El puente de Guanape que acaba de colapsar en La Guaira, no es una obra de ingeniería cualquiera, al contrario, debe aparecer registrada en el libro Guiness como la única estructura vial en el planeta construida entre dos cementerios bien diferenciados: el de los ricos y el de los pobres. En lo único que se parecen es que ambos están visiblemente deteriorados e internamente profanadas sus tumbas porque son cuarteles generales para la santería vulgar, la brujería y el reciclaje mortuorio.
Ojala las autoridades sean más responsables a la hora de emitir esas hipótesis de saboteo como causa del derrumbe de este puente tan singular que por estar entre estos dos cementerios, por razones obvias, deterioran más el equilibrio emocional del guaireño.
Nuestro gobernador lo que debe revisar es la eficiencia del tren ejecutivo de infraestructura que le asignaron la responsabilidad de realizar los chequeos técnicos periódicos de puentes, pasarelas y túneles para evitar luto en nuestra familia y esa otra muerte de las colas interminables.
Usted, estimado general, en un principio nos invito a que lo ayudáramos a gobernar pero por otro lado las diputadas traidoras se encargaron de despotricar de nuestras iniciativas por Vargas. Nunca nos acercamos exigiendo lisonjas y sueldos sino por el interés de impulsar las transformaciones que requiere nuestro estado. Son sus empleados los primeros que lo deben ayudar a gobernar con eficiencia para que se vaya por la puerta grande que es la manera como aspiramos despedir a todo aquel que tenga sensibilidad por lo nuestro. Los adulantes, de ambos lados, siempre serán un peligro para las causas que creemos nobles.
Ignacio Laya, Presidente de la Fundación Cátedra Flotante de Venezuela
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