Imagino que su corazón lleno de mil cosas, queriendo él arrebatarlas a la angustia...

El hombre que no se ha ido

5 de marzo del 2013, hora aciaga, las 4.25 pm, el país se paraliza ante la infausta noticia, acababa de morir un hombre, que carajo todos los días mueren millones de personas alrededor del mundo, el problema no era ese, el tema no era ese el que acababa de morir no era uno del montón, moría inexorablemente un hombre con dimensiones colosales, moría el sueño de un país, de un continente, de un mundo bastante estropeado por fenómenos climáticos, golpeado con guerras entre naciones, con dolor en la humanidad.
Sentí que dentro de mi corazón palpitaba con fuerza una parálisis casi total de mi conciencia, me levanté ,miré de nuevo la televisión , frente a la pantalla estaba un hombre, de camisa blanca, mangas largas, muy alto, de cabello negro, y rizado , su bigote bordeaba los labios no dejando espacio para acomodos ni poses, con sus largos brazos apoyados en una pequeña mesa que fungía de escritorio que desde un lugar cualquiera de una institución hospitalaria hablaba al país y le entregaba con voz quebrada y ojos inundados de llanto la noticias más trágica, cruel, y dolorosa que un pueblo pueda recibir.

Había muerto el hombre, aquél gigante que soñó vivir para morir por su patria pero no para morir contemplándola sino para vivir transformándola hasta verla sin niños fuera de la escuela, sin ancianos consumiéndose en la más depravada pobreza en los brazos del olvido, sin mujeres entregando su cuerpo para garantizar los alimentos de sus hijos, porque no hay paternidad responsable ,sin los hombres y mujeres cargados de dolor por no tener lo esencial como la seguridad alimentaria, la salud la vivienda, la cultura, la dentadura reemplazada a través de los métodos tecnológicos, los ojos llenos de cataratas que sumían al pueblo en la espesa nube de la ignorancia y la oscuridad.

Aquél hombre había muerto sin ver a su país hecho una potencia, bueno al menos ese era su sentimiento , la vecina llegó más que veloz, a través de un mensaje de texto para anunciarme tan terrible noticia, al menos esa vecina se acordó de mí en ese momento, pero yo al lado de mi joven hija nos mirábamos expectantes, así permanecimos por largas horas, mientras que aquél gigante se esparcía en el aire, en el mar, en la atmósfera llorosa con las gotas de llanto de un pueblo lleno de motivos para llorarlo, los niños que él acarició y cargó en sus brazos y que todavía no entienden algún día sus padres le dirán le contaran quién era aquél soñador de los más variados sueños.

Los campesinos reunidos en sus conucos, dirán él rescató nuestras tierras.
Los analfabetas leerán en los periódicos porque aprendieron al calor de éste hombre a leer.
Noche tras noche cuando oren los ancianos recordarán a aquél hombre y elevaran sus plegarias al cielo.
Cuando los jóvenes deportistas ganen una medalla sea del metal que sea, ofrendarán su trofeo a aquél hombre, que fue un deportista aficionado y es que él puso todo su empeño en serlo tanto esfuerzo puso que ese esfuerzo le cambió su existencia y lo llevó al maratón más grande, cambiar a su patria, logró ese sueño dejó una patria preñada de sueños, cargada de esperanzas , dejó una patria firme en sus convicciones clara en sus caminos, aferrada a sus logros , éstos nunca le serán arrebatados, porque el pueblo aprendió a defender sus derechos, y está dispuesto a cumplir sus deberes.

Para muchos esto se llama sumisión, que error más grande, subestimar tanto a un pueblo.
Ese hombre llenó las escuelas de libros, canaimitas, donde los maestros pueden abordar el aprendizaje desde una perspectiva distinta, recurso éste que bien direccionado transformará la pedagogía del país, pero ese hombre comprendió también que los niños son el corazón de la patria y concretizó la misión, allá está en el corazón de cada niño.
Agudo en su pensamiento lanzó su voz al viento y pidió a sus colaboradores dar el poder al pueblo, pues de ahí viene el poder y el pueblo tiene en sus manos ejercerlo, ave maría diría un dominicano, bastantes hay en nuestra patria, pero jamás nadie había dado ese poder al pueblo, lo habían consultado cada quinquenio para buscar legitimidad pero ni aún así dejaron de determinar a quién de los candidatos le sería sumada la voluntad de un pueblo, qui, qui, riikiii, que joda! nada, el pueblo ignorante dicen algunos, no sabe nada, pero el pueblo callado fue acumulando sabiduría y dejó de votar.

