cinco siglos, desde el año 1500 hasta el presente.

Kennedy planteó la tesis que cualquier potencia que alcanzara o creyó que había alcanzado o tratara de alcanzar y mantener un rol dominante, un super poder, estaba condenada a perderlo y luego, rápidamente todo su poder, riqueza, prosperidad e influencia.

Kennedy, sostiene con gran riqueza de detalles extraídos de diferentes naciones durante un período de medio milenio, que el mero intento de alcanzar y mantener semejante poder empujaba a cada nación que lo intentaba hacia un ruinoso patrón de radio de acción estratégica.

Esto exigió en su momento a todo gran imperio global a dedicar de manera ruinosa demasiados recursos económicos para mantener el improductivo poderío militar y para los cada vez más onerosos compromisos y conflictos.

Kennedy comprobó que mientas más ambiciosos fueron los compromisos, más rápido se produjeron las derrotas militares, la ruina económica y el colapso nacional.

Sin embargo, Kennedy publicó su obra justo en un momento inoportuno como para que sus conclusiones y argumentos ricamente documentados fueran tomados en serio en Estados Unidos. La Guerra Fría estaba llegando a su fin. Las heroicas acciones del pueblo ruso de rechazo al régimen y el desmantelamiento de la Unión Soviética estaban siendo mal interpretados como una eterna victoria de Estados Unidos, para las fuerzas del capitalismo y del libre mercado con un mínimo control gubernamental.

En consecuencia, Kennedy fue objeto de una tormenta de virulentos ataques, especialmente de parte de los emergentes neoconservadores, quienes bajo el mando del presidente George W. Bush tuvieron éxito para imponer sus insensatas políticas a naciones a través del Medio Oriente y Eurasia. Kennedy a diferencia de sus furiosos críticos fue caballeroso gentil y tolerante como también un gran erudito y se lo tomó con calma.

Hoy en día, treinta años después que Kennedy publicara su gran obra, podemos ver cuán clarividente, sabio y visionario fue en realidad.

En el año 2016 Donald Trump fue elegido presidente sobre una plataforma que incluía la crisis nacional que iba desde la ruina económica y el empobrecimiento hasta la desbocada epidemia de consumo de estupefacientes y el colapso de la ley y el orden a lo largo de la frontera con México.

Ese desenlace brindó un testimonio revelador sobre las anteriores políticas norteamericanas de despilfarrar dos millones de millones de dólares en fracasados proyectos de construcción de naciones y derrocamiento de gobiernos que iban desde Irak a Afganistán y que luego se extendieron hacia países como Ucrania, Siria y Libia.

Las patologías nacionales todas, como las bancarrotas, desgaste, descenso y la creciente miseria humana que Kennedy rastrea en su obra sobre imperios anteriores, puede ahora claramente reconocerse en las políticas de Estados Unidos luego del fin de la Guerra Fría.

La lección de fondo que se debe extraer de la gran obra de Kennedy que tanto escandalizó a los neoconservadores en su tiempo, fue asombrosamente clara y sencilla: Los Momentos Unipolares son solo eso y nada más que eso. No duran eras, solo un lapso de tiempo.

En cambio el solo intento de mantener un momento unipolar de aparente supremacía global de parte de cualquier potencia, automáticamente en cambio se producirá una gama de desafíos a esa potencia que rápidamente la agotarán y la condenarán.

Kennedy rastreó este inexorable proceso de compromiso y declive de la España de los Habsburgos del siglo XVII. Luego lo continuó con los Borbones de Francia en el siglo XVIII. Lo documentó una vez más con el surgimiento, orgullo e inevitable caída del Imperio Británico y en los intentos de Alemania de crear dominantes imperios globales en ambas guerras mundiales durante el siglo XX.

Una generación antes que Kennedy publicara su gran obra, el historiador británico Correlli Barnett enfocándose solamente en el Imperio Británico publicó el año 1972 su propia obra clásica "El Colapso del Poderío Británico". Barnett se enfocó en un solo y único momento unipolar –desde 1920 a 1930—cuando la clase dominante inglesa, al igual que sus sucesores norteamericanos actualmente, se imaginaron que ellos estaban divinamente asignados como policías globales encargados por la Divina Providencia para imponer sus propias concepciones sobre el bien y el mal en todo el mundo.

Por los menos los ingleses fueron a regañadientes obligados a ceder la independencia a sus vastos territorios globales. Resulta dudoso que el pueblo norteamericano sea tan afortunado: El establecimiento norteamericano, Estado Profundo, y sus mansos títeres no pensantes de los medios de comunicación de masas permanecen ciegamente abocados de manera inflexible a la expansión, a los conflictos y al juego de azar estratégico con la paz e incluso con la supervivencia del mundo.

Treinta años después que su magna obra fuera publicada, el mensaje de advertencia de Paul Kennedy sigue siendo ignorado. El Momento Unipolar de Estados Unidos hace ya rato que murió. Las pretensiones de Estados Unidos de ejercer un Gobierno Supremo como la incontestable super potencia se han convertido en una peligrosa e insostenible fantasía.

El despertar de la sensatez está bien atrasado, es bien tarde: La catástrofe nacional podría ser el único otro devenir.

 Traducción desde el inglés por

Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona

http://www.strategic-culture.org

Nota.- Sus comentarios y opiniones acerca de este artículo serán bienvenidos en

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