La planta insolente extranjera: La historia se repite

Durante el gobierno de Cipriano Castro, el 9 de diciembre de 1902, el heroico pueblo venezolano miró con asombro la brutal invasión de potencias extranjeras que cañonearon sus indefensas costas. La descomunal fuerza militar invasora pudo haber producido terror en el pueblo y, en consecuencia, una humillante sumisión. Pero todo el históricamente heroico pueblo venezolano, en una sola voz y en una sola voluntad inquebrantable, (a las que, incluso, se unieron los opositores al Gobierno, como tiene que ser) se levantó en pie en defensa de la Patria.

No faltaron, sin embargo, empresarios venezolanos, socios de empresas norteamericanas (eternos cómplices de los poderes extranjeros) como Manuel Antonio Matos, que, cuidando sus mezquinos intereses, se aliaron e indujeron traidoramente a esa histórica invasión. Una traición que, lejos de doblegar a las masas populares, les infundió una descomunal fuerza unitaria. Es el mismo pueblo de Simón Bolívar que enfrentó al poderoso imperio que lo había explotados por trescientos años, y lo venció.

Hoy, ciento quince años después, de nuevo fuerzas imperiales, apoyadas por la misma derecha apátrida venezolana y con idéntica soberbia, pretenden pisotear el sagrado derecho de los venezolanos a elegir su propio destino: amenazan con aplicar medidas económicas a la nación, si se instala lo que el pueblo ya decidió: una Asamblea Nacional Constituyente, para ampliar y blindar aún más, la Constitución que este mismo poder originario, en 1999, creó y aprobó mayoritariamente.

La soberbia amenaza del imperio yanqui, en declaración de su actual Presidente Donald Trump, es una flagrante violación a los derechos de los pueblos de elegir sus propios gobiernos. Pero Estados Unidos y las grandes potencias europeas siempre han violentado esos derechos por encima de todas las leyes internacionales. Y la cuestión es que siempre lo hacen porque cuentan con el apoyo de fuerzas apátridas internas de los países amenazados o invadidos, como Irak, Libia y ahora Siria. El caso venezolano no es ni más ni menos que la intención norteamericana de repetir esas políticas intervencionistas. Cuentan con los sectores minoritarios opositores internos como los de Siria que, para lograr sus objetivos de tomar el poder, no les ha importado sumir a su propio país en una infernal guerra. A la derecha venezolana nunca le ha importado. Al contrario, la derecha opositora de ahora, ha contribuido con la inhumana guerra económica que arranca los alimentos de la boca a los niños y ancianos; con la desaparición planificada de los productos básicos de consumo diario; con la cruel inflación inducida desde afuera; y con el saqueo de los billetes de cien bolívares, para causar un desajuste económico a la nación. En otras palabras: han demostrado sistemáticamente que nunca le ha importado el país, que desprecia al pueblo-pueblo, y que sólo le importan sus propios mezquinos intereses.

En el año 2000, lanzaron un paro petrolero, sin importarles el descalabro económico que produjo y que puso a pasar hambre a la gente. El pueblo heroico y patriota soportó pacientemente la agresión, y rescató a su más importante industria: Petróleos de Venezuela. Ante el estruendoso fracaso del paro, la derecha política apátrida (hoy llamada MESA DE LA UNIDAD o MUD) se confabuló de nuevo con Estados Unidos y otros países como Colombia (¡Colombia! ¡Siempre la traición de Santander o las grandes oligarquías antibolivarianas), dieron un golpe de Estado, secuestraron al Presidente Hugo Chávez e impusieron la fascista Dictadura Carmona-Fedecámaras. Toda esa maniobra fue

un nuevo y estruendoso fracaso de la Oposición y el Imperio yanqui: ¡En apenas 72 horas, el glorioso pueblo rescató a Chávez, en una unión patriótica cívica-militar y en una acción popular jamás conocida en Venezuela y el mundo. Los cobardes alzados huyeron despavoridos del Palacio de Miraflores en el que ya se habían instalado para celebrar con whisky.

Pero la maldad no descansa ni se rinde: ante el nuevo fracaso que el pueblo-pueblo les propinó, al elegir de nuevo a su líder Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, la Oposición apátrida, cargada de un profundo odio y criminalidad, se negó a reconocer la decisión del pueblo, y lanzó sus guarimbas terroristas que llenaron de desolación y muerte a familias venezolanas. Pero, incluso ante el terror guarimbero, el pueblo volvió a imponerse. Fue, entonces cuando las grandes corporaciones petroleras, financieras y comerciales extranjeras, unidas a los empresarios venezolanos, soportes de la Oposición venezolana, se unieron en nueva Triple Alianza en una guerra económica que continúa atacando al pueblo implacablemente.

Pero el glorioso y paciente pueblo que, al principio, se confundió con esas guerras económicas y mediáticas, gradualmente fue comprendiendo quien es el verdadero enemigo de esa guerra. Hubo, también, una oportuna estrategia política y económica del Gobierno que, durante 17 años consecutivos, ha sido atacado sin tregua alguna: creó el Plan de los CLAP, así como otras medidas de protección al pueblo.

La MUD, con el apoyo económico y militar de su patrón: Estados Unidos (que solos no son capaces de mover ni a una pluma), vuelve a arremeter contra el pueblo con el terrorismo y la criminalidad, y la intención obsesiva de generar una guerra interna, y así propiciar la intervención imperial ávida de ponerle sus garras a nuestro petróleo y todas las valiosos minerales estratégicos con los que nos ha dotado la Naturaleza

Entonces, el Presidente Maduro, armándose de la sabia paciencia del glorioso pueblo, para defender la Paz de la república, y ante la imposibilidad de lograr un diálogo mínimo con la Oposición,( cuyo único proyecto-país es derrocarlo para implantar una dictadura económica Neoliberal, como la actual de Brasil y Argentina, por ejemplo) propuso una nueva Asamblea Nacional Constituyente como única vía para un verdadero diálogo que propicie la paz.

De nada le han valido a esta ciega Oposición (que no han tenido vergüenza de demostrar al mundo su antipatriotismo) las artimañas de toda naturaleza: la descomunal guerra mediática interna y externa, para confundirlo y la salvaje violencia fascista y terrorista que destroza las ciudades, asesina impunemente y quema a seres inocentes, por considerarlos chavistas. Estas estrategias planificadas desde Estados Unidos, se les han convertido en un boomerang: ante la contundente y sorprendente respuesta de todo el pueblo que da un sí rotundo a la nueva Constituyente, en apenas un simulacro, los aterrados son los apátridas y las propias potencias extranjeras, pues están aterrorizados, porque el glorioso pueblo de Venezuela es visto como ejemplo en todas las naciones que luchan por su liberación del Neoliberalismo.

Entonces, ahora, 17 de julio de 2017, cuando la PLANTA INSOLENTE EXTRANJERA, nuevamente aliada a los apátridas venezolanos, amenaza con medidas económicas y la pretendida intervención militar posterior, para doblegar y humillar al glorioso pueblo de

Venezuela, él, el glorioso pueblo de Venezuela con el mismo ímpetu, con el mismo fervor patriótico, y con la misma valentía que siempre lo ha caracterizado, va a defender su derecho a ser SOBERANO E INDEPENDIENTE: EL 30 DE JULIO VA VOTAR CON UN ROTUNDO SÌ POR LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE Y VA A TENER UNA NUEVA Y BLINDADA CONSTITUCIÒN PARA IMPONER LA JUSTICIA Y LA PAZ.

¡Una vez más vuelven a equivocarse la MUD y sus aliados extranjeros!

 

blansan@hotmail.com



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