Prácticamente aquél gigante vino con un “por ahora” a destapar esa olla podrida, los registros televisivos, lo presentan el 4 de febrero de l992 todo flaaaco, con la piel curtida por aquéllos solazos porque déjenme decirles, esos días no fueron propicios para que el hombre se sentara a la sombra del Samán de Güere total, él nunca conoció eso de lo que nosotros sabemos bastante, el ocio, el descanso, la recreación y el malgastar el tiempo no, no, no, él no supo nada de eso.

Los rufianes, los ladrones de cuello blanco, los explotadores, los que pusieron sus manos en el erario público los que se enriquecieron con nuestra industria petrolera, los banqueros que comen aún de los ahorros del pueblo, los dueños de medios, como no nombrarlos si tienen un papel protagónico, los políticos corruptos, en fin todos esos carajos si saben de recreación, sobre todo recreación, porque han comido, bebido y vestido toda la vida de forma parasitaria sin el menor esfuerzo por trabajar porque lo que han hecho no puedo llamarlo trabajo.

Los pagos a favores políticos se hicieron con las mejores tierras de este país ¿Quiénes eran, o son los grandes terratenientes? ¿Cómo lograron tales privilegios?, esa es la pregunta que nadie quiere que nos hagamos porque darle respuesta es cortar pescuezos.

Venía diciendo que aquél hombre no conoció una hora de descanso y cuando le tocó descansar tampoco lo hizo porque soñaba como diríamos soñaba despierto y se levantaba a plasmar aquéllos sueños y por tanto no dormía, pensando en los dragones de acero, en las lombrices que daban vuelta en las barrigas de tantos niños mal alimentados.

Aquel soñador no dejo sueño sin dibujar en el horizonte de su mente abierta siempre al cambio y la transformación, se preocupó de ponerle el cascabel a todos los gatos, de buscar el “Talón de Aquiles” a cada cosa que parecía estar fijada al tiempo en forma lapidaria.

No pudo gobernar con una Constitución hecha entre un grupo a su medida y a su manera, impulsa entonces otra muy a la medida de sus aspiraciones, pero tuvo el valor y la osadía de someterla a un referéndum, nada más extraño para quiénes nunca habían votado por tales asuntos.

Todo su actuar estuvo siempre a la luz del país con un discurso coherente, transparente y decidido, se fue aquél hombre, que no reculó como lo diría uno de los más irreverentes cantores de nuestro país, cuyas canciones todavía retumban en las casas de cartón, en la Venezuela preñada de sueños, en el cantar de los gallos y las cuerdas de su guitarra viajera, todos sabemos de quien se trata, también ese hombre supo extraer de tales cantos todo lo sustancioso y verdadero del mensaje poderoso del arte que es la forma de orar dos veces.

Mezclaba el verbo en cualquier plaza repleta de gente con los acordes de una canción llanera, donde se transportaba a la inmensa llanura, la sabana con su mágica alfombra de vegetación que espera el vuelo de las garzas blancas que al morir la tarde siempre estarán de retorno como el hombre de quien les hablo.
Aquél hombre tenía una respuesta inmediata para su interlocutor, no importando su tamaño pues era un lector interpretativo que supo aprovechar lo valioso y trascendente de cada lectura hecha por él, me atrevería a decir que tenía una profunda habilidad para entender todo aquello que le abriría luces en el borrascoso camino del entendimiento y la política ,dejando asombrados a propios y extraños, podía leer horas enteras, obras completas, y entonces recomendaba aquello que no era sólo para recrearse, creo que nunca leyó con éste fin.

