Mérida, de los destrozos a su planteamiento

El Estado Bolivariano de Mérida se encuentra destrozado desde hace harto tiempo, en lo económico, material, anímica y espiritualmente. Y aún así, sigue siendo la Mérida de siempre, en su gentilicio, sobre sus escombros, pues no se trata de esa "Mérida, la hermética", que nos describió Mario Briceño Iragorry y otros tantos andinos y foráneos, que a fin de cuentas, siempre escribieron y pensaron al gentilicio merideño de manera parcial, describiendo sólo el sentir de una clase social, la de la godarria, porque para ellos el pobre no era gente sino mano de obra barata, anónima y carente de toda importancia, como un telón de fondo o un trapo viejo para limpiar la mugre.

Por esto, se han estrellado en sus análisis políticos y también se han equivocado, cuando creyéndose la tapa del frasco o Illuminati de la política, no han logrado entender el porqué el chavismo, ocasionalmente, ha ganado elecciones a la gobernación de Mérida.

Y es por ello, también, que en las postrimerías de vida del Comandante Hugo Chávez, contra todo pronóstico, tanto de la dirigencia nacional del PSUV, como de los oposicionismos y opositores nacionales y regionales, Alexis Ramírez se les fue por la baranda y ganó la gobernación del Estado Bolivariano de Mérida, comenzando su período en el año 2012, nuevamente, a pesar de que sus antecesores chavistas fueron pésimos gobernantes. Para ese entonces, aún había moralización y fervor en las masas chavistas, la crisis económica no se había hecho manifiesta y el Comandante Hugo Chávez mantenía el control político del país y del partido PSUV.

Después, en el año 2013 vino la muerte del Comandante Hugo Chávez y el ascenso al poder político del presidente Nicolás Maduro, con la articulación, además, de una crisis económica que fue directamente a las clases trabajadoras, que en nada salpicó a la burguesía criolla, causante y cómplice de la crisis económicopolítica.

Con la ausencia del Comandante Chávez vinieron los cambios de simpatías del presidente Nicolás Maduro, de quien todos sabemos en los mentideros de la política, no gustaba para nada de Alexis Ramírez, así como tampoco gozaba este Gobernador de la amistad de Tareck El Aissami, su callado y peligroso rival, hombre influyente y cercano del Presidente Maduro.

En fin, el exgobernador Alexis Ramírez, con una gestión débil, un equipo de gobierno con directores mediocres y déspotas, excepto por su equipo de salud regional, más una dirección regional del PSUV controlada por rivales engavetados, resentidos y malvados, más un presidente de la República que lo detestaba, fueron suficientes detonantes para que Alexis Ramírez cayera en desgracia, más allá de sus defectos personales y debilidades, que sus enemigos, hipócritas disfrazados de camaradas, se encargaron de potenciar, porque funcionarios mediocres y con pecados de bragueta abundan en nuestras filas y "el que esté libre de pecao, que tire la primera piedra". No había razones para maltratar y humillar a Alexis Ramírez de tal forma, como lo hizo el Presidente Nicolás Maduro, mientras que a supuestos enemigos de la Patria los ha indultado, incluso, de sus asesinatos en las llamadas guarimbas. No sabemos que hizo o pudo haber hecho Alexis Ramírez, que haya sido tan grave, como para haber recibido ese trato ruin.

Pues bien, estos amores y desamores solo sirvieron para que el pueblo merideño pagara los platos rotos, en medio de un bloqueo incipiente, un dólar paralelo a sus anchas, el desabastecimiento programado y una fabulosa fortuna para sectores económicos que hicieron de la crisis económico política un negocio espléndido.

Así se fueron preciosos años del 2014 al 2017, en donde el gobierno central no hacía absolutamente nada por proteger al pueblo merideño del latrocinio económico y menos aún, el gobierno regional, como esperando a que lloviera y escampara, a ver qué pasaba. Misterios de la ciencia.

