Frente al asedio arbitrario y las amenazas de invasión vigor democrático

Los halcones washingtonianos del belicismo en sus delirios por aplastar los procesos revolucionarios, han lanzado una ofensiva de exterminio de las fuerzas progresistas y revolucionarias de América Latina y El Caribe.

El propósito de la Casa Blanca es extender el latrocinio total en el continente con una ofensiva generalizada y feroz.

Es un plan en el que están alineando los tentáculos del Departamento de Estado, las agencias de inteligencia que ha activado a sus funcionarios, agentes de las embajadas, ONGs, empresas del sector mediático, partidos políticos, grupos terroristas contrarrevolucionarios, escuadrones paramilitares y mercenarios de heterogénea estofa, los cipayos de las oligarquías, mercaderes de la política como expresidentes sometidos a los intereses expoliadores, gobiernos lacayos y vende patria; e, inminentemente, las divisiones de marines sanguinarios con su arsenal depredador.

Apuran el ajetreo de tropas, equipo de guerra, flotas navales y aéreas, se observa movimiento inusual en bases militares conocidas y otras mimetizadas; como parte de los preparativos de una invasión para derribar el proyecto revolucionario bolivariano, tumbar el gobierno constitucional de Nicolás Maduro Moros y destruir la República Bolivariana de Venezuela.

El aparato imperialista ha sido movilizado con celeridad en su cometido injerencista más desvergonzado y abusivo. Quebrantan el derecho del pueblo venezolano a la autodeterminación e intentan aniquilar su voluntad a decidir libremente el modelo de sociedad que desea. Con esa frenética agresión Estados Unidos vulnera en todos los alcances el derecho internacional.

Desde Miami, Madrid, Bogotá, Lima o Washington se planean complots en una guerra híbrida sofisticada, de perfil económico y progresión política y terrorista.

Por un lado, la desestabilización monetaria, la disminución de los precios de los hidrocarburos, el mercado negro y divisas paralelas, el desabastecimiento de productos por medio del boicot de precios, escondiendo los artículos de consumo básico, el acaparamiento, el contrabando de recursos de exportación, alimentos, medicamentos y otras mercancías; la inflación inducida; el sabotaje deliberado y criminal de los grandes empresarios y empresas de capital nacional y transnacional.

Por otro, la matriz mediática que adultera la realidad social y política para manipular a las masas desorientadas, en la misma Venezuela y en el mundo. Las fracciones de la oligarquía en conciliábulo contra el proceso revolucionario, aparentan un semblante político respetuoso de las garantías democráticas, pero, en la práctica, no actúan como una oposición responsable que se ajuste a las reglas constitucionales establecidas. Por el contrario, se han mostrado como un tropel de bandas de forajidos que esgrimen el hierro del rencor y la barbarie, acumulando una secuela de crímenes de lesa humanidad, de muertes, lesionados y bienes públicos destrozados.

Las hordas de energúmenos contrarrevolucionarios y mercenarios comprados con los dólares de Washington, de las corporaciones petroleras, del narcotráfico y de otros segmentos del capital, involucrados en la guerra contra la República Bolivariana de Venezuela, han instaurado el terror y el odio en las calles, que se exhiben en el escenario electrónico de la mentira, como manifestaciones pacíficas.

Las agrupaciones fascistas que se dicen partidos políticos, como "Primero Justicia" y "Voluntad Popular", entre otros, y confabulados en la denominada y moribunda "Mesa de la Unidad Democrática", aprovechaban los espacios democráticos y la libertad de expresión que disfruta la ciudadanía venezolana, para, defenestrando la democracia real, los derechos y la responsabilidad política; montar un teatro macabro de bestialidades y horror.

En tumultos desenfrenados ejecutaron actos terroristas, explosiones en vía pública, francotiradores asesinando indiscriminadamente transeúntes, atacando escuelas, hospitales, centros infantiles; incendiando autobuses, vagones con alimentos, vehículos de instituciones estatales; arrasando edificios públicos; quemando vivas a personas por su adhesión al proceso revolucionario, sus creencias políticas e ideológicas, por el color de la piel o pertenecer a las comunas, a los pueblos indígenas o a las comunidades afro descendientes.

