Patria

 
“Patria es humanidad”
José Martí
 
La Patria; contenido amplio de intimidad, respeto, apego a la tierra, al color del  barro de familia y hermandad, es también un principio de unidad de criterio y sentimiento. Los patriotas beben un mismo aire en el horizonte despejado de las acechanzas que siempre vuelven, como las malas noticias.
 
Un sentimiento de la Tribu, del Gens que fue evolucionado en el curso de las sucesivas fases históricas; la Patria primitiva, y su costumbre de la igualdad, se rompió en su unidad y en su color popular, cuando el desarrollo de las fuerzas productivas, controladas ya por una clase dominante escrituró a su nombre el agua, la tierra, el aire, y la vida de los esclavos.
 
La patria estaba en la boca de los esclavistas, en su prepotencia de saberse dueños de ella por encima de los sentimientos de los esclavos que en ella habían nacido, y descollado, y por tanto se sentían dueños de ella.
 
El sentimiento de patria creció en el feudalismo, sobre todo en sus últimos tiempos, aupado por el pensamiento ilustrado, acrisolado por el avance vertiginoso de la revolución industrial, que desarrollaba cada día más la producción, y explotaba ya al extremo al proletariado, casi que en todo el mundo, pero muy especialmente en Europa y los EEUU. 
 
La patria de los Estados nacionales estaba impregnada del utilitarismo privativo del capitalismo, que desataba guerras de invasión, por territorios, riquezas, acuíferos, minerales, y nuevos mercados. En la elevación de la lucha de clases el proletariado tenía sentimientos de patria, pero la burguesía tenía la patria escriturada a su nombre. Martí lanzó a los vientos de América, su apotegma que suena como una divisa: “Patria es humanidad”.
 
Ya Bolívar había enseñado que la Patria también era de los esclavos que su verbo, su espada, y su pluma, habían liberado, al frente de su ejército rebelde. Hoy la Patria venezolana, no es nuestra, porque no es nuestra la importación que ha sustituido la producción, y por añadidura,  está pisoteada otra vez por las botas, las garras y las pezuñas de las bestias virtuales del imperialismo.  
 
Para que la Patria sea nuestra otra vez, tenemos que derogar la Ley de Precios Justos, que permite actualizar y adecuar continuamente los precios. Esa nefasta ley, bien pudiera llamarse la Ley del patíbulo; miremos cómo  está matando de hambre al pueblo trabajador venezolano.
 
No podemos tener Patria, sin antes eliminar el descontrol de cambio que permite el funcionamiento de páginas virtuales que establecen cambios  extremadamente especulativos, entre el bolívar  y el dólar, cómo el dólar today, y el dólar Cúcuta, entre otros, mecanismo que   ha facultado a la vieja y a la nueva burguesía para acabar con la solidez del bolívar, distorsionar la economía,  para robar en lugar de producir, acaparar y especular, hasta acumular más de medio billón de dólares en los bancos internacionales; veinte veces más que el volumen de las enflaquecidas reservas del Estado venezolano.
 
No podemos tener Patria, si antes no somos capaces de imponer un solo tipo de cambio entre nuestro bolívar, y la divisa norteamericana; ah, no se nos puede olvidar que tampoco tendríamos Patria, si permitimos que el Estado colombiano establezca un cambio particular arbitrario, entre el bolívar, y el peso; una locura que ha estimulado y permitido  el contrabando masivo de alimentos,  y la extracción de todo tipo de materiales esenciales para el funcionamiento nacional venezolano,  hacia Colombia.
 
Con semejante distorsión de la economía, la frontera colombo venezolana no podría ser cerrada por ningún decreto, ni por ningún ejército. 
 
La Patria no se llora, la Patria se defiende                      


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Eduardo Mármol


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