Binóculo N° 358

Amazonas: La tragedia que desenmascara a los poderosos

Cuando yo era miembro del Grupo Indigenista de la Universidad Central de Venezuela, orientados y asesorados por Esteban Emilio Mosonyi y su hermano Jorge (QEPD) yo entonces estudiante de Letras, dimos una dura batalla por hacer masiva la denuncia de textos estadounidenses de educación media, en cuyas páginas aparecía el Amazonas, o la Amazonía, como un territorio virgen, inexplorado, y sobretodo, libre, es decir, que no pertenecía a ningún país, cuando todos sabemos que es un vasto territorio que penetra nueve naciones: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Guayana Francesa, y Surinam.

Eso, que en lenguaje de la comunicación se llamó Teoría de la Aguja Hipodérmica, que en realidad es funcionalismo puro –es decir, la sociedad estadounidense- le fue inoculado a los jóvenes de entonces, que son quienes ahora dirigen la política de ese país. Eso explica esa ofensiva para apropiarse de ese gigantesco territorio, que terminó en el peor ecocidio que haya conocido la humanidad: 80 mil voraces incendios destruyendo todo a su paso, acabando con miles de ecosistema, que incluyen no solo vegetación, sino una fauna y microfauna y comunidades aborígenes, cuyos alcances aún no lo sabemos.

Cómo no entender que allí están metidas las cochinas manos de Monsanto y de Cargill, los dos propietarios de los alimentos del mundo. Cómo no entender que allí están metidas las cochinas manos de las trasnacionales del aceite y de la madera. Cómo no entender que allí están metidas las cochinas manos del más nefasto de los mandatarios brasileros, el inefable Jair Bolsonaro. Un personaje que tiene mucho de disoluto social y poco de humano, conducta ampliamente demostrada.

Si por años el imperio ha tratado de ponerle las manos al principal pulmón del mundo y nunca pudo, el incendio y la destrucción es un método suficientemente utilizado a lo largo de la historia. No hay nada humano allí, y sí mucho de sicopático. Cuánta palma aceitera y madera se puede sembrar en un territorio que es la mitad de Europa. Es por ello que Bolsonaro se niega a recibir ayuda, y es por ello que las naciones poderosas no lo obligan a permitir el acceso al territorio para extinguir los incendios. Y es por ello que una tragedia de esa envergadura no ha sido llevada como punto principal a un debate en la ONU, el poderoso elefante blanco que solo sirve para avalar a las naciones altamente industrializadas y responsables de la desventura de la humanidad.

Curiosamente, Dorian, la tormenta que ya alcanzó la escala 5, que es la más alta en esa clasificación. Tiene unas características que para muchos son completamente distintas a tormentas anteriores que se producen en esta época. Tal vez la más importante es sus dimensiones que infinitamente más grande que el estado de Florida. Hay personas que opinan que esta desproporción, es directamente consecuencia de ese incendio, que es como si se estuviera quemando Europa desde Bielorrusia hacia el Mediterráneo, pasando por Polonia, Ucrania y de ahí para abajo hasta llegar a las costas frente a Argelia, Marrueco y Túnez. De hecho, el editor del semanario Kikirikí, Guillermo Linero, sostiene que las grandes masas de calor y nubes, generadas por los miles de incendios, alimentan a la tormenta Dorian, generando las devastaciones que estamos viendo, mucho más desproporcionadas de lo acostumbrado.

El Grupo de los 7 (G7) en su oportunidad ofreció 20 millones de dólares en ayuda para apagar los incendios, los cuales serían destinados para pagar los aviones que arrojan agua. Pero Bolsonaro la rechazó y dijo que la aceptaría solo si el mandatario francés Enmanuel Macron se disculpa con él por "llamarlo mentiroso". Pero también dijo una estupidez como que "todo está bajo control". Dijo también que discutir los temas en la Amazonía "sin la participación de los países de la región es una reminiscencia de una mentalidad colonial" y que "todo está bajo control".

Paralelamente, Christian Poirier, director de programas de Amazon Watch, una ONG que opera desde hace décadas, dijo: "Necesitamos ver más cooperación internacional, estos países no pueden lidiar con esto solos… Son bosques tan amplios y complejos, con su propio clima y con mecanismos que regulan el clima del planeta entero. De la salud de la Amazonía depende que el problema urgente del cambio climático no caiga en un espiral sin retorno".

Esto no deja duda del discurso hipócrita de los miembros del G7, porque si en verdad quisiera intervenir y acabar con ese ecocidio, ya hubiera intervenido a través de la ONU, e incluso de la OEA. Tan hipócrita es que Macron pide 22 millones de dólares, que es una minucia para estos menesteres, cuando Estados Unidos está destinando 40 millones para financiar el derrocamiento del Presidente electo Nicolás Maduro.

No es extraño que los satélites hayan visto en ese gigantesco territorio, grandes yacimientos de petróleo y de oro, y aún no lo sepamos, una razón más para incendiar la región, que le daría ventaja al que lo controle, sobretodo en tiempos en que está cerca un enfrentamiento bélico.

Recuerdo que Hugo Chávez alertó muchas veces sobre ello de manera incansable, especialmente en la conferencia de Copenhague. "El pulmón del mundo, debemos cuidarlo".

Amazonas/ capital de las sílabas del agua/ padre patriarca/ eres la eternidad secreta de las fecundaciones/ te caen ríos como aves/ te cubren los pistilos color de incendio/ los grandes troncos muertos te pueblan de perfume/ la luna no te puede vigilar ni medirte. Eres cargado con esperma verde como un árbol nupcial/ eres plateado por la primavera salvaje/ eres enrojecido de maderas/ azul entre la luna de las piedras/ vestido de vapor ferruginoso/ lento como un camino de planeta. Lo dijo alguna vez Pablo Neruda.

Caminito de hormigas…

Leoncio Alfredo Salas fue mi alumno en la universidad, amigo y luego colega. Viejo ya, decidió estudiar y formarse, por ello puso su inteligencia para ser bachiller y luego licenciarse en comunicación en la Universidad Bolivariana, al punto que luego se convirtió en docente. Me enteré tarde que un infarto fulminante acabó con su vida en un autobús en territorio colombiano. Traer su cuerpo de vuelta cuesta 8.000 dólares, dinero que no tiene ni sus familiares, ni los pobres diablos como nosotros. Acompaño en su dolor a su madre, mi amiga Devora, y a sus hermanos: Nené, Patsi, Cachi, y José Ángel.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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