Esas turbas de bandoleros protegidos y armados por la CIA, a la sombra y con la tutela, adiestramiento y estructuración de consejeros de los servicios secretos de EE UU, el DAS colombiano, el Mossad israelí, paramilitares financiados por Álvaro Uribe Vélez, terroristas de Al Qaeda y el Daesh, se presentan y serán presentados, como héroes; "combatientes de la libertad" como ensalzaba a los "contras" en Afganistán, Angola o Nicaragua, en la década de 1980, el fanfarrón de la Casa Blanca; Ronald Reagan.

Como hemos comprobado hasta la saciedad, estas cuadrillas de terroristas enceguecidos por los estupefacientes, el licor, la ambición, los dólares fáciles, promesas ilusorias, delirantes con artilugios de matanza en las manos y; en furibundas salvajadas y matanzas, se convierten en privilegiados de las cadenas noticiosas del capital, las agencias de prensa y propaganda de las potencias imperialistas, tanto de EE UU como de la Unión Europea, que les miman y muestran como "juventudes y pueblo en una gesta por la democracia y las libertades, enfrentados a las fuerzas militares de "la dictadura de Nicolás Maduro".

Nada más alejado de la verdad. Como se ha demostrado millones de veces. El aparato mediático internacional desinformaba montando y editando escenas de una inventada "represión militar, contra las masas de civiles indefensos que se movilizaban pacíficamente, en todo el país".

Los acontecimientos corroborados conciernen a escasos puntos de los distritos donde viven las clases acaudaladas en Caracas y otros estados. En algunas calles, plazas y objetivos estratégicos como televisoras estatales, centros comerciales, supermercados, estaciones policiales y unidades militares.

En las localizaciones escogidas organizaban la "guarimba", desencadenaban el caos, disturbios, las balaceras, los bombazos y la provocación a las fuerzas policiales que protegían el pueblo trabajador; para originar artificialmente el choque con la policía bolivariana.

De esa forma las "guarimbas", que es un eufemismo de los focos de violencia, se transformaba en un escenario turbulento que degenera en una carnicería perversa. Los empleados de CNN, otros medios del monopolio Warner y un sinnúmero de repetidoras destempladas del continente y el mundo, implicados en la estratagema, exhibían las carnicerías y estragos como una situación de violencia militar del "régimen de Maduro" y una crisis humanitaria.

De tal manera, actúa el siniestro armazón mediático de la desinformación al servicio de la guerra contrarrevolucionaria, que se está consumando desde Washington, como parte de la tentativa para derrocar el gobierno constitucional de Nicolás Maduro Moros y arrasar con la República Bolivariana de Venezuela.

Un contexto de intervención política y guerra asimétrica concebido por los estrategas del imperialismo y en el que las esferas oligárquicas venezolanas, de América Latina, Canadá, España y de otras latitudes, ejecutan su rol cómplice como marionetas, esbirros y secuaces, con brutales y sanguinarios vejámenes contra la soberanía del pueblo de Bolívar y Chávez, e imponen un paisaje de desestabilización general con el que se urde el plan de invasión.

La oposición contrarrevolucionaria venezolana, siempre actuó dolosa y tramposamente. Se aprovecha de las condiciones de libertad política que endosa la Constitución Bolivariana y el proceso social chavista, para manchar de sangre las calles y enlutar la familia venezolana. Nunca para hacer política responsable, una oposición noble y reconocer las garantías de transparencia, seguridad, eficacia, integridad y soberanía de los poderes constitucionales, judiciales y electorales.

Con el poder popular: de los Consejos Comunales, las Comunas, las Misiones Sociales, los Comités Locales de Abastecimiento Popular (CLAP), la Contraloría Social y el Poder Público Municipal; el odio de las diferentes fracciones de la oligarquía enloquecida, revanchista y conjurada en oposición disoluta, inmoral y violenta, y una contrarrevolución sediciosa y criminal, se desencadena como manada rabiosa.

Los léperos dirigentes de los espurios partidos de oposición nunca rindieron consideración a la honestidad y excelencia del Consejo Nacional Electoral (CNE), en todos los momentos de los 24 comicios realizados en menos de 18 años.

Siempre actuaron rastreramente y agraviaron a la autoridad electoral declarando o insinuando, con anticipación a todas las elecciones o referéndum, el supuesto fraude y la pretendida "arbitrariedad" del CNE. Injuriaron la honorabilidad y amenazaron de muerte a la magistratura, apedrearon, colocaron bombas e incineraron oficinas del CNE.

Sin embargo, el CNE nunca le quitó un sufragio a ningún partido o candidato de oposición. En todas las ocasiones les reconoció las candidaturas, los puestos elegidos y entregó las acreditaciones a concejales, diputados, alcaldes o gobernadores pertenecientes a banderías opositoras.

