El imperio no perdona

A la llamada democracia estadounidense le sucede lo mismo que a la antigua democracia griega: es falsa. Ambas sostenidas en una mentira. Las dos, en tiempos distintos, comparten la discriminación como base de sustentación social. Los antiguos pobladores del territorio helénico se apoyaban en la esclavitud como modo de acumulación de poder. La actual nación norteña se asienta en la segregación y vasallaje de negros, indios e inmigrantes pobres para privilegiar la supremacía del sajón y del europeo. Una fórmula de sometimiento bajo el mascarón democrático burgués que esconde un rostro feo.

Cuando el gobierno de Washington enarbola las banderas de los derechos humanos sencillamente está fabricando un boomerang que se les devuelve con una rapidez vertiginosa. Resulta grotesco que el gobierno que más viola de manera sistemática la dignidad del ser humano se crea juez impoluto. Bastan unos cuantos ejemplos para ubicar al Estado más peligros del planeta: Estados Unidos de Norteamérica.

Tienen la mancha moral de ser los precursores del genocidio en el siglo XX. Se iniciaron con Hiroshima y Nagasaki en 1945, cuando convirtieron estas ciudades japonesas en tumbas a cielo abierto al lanzar la bomba atómica sobre objetivos civiles. Quince años más tarde asesinaron en una larga contienda a cuatro millones de vietnamitas, como consecuencia de la invasión a la península Indochina en la década de 1960. La República Popular de Vietnam, con Ho Chi Min a la cabeza, desató una guerra de liberación que terminó con la derrota yanqui a manos de un país de campesinos en armas e ideológicamente sólidos, como son los heroicos vietnamitas.

Despúes vendrían en seguidillas y en nuestro continente, las agresiones a Guatemala, Cuba, Nicaragua, Santo Domingo, Panamá, Haití, Granada. Vale mencionar la victoria popular cubana en la acción de Bahía de Cochinos, Cuba, donde los apátridas mayameros y la logística norteamericana fueron derrotados por el pueblo cubano y su dirigente Fidel Castro. La política imperial ha continuado con las invasiones masiva a Afganistán, Irak, Siria, Libia, Sudán, donde la práctica de tierra arrasada hermanada con el genocidio y el terror han devastado las estructuras sociales de estas naciones, sin lograr imponerse ostentosamente en el campo militar y, dejándoles al huir el caos y la miseria.

Los frecuentes asesinatos de ciudadanos estadounidenses de piel negra a manos de policías blancos, cuya impunidad resulta repugnante ya que, va de la mano con los crímenes atroces que menores armados ejecutan en sus escuelas, son una práctica inscrita en la vida cotidiana del habitante norteamericano. Estos procederes encuentran complacencia en los terroristas, mercenarios y delincuentes refugiados en el estado de Florida, verdadera cueva de Alí Babá.

Esos desplantes cínicos de asumirse como defensores de una libertad que no practican, encierra la paranoia y el delirio de poder que los hace peligrosos. Se asemejan a una banda de forajidos de la Edad Media, o si se quiere a los grupos de narcotraficantes que dominan amplios espacios del territorio azteca o neogranadino. Practican la impunidad ya que, se niegan a firmar los protocolos de respeto a la vida, al ambiente, al derecho a una existencia digna y a la paz.

Al considerar a Venezuela como país peligroso para su seguridad nos convierte en objetivo militar, pero no al estilo de la invasión clásica con desembarco de marines incluida, no la descarto, pero como buenos hipócritas necesitan lavarse la cara ante el mundo y ensayarán secuestros a personalidades, entre ellas al Presidente Maduro, aparecerán los francotiradores, atentarán contra el camarada Diosdado Cabello y, seguirán con el horror con que han exterminado a los compañeros Anderson, Otaiza y Serra, y todo con la finalidad de desmoralizar a nuestro Pueblo. Buscarán legitimar “el vacío de poder” como lo pretendieron en abril de 2002.

Nuestra fortaleza radica en el Pueblo unido, movilizado y entrenado para respuestas rápidas y acciones contundentes. En iguales condiciones deben proceder los diferentes poderes públicos, los servicios de inteligencia oficial y social. Un llamado puntual a los servicios de Comunicaciones Públicas, en especial de radio y tv y redes, que deben manejar un solo mensaje y una sola consigna para mantener informado al pueblo. Lealtad y disciplina en el acatamiento de las órdenes que nuestra dirigencia trace.

No olvidemos que el quintacolumnismo se encuentra en gran parte en suelo colombiano con siete bases militares estadounidenses, más de cinco mil paramilitares “desmovilizados” listos para entrar en acción y ejecutar el trabajo sucio y un capo: Uribe Vélez.
Ante la agresión: Alerta y movilización.


Esta nota ha sido leída aproximadamente 1438 veces.



Héctor Agüero


Visite el perfil de Héctor Agüero para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Héctor Agüero

Héctor Agüero

Más artículos de este autor