La sinvergüenzura como campaña: de Fidel Madroñero a One Soto

Quiero dedicar estas líneas a una polémica que apenas inicia y no quiero dejar pasar por lo ilustrativa que resulta. Me refiero a las campañas que, por redes sociales y medios digitales, desarrollan los candidatos por el PSUV y el PCV en el circuito 4 de Maracaibo, estado Zulia: Fidel Madroñero y One Soto.

El primero lanzó una campaña que decidieron llamarla "Sin chocancia", en una especie de "borrón y cuenta nueva". Este "joven" de la política (y "viejo" en las mañas) lo único que decidió asumir de frente es el mejor estilo adeco de hacer campaña: decir que hará algo para cambiar lo que siempre ha sido, pero esto lo dice, exclusivamente, en el período de campaña electoral cuando necesita ganar votos. Así lo hacían aquellos adecos de Lusinchi y Octavio Lepage. Pero nunca lo decían explícitamente. En la cabeza de los venezolanos está grabado aquello de "solo aparecen para las elecciones". En nuestra historia política conocemos excelentes ejemplos de candidatos que lo que mejor saben hacer es aparecer en campaña a prometer algo que nunca hicieron antes de ese momento y por lo que nunca harán nada pasada la contienda electoral.

Madroñero decidió salir en esta oportunidad con una receta en la mano para decir que él, en adelante, dejará de ser chocante, cuando lo único que ha sido en el escenario público y privado es serlo. Lo que es un rasgo inherente a su personalidad. Pésima cualidad para un joven que busca un lugar en la política. Su equipo de trabajo consideró que en tres meses podría ocultarlo o mitigarlo; es decir, que taparían la arrogancia, la prepotencia y el pantallerismo (se refleja cotidianamente en el uso de marcas con precios exorbitantes) con un simple eslogan de campaña. La estrategia está clara: retorcer la mentira como bandera de su comunicación. Cabría la pregunta: ¿quién estará dispuesto a creerle a alguien que lo que más ha sido, y es, en su cortísima vida es ser precisamente "chocante"? Es un reto enorme intentar, en tres meses, generar simpatía con la intención de incentivar el voto hacia él, cuando se ha dedicado a ser una persona ambiciosa, oportunista y arribista. La política resulta ser un poco más compleja. Solo por el hecho de repetir muchas veces y por todos los medios que él dejará de ser chocante para convertirse en un líder cariñoso con la población del oeste de Maracaibo no se cambia una realidad fundamentada en hechos concretos y sostenida en el tiempo. Será una buena experiencia ver cómo le funciona el Marketing Político, al mejor estilo norteamericano. Sobre todo cuando existe una disociación tan radical entre el modelo político que él quiere vender y la realidad de carne y hueso que se ve y ha acumulado a lo largo de los años con su comportamiento corrupto.

En el caso de One Soto, levanta su campaña política en lo evidente, lo obvio, lo innegable, lo que de forma directa y ante los ojos de toda la gente sabe y que, si hubiera un aparato de justicia eficiente, se decidiera combatir: la corrupción. One Soto es un joven del PCV que ha pasado por varios cargos de la administración pública con la misma carita de mosquita muerta. Él se decidió por una campaña con un eslogan que llama a ponerse molesto: "castigá a los políticos corruptos". Quizá el error estuvo en haberlo puesto en plural. Yo hubiese dicho: "Castigá al político corrupto" para que la gente piense más rapido en Madroñero. Es más fácil demostrar que Fidel Madroñero es de verdad hijo de Lila Morillo que comprobar que no es un muchacho que ha hecho muchos cobres a costa de chanchullos y tropelías. Mal ejemplo que da el PSUV con su selección como candidato.

Más allá del análisis precipitado de una campaña como esta, quiero respaldar esta reflexión con una experiencia personal: cuando estudiábamos en LUZ, conocimos a Madroñero en los pasillos de Humanidades, en ese momento no era conocido como "el hijo de Lila Morillo", expresión que coloca en su perfil de Instagram para tratar de sobreponerse, otra vez, a lo evidente: su parecido físico con este estridente personaje maracucho. En ese entonces se le conocía como "Marañero", un estudiante de mediocre rendimiento académico, que hacía vida en los pasillos y las cafeterías, vinculado a prácticas delictivas como el cobro de vacunas a kioskos y fotocopiadoras, involucrado en amenazas y conflictos con las "bandas" políticas de la universidad y vendedor de artículos robados por excelencia. Ese es el Fidel Madroñero que, en lo personal, recuerdo. Eso y que hablaba como si tuviera una diarrea vocal y se fuera a infartar.

De ser un estudiante mediocre de la política universitaria, saltó a la televisión y de ahí, (por desgracia para la ética) a la política nacional. El resultado de ese recorrido "político" trajo como consecuencia una vida pública extravagante de viviendas y vehículos lujosos, vestimentas costosas y bienes que, de forma evidente, quizás como ninguna otra persona de su generación, exhibe sin complejos y, peor aún, como un trofeo de su mala conducta.

Todos sabemos que para un "político" de tan corta experiencia, no hay cargo público en Venezuela que le haya permitido acumular, con los ingresos declarados, tantos bienes materiales sin recurrir a la corrupción y a la utilización de recursos ajenos que le pertenecen al pueblo venezolano. No se trata en esta oportunidad de bienes de la nación asignados en funciones oficiales a un servidor público. No, son bienes personales que, de forma evidente, para un muchacho que viene de donde viene y que todo el mundo que lo conoce sabe, resulta imposible de acumular de forma honesta.

Esto que describí, lo utilizó One Soto como estrategia electoral en su campaña, está clarísimo y, profesionalmente hablando como comunicador, yo también lo hubiese hecho. Una campaña así, con un candidato oponente como Fidel Madroñero, es lo más efectivo que puede utilizarse porque es lo más cercano a la realidad a la rabia de la gente ante tanta ineficiencia. No hay que pedir pruebas porque la vida de Fidel es la más rotunda de las evidencias. Ahora haga el lector de estas líneas un ejercicio simple: pregúntese cómo lo percibía antes de leer este pequeño artículo. Es muy probable que la imagen que le vendrá a la mente sea la del corrupto.

Le escuché decir a Madroñero que One Soto era un candidato malo malo. Y tiene razón. Pero eso se puede curar con algo de entrenamiento. Lo que Madroñero representa en la politica zuliana y que Chávez obstinadamente decía que no iba a repetir, solo se cura con la cárcel. O por lo menos, con el castigo moral de no votar por él.

Ya para cerrar, concluyo que en ambas campañas lo evidente cumple una función clave en las estrategias: por un lado, Fidel Madroñero lo hace tratando de ocultar su evidente comportamiento corrupto tras falsa simpatía y una amabilidad oportunista. Por el otro, One Soto busca visibilizar de forma directa lo evidente que todo el mundo sabe (sobre todo las bases pobres de PSUV). Desde aquí, de lejos, pareciera que Soto se la pensó bastante esta vez. Y se la pensó como debe ser.


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