Los partidos y agrupaciones declarados contrarrevolucionarios y fanáticos promotores de la violencia callejera, de la guerra intervencionista, la sedición, del golpe de Estado continuado y de la invasión de ejércitos imperialistas, con ruin hipocresía, en todos los casos; han aceptado las credenciales del CNE, para ejercer en los gobiernos, a las que fueron electos.

La política de la contra venezolana es sucia y terrorista, siempre fue así. Los sórdidos intereses que mueven sus repugnantes y despreciables pasos, como se desprende de informaciones originadas en las correrías intestinas y divulgadas por canales veraces y objetivos, desatan las pugnas internas más feroces.

La contrarrevolución venezolana es una falange incoherente y aturdida en la que se disputan las cuotas de poder, las jefaturas, candidaturas y las bolsas de billetes, que suministra Washington; a cuchilladas por la espalda.

Es una maraña caótica de áspides en una zanja mostrándose los colmillos en riña despiadada e irascible, por captar la atención del amo imperialista, ganar mayor tajada en su papel como vasallos y mercenarios en los planes injerencistas de EE UU, por vejar la dignidad venezolana, por mancillar al pueblo venezolano, inyectar odio y desatar una tempestad de sangre y muerte.

Frente a una inaplazable contienda electiva presidencial que tendrá lugar antes del 22 de abril de 2018, lejos de vislumbrar un programa político y proyecto país, entre opositores y contrarrevolucionarios de toda catadura, se ha formado una trifulca por la designación de candidatos en las tiendas de la oposición.

No obstante, en su galimatías la oposición y/o contrarrevolución, se desgrana entre una reacción política caracterizada por la demagogia arcaica del "adeco" Henry Ramos Allup, o los corrompidos copeyanos, y la contrarrevolución de matiz nazifascista al estilo de Julio Borges, Henrique Carriles, el fugitivo de la ley Antonio Ledezma, Luis Florido, el ex gobernador Henry Falcón, la intrigante ex fiscal Luisa Ortega Díaz, la insidiosa Maria Corina Machado o el delincuente Leopoldo López, que tras las rejas de la justicia popular, es un cadáver político.

Sin propuesta política están a la deriva con el fantasma de la MUD sucumbida, paralizando cualquier maniobra desesperada, y naufragando en las incongruencias de sus viciosos y mostrencos cabecillas, que hace seis meses imploraban adelantar elecciones, y que hoy maldicen iracundos, la convocatoria adelantada; que en el calor del poder originario del pueblo soberano y la Asamblea Nacional Constituyente, se hiciere de cuatro votaciones, incluidos los comicios presidenciales.

La oposición/contrarrevolución venezolana se ahoga en sus propias secreciones y en la ofuscación de los mandones de Washington, que los aturden con órdenes y variaciones súbitas en la táctica contrarrevolucionaria.

Las presiones para que la oposición se abstuviera de asistir al diálogo con el Gobierno Bolivariano, en República Dominicana, agudizaron las fracturas entre las filas de la derruida MUD.

Desde el estado mayor imperialista donde se dirige la guerra contra la Republica Bolivariana de Venezuela, les obligaron a desistir de la firma del acuerdo pactado, en extensas sesiones de trabajo para una salida política y la convivencia civilizada, con la delegación representativa del poder popular revolucionario, comandado por Nicolás Maduro Moros.

El jefe de la delegación del Gobierno revolucionario Jorge Rodríguez ha denunciado que la aparente negativa de la oposición a participar en los comicios presidenciales, porque se adelantaron las elecciones, es una burda excusa, ya que, como se conoce, la oposición no sólo insistió en adelantar distintas jornadas electivas, además, hace unos días, propusieron la fecha del 22 de abril de 2018, para realizar las votaciones presidenciales.

En realidad los obstáculos a las negociaciones políticas de República Dominicana, la negativa de la oposición/contrarrevolución a firmar acuerdos y a una participación responsable en equilibrio y consonancia con la legislación vigente y la Constitución Bolivariana, en los procesos sociales y electivos, se tejen en Washington, como parte de las maniobras y ardides de la guerra intervencionista, con el objetivo de adecuar las condiciones y escenarios, para justificar la invasión militar directa, establecida en los viejos y continuados planes del imperialismo, que pretenden la demolición de la República Bolivariana de Venezuela.



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