Lo que América Latina puede enseñarle a Trump

Apostar a la apertura e ir en contra de aquellos que quieren crear muros. Esa fue la propuesta del presidente francés, Emmanuel Macron la semana pasada durante la presentación de la Visa Francesa de Tecnología, en contraposición a las ideas de Donald Trump.

Los problemas en las fronteras no son nuevos. Cualquier espacio donde haya flujos migratorios de gran volumen, requiere de un control organizado y eficaz. La forma de encarar ese desafío, es la que diferencia las políticas de los diferentes gobiernos.

Mientras algunos gobiernos optan por construir muros físicos, otros comenzaron a darse cuenta de que la solución no se encuentra en la separación sino en la unión organizada. La gran intensidad de los flujos migratorios en América Latina es una realidad. Se estima que 28.5 millones de personas emigraron hacia la región alrededor de 2010 y que el 80% de la población inmigrante económicamente activa proviene de otros países de América Latina y el Caribe. En los últimos años, la emigración extrarregional se ha desacelerado, dándole un mayor impulso a la migración intrarregional que representa una cuarta parte de toda la emigración registrada en la región.

Los gobiernos ahora se encuentran frente a una nueva dinámica migratoria, por lo que deben encontrar nuevas formas de controlar la situación. Las fronteras se reinventaron: ya no existe una única manera de traspasarlas, ni un sólo punto por dónde hacerlo. Esta reconfiguración del paso fronterizo trae en consecuencia, diferentes medidas para controlar el acceso e identificar a las personas que quieran ingresar al territorio.

Frente a esta necesidad de asegurar la movilidad de las personas e identificar quién entra al territorio y de qué manera lo hace, varios países de América Latina comenzaron a utilizar tecnologías de identificación como la biometría.

La frontera electrónica, es como un muro invisible que se encuentra en todas partes, cubriendo los puntos que no se pueden controlar a partir de la construcción de un muro físico. Este sistema de gran alcance, se puso de moda en América Latina y el Caribe durante el último tiempo, tras el incremento de la migración intrarregional.

Argentina, se posiciona como uno de los países referentes en la región por su implementación de técnicas biométricas para controlar los flujos migratorios en las fronteras y aeropuertos. Desde el 2011, el gobierno argentino cuenta con el sistema SIBIOS (Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad), que permite a los organismos de seguridad cruzar información con datos biométricos y así optimizar la identificación de personas.

Argentina no es el único país de la región en acudir a la tecnología biométrica para asegurar sus fronteras. Chile también ha comenzado a implementar tecnologías de reconocimiento facial en el aeropuerto de Santiago. Además, las cédulas de identidad del país cuentan con una impresión digital biométrica de pulgar. Al igual que Chile, el Perú también cuenta con documentos biométricos. El año pasado, el gobierno peruano implementó el pasaporte biométrico desarrollado por la Imprimerie Nationale de Francia, como así también activó puertas biométricas en el aeropuerto internacional Jorge Chávez. El país vecino, Ecuador también aplicó biometría para el control migratorio. En este caso, implementó el sistema biométrico de huella digital para controlar el acceso de extranjeros al país, lo que le permitió bloquear los intentos de ingreso de personas con antecedentes judiciales.

Buscando mejorar el control migratorio en aeropuertos, a fines del año pasado, Paraguay implementó un sistema biométrico para el control de ingreso y salida de pasajeros lo que le permite corroborar en tiempo real la información del viajero, con fuentes de la Policía Nacional y de la Interpol.

Estos ejemplos dejan en claro que existen otros instrumentos, más que la construcción de muros, que permiten reforzar la seguridad en las fronteras. Los fenómenos migratorios requieren medidas que permitan abarcar el control de los migrantes por las diferentes vías existentes: no sólo terrestre sino también por vía aérea y marítima. Mientras desde el Norte, Trump propone construir un muro y frenar la inmigración, algunos países de América Latina le demuestran que con inteligencia se pueden desarrollar otras iniciativas.

Eliminar los flujos migratorios mediante una pared es imposible. Hay que asumir que estos fenómenos van a seguir ocurriendo, para así lograr que se den de una forma organizada para mantener la seguridad. Endurecer las políticas migratorias, como lo está haciendo Trump, solo sirve para aislar el país del resto del mundo. Lo que resulta opuesto a las políticas que están desarrollando la mayoría de los países de América Latina, que mediante acuerdos y tratados, intentan abrirse al mundo.

Esa apertura, incluye mantener fronteras abiertas pero protegidas, a través de una modernización del control migratorio.

 

marianai.taboada@outlook.com



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