Llegamos así, al año 2017 en las altas cumbres andinas, luego de sortear una ardua lucha contra los guarimberos asesinos y refrenados por la orden presidencial de no enfrentar a los asesinos, hasta que se desgastaran. Esta táctica del desgaste dejó bajas de chavistas muertos en Mérida y poco a poco se desinflaron las barricadas de la muerte en Mérida, que no rindieron a Alexis Ramírez, ni mucho menos al Presidente Maduro acantonado en Miraflores.

Ese mismo año 2017, por órdenes expresas del Presidente Nicolás Maduro y con la anuencia y estruendoso silencio del primer vicepresidente del Partido PSUV, Diosdado Cabello, le hicieron la sucia jugada al entonces Gobernador de los merideños, Alexis Ramírez. Le intervinieron la gobernación, sin llamarla "intervención", a escasos meses de entregar el gobierno. Le mandaron a un infeliz emisario a avisarle que no iba a la reelección y que debía entregar el poder a Jehyson Guzmán, recién ungido como Constituyentista, pero por decisión de Nicolás Maduro, convertido en indiscutible candidato a Gobernador de nuestras huestes chavistas, amén de verdugo interventor que llegó a la gobernación dividiendo y restando, porque desde ese momento, todo lo cercano a Alexis Ramírez era traidor o ladrón y tratado como enemigo. A partir de ese momento, tanto las hienas de la dirección regional que forzaron la salida de Alexis Ramírez, como el equipo interventor y comando de campaña empezaron a pelearse como borrachos, por una botella vacía, mientras el gobernador saliente se esfumaba de la esfera política.

Producto de esa lamentable campaña a la Gobernación de Mérida, entre otras cosas, resultó electo el adeco Ramón Guevara, quien de la mano del choro Ramos Allup, apenas fue proclamado, a voz en cuello, en voz alta e inteligible, como hecho público, notorio y comunicacional, dijo desconocer a la recién instalada Asamblea Nacional Constituyente, pero tanto el presidente Maduro, como el presidente de la ANC, se aculillaron y no lo destituyeron y, pese a demanda que introduje ante el Tribunal de Control y denuncia que formulé ante el recién designado (para ese entonces) Fiscal Superior del Estado Mérida, tanto la jueza rectora como el ciudadano fiscal decidieron ignorar: la una, no respondiendo para luego, cínica y extemporáneamente, declarar el desistimiento de la causa, mientras el otro, con archivar el caso y guardar silencio tuvo suficiente, si es que archivó el expediente y no lo lanzó a la basura, hechos que están tipificados como irregulares y que garantizaron el circo de que el derrotado Constituyentista Jehyson Guzmán se dirigiera a Mérida a juramentar al alzado y recién electo Gobernador adeco, quien corrió mejor suerte preferencial que el maracucho.

Estas peripecias aterradoras, cada día fueron destrozando: la moral del Pueblo merideño; la moral, cohesión y unidad del Partido PSUV en Mérida; la economía merideña y la felicidad social.

Pues bien, derrotado Jehyson Guzmán electoralmente, por Ramón Guevara, al Presidente Nicolás Maduro se le ocurrió nombrarlo Protector de Mérida, cuyos resultados saltan a la vista: 1. Desmontaje de las funciones y sentido del gobernador, con boicot simulado de funciones; 2. Paralelismo innecesario; 3. Violación del orden constitucional vigente; 4. Quemar y desgastar políticamente al funcionario que hace las veces de Protector; 5. Abultamiento de la burocracia y el clientelismo embrutecedor, etc.

Hoy, a medio mes de julio del 2021, con Mérida destrozada por sectores opositores y corruptos cómplices, tenemos como consecuencias, miseria, muerte, violencia, corrupción generalizada y un chavismo regional que ha transitado un periplo innecesario de autoritarismo, abusos e imposiciones que lo han fracturado internamente y que todos debemos forzar ahora por reunificarlo necesariamente. Hoy, nos encontramos en el chavismo con la oportunidad de oro para retomar el camino de Chávez e ir a las elecciones primarias a elegir desde las bases (sin escamoteo), al próximo candidato chavista a la Gobernación del Estado Bolivariano de Mérida.

