Reciban un fraterno y bolivariano saludo desde la República Bolivariana de Venezuela, cuna del Libertador y de la gesta emancipadora que expulsó al invasor español hace doscientos años; tierra de gente fraterna y solidaria, que ha acogido y brindado su solidaridad a cientos de miles de colombianos que, por distintas razones, hemos buscado y encontrado aquí alivio a las causas que nos obligaron a salir de Colombia. Podemos afirmar que, gran parte de los colombianos que residimos en la República Bolivariana de Venezuela, somos víctimas, en condición de desplazados, del conflicto social y armado que vive nuestro país. Muchos llegaron con la esperanza de encontrar oportunidades económicas, otros huyendo de la violencia y otros más, buscamos refugio, pues el Estado colombiano nos amenazó y persiguió por nuestras convicciones políticas.
Nosotros, colombianos y venezolanos que hacemos parte del Movimiento Político y Social Marcha Patriótica, desde el Capítulo Venezuela, nos sumamos a las actividades convocadas en el marco del 67º aniversario del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Lo hacemos, considerando que la conmemoración del 9 de Abril es uno de los más preciados motivos que nos convocan para continuar marchando juntos por la Paz con justicia social.
Al mismo tiempo que orquestó y ejecutó el asesinato de Gaitán, el imperio norteamericano dio un certero golpe a las ya débiles democracias de nuestros pueblos al constituir la Organización de Estados Americanos (OEA), desde donde se proscribió el comunismo y se consintieron y toleraron dictaduras militares en favor de la hegemonía gringa sobre nuestras tierras. En Colombia se agudizó la violencia que crecía ordenada y desbordada desde la misma casa de Nariño. Y los gobiernos de la América toda se comprometieron a reprimir los anhelos democratizadores de nuestros pueblos. Esa generalización de la violencia terrorista del Estado, dirigida contra los que reclamaban democracia, encontró la lógica respuesta de un pueblo que espontáneamente salió a defender, aquel 9 de abril de 1948, su derecho a la vida y la esperanza. La iniciativa popular por derrocar el terrorista régimen conservador fue traicionada por la dirigencia del partido liberal y se terminó de sellar, entre las cúpulas de ambos partidos (liberal y conservador), el acuerdo por la defensa, a sangre y fuego, de sus intereses de clase.
Alcanzar un ambiente propicio para construir la paz, es sinónimo de profundos cambios en el manejo del Estado y de las relaciones económicas, políticas y sociales entre los colombianos. No es posible una Colombia en paz sin que la voz de los que históricamente hemos sido excluidos se escuche, y se atienda a nuestros reclamos dentro de un ambiente profundamente democrático e incluyente. Hoy, el pueblo colombiano sueña con la posibilidad de poner fin a la fratricida guerra que el Estado nos impuso. Vemos con esperanza los modestos, pero significativos avances de las conversaciones entre el gobierno nacional y las FARC-EP en La Habana, Cuba, y esperamos optimistas la instalación de los diálogos con el ELN y el EPL.
Pero también, notamos con preocupación la indiferencia del Estado, en cabeza del Presidente Santos frente al refortalecimiento del paramilitarismo. Vemos y sentimos como crecen la criminalización de la protesta y la persecución y la guerra sucia contra los luchadores populares. Advertimos como el gobierno incumple los acuerdos a los que llegó con los campesinos y el pueblo en general en el marco del Paro Nacional Agrario. Observamos también, como el gobierno persigue ferozmente y trata como peligrosos criminales a los mineros artesanales, mientras entrega nuestra tierra, sus recursos y la biodiversidad de la patria a la explotación minero-energética a gran escala, en beneficio del capital transnacional. La paz que pretende la oligarquía colombiana, es la paz de los sepulcros, de la impunidad frente a los crímenes de Estado, la de un pueblo pasivo e inmovilizado que le permita entregar, sin resistencia, los recursos de los colombianos al capital transnacional.
Asimismo, vemos con gran alegría, optimismo y esperanza el crecimiento y fortalecimiento en nuestra patria, de las más diversas expresiones organizativas de resistencia al depredador modelo neoliberal. Estamos convencidos de que es allí donde realmente reside la posibilidad de alcanzar una Paz estable y duradera, tanto para Colombia como para el resto de los países de la Patria Grande.
La Paz real, la que garantiza justicia social, en un ambiente democrático y de buen vivir para las grandes mayorías, con soberanía y respeto por los Derechos Humanos y ambientales, sólo es posible a partir de la organización y movilización de quienes luchamos por construir un futuro digno y próspero para todos. La paz para nuestros hijos será la victoria de quienes seguimos resistiendo la criminal campaña del Estado colombiano contra su pueblo. Será el fruto de nuestra activa defensa del proceso de negociación entre el Estado y las guerrillas; pero, también, de nuestra acción directa en todos los espacios de la vida nacional e internacional, reclamando los cambios que necesita el país.
Lograr la paz en Colombia y conservar la paz en Venezuela es un deber ineludible para los patriotas, los demócratas y los bolivarianos de toda Nuestra América.
El Presidente Santos ha sido enfático al afirmar que el modelo económico (incluidos los TLC y la extranjerización de la tierra) no está en discusión en La Habana. También se arroga el derecho a mantener intacto su aparato represivo y militar, aún frente a la posibilidad de un acuerdo de paz con la insurgencia. Es sumamente preocupante la afirmación de la ex Subsecretaria de Defensa del Gobierno de EE.UU. Mary Beth Long, en el marco de un evento oficial convocado por el ministro Pinzón para hablar del papel de las Fuerzas Armadas colombianas en el post-conflicto. En dicho evento, la mencionada ex funcionaria dijo: "Los militares están estudiando otras amenazas en la región que pueden representar sus vecinos como es Venezuela, y prepararse para esas eventualidades, y los felicito por ello porque hay otros desafíos en el horizonte, y su fuerza pública, su liderazgo y su policía ya se están preparando para eso".
En medio de la crisis estructural que está socavando los cimientos del modelo capitalista en su fase imperialista, cuando el control de los recursos estratégicos a nivel global es una premisa para poder prolongar su hegemonía en el mundo; Nuestra América se convierte en objetivo de primer orden en la estrategia imperial en cabeza del gobierno de EE.UU. Hoy, como hace 67 años, el imperialismo estadounidense necesita asegurar el control político, económico y militar del continente. El asesinato del caudillo liberal fue el detonante del horror que se impuso en Nuestra América y no deja de ser sospechosa la muerte del presidente Hugo Chávez, quien padeció un "cáncer atípico", justo cuando avanzan importantes procesos integracionistas de nuestros pueblos como Alba, Celac y Unasur.
Llamamos al pueblo colombiano para que manifieste contundentemente su rechazo a las pretensiones imperialistas sobre la sagrada patria de Bolívar, y a activar los mecanismos de solidaridad frente a una posible agresión contra el pueblo y el gobierno venezolanos.
Desde el Capítulo Venezuela de Marcha Patriótica, conformado por demócratas, patriotas, bolivarianos y revolucionarios de ambos países, continuamos comprometidos con la paz de Colombia, la defensa y profundización del proceso bolivariano en Venezuela, la unión de Nuestra América y la construcción de la Patria Grande que soñaron nuestros mártires, lo que nos obliga a todos los movimientos sociales, sin distinción nacional a estar alertas ante la intromisión imperial en la sagrada patria de Bolívar.
¡CON BOLÍVAR, MARCHAMOS POR LA PAZ CON JUSTICIA SOCIAL
PARA TODA NUESTRA AMÉRICA!
