Crónica-visita a Corpoelec Carúpano

Sofocada por el calor que se genera en el local donde trabajo cuando no hay aire acondicionado y un tanto estresada por las fallas eléctricas que se han producido en la ciudad de Carúpano, y en Venezuela estos dos últimos meses, nada me quita de la mente que los funcionarios que laboran en Corpoelec son en parte responsables de las fallas eléctricas que impiden el establecimiento del cronograma de racionamiento eléctrico impuesto por el Sistema Eléctrico Nacional SEN.

Este cronograma fue elaborado con el fin de restablecer de manera organizada el sistema que, según el gobierno de Venezuela, había sido objeto de un ataque cibernético y posteriormente físico, como parte de la guerra no convencional que venía dando los EEUU contra el gobierno y el país Venezolano, nosotros en medio en total estado de incertidumbre. Llega mi esposo de comprar algunas cosas para la casa y le sugiero ir a Corpoelec con el fin de reclamar y lograr que por obligación más que por responsabilidad, los funcionarios restablezcan la energía eléctrica de manera ordenada en la ciudad. En el camino a Corpoelec discutimos acerca de que información que queremos precisar con los funcionarios.

Al llegar a dicha institución pública nos recibe un soldado con una taza de café en mano, nos habló en tono amigable y nos informo que el ingeniero encargado no se encontraba, había salido por un momento, pero si deseábamos podíamos preguntar a los funcionarios que estaban de guardia. Nos decidimos a entrar para no perder el tiempo. Eran las tres de la tarde, una hora difícil por el sol que enciende como llamas a cada ser, en esta ciudad. Mi percepción fue implacable y fulminante, entraba en una zona de guerra, el espacio se encontraba desolado: los árboles con muy poco follaje no ofrecían cobijo alguno, las pocas plantas ornamentales parecían estar a punto de consunción, todavía recuerdo unos crotons de esos coloridos y exuberantes completamente marchitos.

Rondaron muchas imágenes por mi cabeza, pero la más acertada fue Chernóbil, tal vez por la falta de humanidad, no dejaba de pensar si alguna bomba se había activado en dicho lugar días anteriores; el primer recibimiento lo hace un cementerio de camiones cestas, donde un estudio a el nivel de capas de tierra podría determinar el tiempo que tenían abandonadas en el sitio: unas sin cauchos , otras sin cestas y nosotros sin electricidad. Nos costó escoger donde podíamos estacionar el vehículo; el área de estacionamiento, aceras y jardineras eran un basurero colectivo con todos los residuos de materiales eléctricos inservibles, no precisabas las caminerías escondidas en la tierra y la basura, vestigios de brocales insinuaban la entrada a la edificación lúgubre y una ventana signaba la posible atención buscada.

Procedimos a acercarnos, al visualizar dentro de la supuesta oficina de atención, el asombro se transformó en pasividad, como cuando la sensibilidad es saturada al grado de quedar desconectadas las neuronas por un largo rato, todo lo que habíamos pensado discutir, esgrimir a favor de los usuarios del Servicio eléctrico de la ciudad de Carúpano se había esfumado, nuestros rostros balbuceaban palabras sin sentido y ante tanta inercia los funcionarios discutían como hombres eruditos en el área, unos de ellos acostado en una colchoneta tirada en el piso de la que creíamos oficina de atención al público, con la tabla de programación eléctrica equivocada, le decía al otro, "Yo creo que la tuya es la que se está ejecutando, porque esta no coincide," mientras el otro funcionario escarranchado en un sillón acotaba: "bueno, yo le voy a ser sincero, eso no se maneja aquí, ahora quien conecta y desconecta es Puerto La Cruz y ellos le dan todo a Caracas, imagínese usted que antes los linieros sabían cuando entraba la electricidad en las líneas, usted sabe para que no pasen accidentes pero ahora ni eso, ninguno de nosotros sabe cuando la quitan ni cuando la ponen".

El tercer funcionario solo se dedicó a direccionar su cabeza hacia el que estaba hablando en el momento. Como zombis, caminamos hacia la camioneta sin decir una palabra, la incertidumbre había cesado y entendíamos que aunque nos llegara la electricidad tardaría mucho tiempo en llegar la luz.

*Simplemente, Ciudadana

 

carolinaojedac@gmail.com



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