Con el temor de rayar a la persona que mencione en este escrito y que le endilguen mis afirmaciones, me atrevo a señalar que el candidato que bien pudiera salvar este proceso electoral y garantizarnos la victoria del próximo mes de noviembre, sería el Economista Ramón Lobo, quien seguramente, tiene muchos defectos que desconozco y tiene más cualidades y virtudes que las que le reconozco, pero que, tratando de ser objetivo, menciono, por las razones siguientes:

  1. Ningún protector en este momento está en capacidad de ganar las elecciones del próximo mes de noviembre frente a la oposición, nisiquiera unas elecciones a una junta de condominio, porque en Mérida y en Venezuela nadie Venezuela, además de que todos sabemos que el Protector no ha sido más que un gobernador paralelo del que un grupo se aprovecha en detrimento del otro y la gestión paralela de Jehyson Guzmán no concitó el encanto de los merideños, de los chavistas y no chavistas, sino todo lo contrario, ha generado mayor rechazo y desgaste natural, que cuando perdió las elecciones frente a Ramón Guevara;
  2. El candidato a Gobernador del chavismo está obligado a unificar la militancia del PSUV y Ramón Lobo goza del respeto y el afecto de la mayoría de los militantes; no así, Jehyson Guzmán;
  3. El próximo candidato a Gobernador del chavismo en Mérida tiene la titánica tarea de solapar el amplio rechazo y odio del que goza el Presidente Nicolás Maduro en el gentilicio merideño, lo que me permite afirmar que Ramón Lobo es más potable que el presidente Maduro, Jehyson Guzmán, el Fantasma o cualquier otro u otra actor regional que hoy gozan de impopularidad en Mérida;
  4. El próximo candidato y gobernador debe ser un estadista, que sepa de economía política y se centre en generar riqueza productiva y, por ende, felicidad, entre los más pobres, lo que significa que el economista Ramón Lobo no es un improvisado en esta materia;
  5. Los merideños están hastiados del avasallamiento mediático en prensa escrita, Twitter, Facebook, radio, tv, Tik-Tok, Whatsapp y vallas, con fraseología que dice para no decir nada, de actos para recitar adulaciones y mentiras, mientras que el pueblo merideño prefiere una figura seria, amable, muy respetuosa del otro, que odie las mentiras, que no busque las fotos, que escuche, sin endiosamiento, desacralizado, que esté en todas partes a cualquier hora trabajando y no discurseando generalidades que no responden al sentir y dolores del Pueblo. Estás cualidades podemos percibirlas en Ramón Lobo.

Finalmente, recuerdo la paráfrasis de la expresión que siempre repetía el Comandante Hugo Chávez: "con la verdad, ni ofendo, ni temo", aunque sea difícil de creer. Particularmente, no busco ofender a nadie en toda mi relatoría caótica de este escrito. Sí temo hacerle daño al precandidato del Chavismo, Ramón Lobo, pues no pido permiso a nadie para escribir verdades, como tampoco escribo cuidándome de herir susceptibilidades. Temo cualquier vaina loca que a cualquier fanático destemplado se le ocurra o a cualquier jalabolas, en aras de mostrarme como trofeo de guerra o para intimidar al resto de la militancia. Temo que la oposición democrática, la que está apostando en serio a las elecciones, nos tenga preparado un cuarto bate, que supere en creces al actual insurrecto y enmantillado gobernador adeco Ramón Guevara.

No hay ninguna fiesta democrática en estás elecciones internas del PSUV, así como tampoco la hay en el seno de las oposiciones venezolanas. Hay decantamiento y lucha de contrarios, sin catecismo. Pues bien, sólo se trata de que partir de la verdad, nosotros, los socialistas, bolivarianos y chavistas, tengamos los mejores candidatos en Mérida, al igual que en cada estado y municipio del país. De lo contrario, la elección del próximo presidente de la República caerá en manos de la oposición, que es el fin superior de nuestros adversarios, a menos que nuestro Presidente Maduro esté entregando el poder a cuentagotas y no lo sepamos. Se trata, entonces, de preservar y fortalecer la hegemonía del chavismo y para ello debemos replantearnos qué hacer, con mucha sobriedad y madurez política.

Dr Luis Pino

@l2pino2



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Luis Alexander Pino Araque


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