Las venas abiertas de América Latina llegaron de sus manos al foro internacional a su homologo de Estados Unidos no se cual fue su dedicatoria pero el mundo se interesó en aquello y el autor complacido observó que las venas abiertas de América latina en algún lugar del norte de América reposaban en manos de alguien aunque la idea es que se propague no que repose.

Se puso en contacto con toda la literatura del padre de la patria, y supo contextualizar todas las notas que permiten conocer al Bolívar de las dificultades, del sufrimiento, de la epopeya americana del singular modo de ser y hacer del libertador, ese hombre había leído tanto y tanto de Bolívar que su anhelo fue rescatarlo de los nichos húmedos en que siempre estuvo y bajarlo a recorrer las calles del mundo.

Alzando siempre sus banderas y en pie de lucha, recorrió cada rincón de la patria, con su mirada puesta en cada niño en cada mujer, en cada hombre, y a cada uno le prometió cambiar su realidad y hacerla digerible para los desposeídos.

Aquél por ahora se fue convirtiendo poco a poco en una inmensa necesidad de concreción, y pujante, valiente, sin volver la mirada atrás creó raíces fuertes en una población ávida de liderazgo de un verdadero liderazgo que borrara de sus mentes los días vividos recordados cada cinco años por los procesos electorales donde se elegían personas que jamás se volvían a ver por los rincones de Venezuela, o mejor dicho nunca se preocuparon por ir a esos rincones donde el venezolano más humilde más pobre, más olvidado murió en el olvido y ni , siquiera se tuvo una noticia de que existió una vez.
La noticia de aquélla muerte que por un margen muy estrecho, le había ganado la batalla en aquélla hora aciaga al gigante hombre, ahora se retuerce entre la duda y el incierto acontecer de los hechos lamentando ella misma haberse llevado al hombre más amado de un pueblo que nunca dejará que él muera.

Apenas en ocho días hoy es l2 de marzo del 2013, que les parece, ni un segundo ha sido abandonado por los ojos de un pueblo que pasa frente a su féretro para decirle tu vives, tú no has muerto, tu estás con nosotros, tu eres mi corazón, tu eres el corazón de mi patria, tu eres mi hijo, tu eres mi amor, tu eres mi hermano, tu eres mi padre, tu eres el presidente, tu eres mi comandante, tu eres mi líder tu eres el padre de la revolución, tu eres el más grande con Bolívar, tu eres nuestro segundo libertador, tu eres el agua, tu eres el sol, tu eres la lluvia, tu eres mi patria, tú no te irás , tu estás con nosotros.

No volverán, no volverán los traidores de la patria porque tú estás para siempre y nosotros cuidaremos como fieles guardianes mientras tu duermes el sueño de los justos, el sueño de los grandes el sueño de aquéllos que nunca mueren porque nacieron para ser eternos.
Cargado el corazón de promesas de recuerdos, de pensamientos que llevan hasta lo sublime, y retornan al infierno de la duda más tenaz, de los detractores, se fue apelmazando el tiempo en que la tregua se rompe y apunta con sus afilados dientes para sacar a la luz, un sinfín de preguntas, de afirmaciones, de presupuestos, de comentarios casi con saña y despiadado morbo.

Se dijo de todo, se convirtieron en sastres, los artesanos de la noticia, y comenzaron a tejer el traje del muerto, con finas costuras, donde cada uno tatuó el ribete que quería que llevara, sin reparo y en conflicto con las más elementales normas de convivencia con la más elemental prudencia, aparece la daga para dar la estocada final, sin darse una miradita por el ruedo a ver si alguien quería indultar al que ya había muerto.

Después de las 4:25 pm, del 5 de marzo del 2013, habían esperado esa noticia con ansias, porque de eso dependía hasta la propia existencia de los medios, de que la noticia fuera infortunada, no tuvieron en cuenta a los dolientes que elevaban sus corazones heridos al cielo para fundirse en el letargo inconfundible del que sabe que no puede cambiar los designios del todopoderoso.

Allá más lejos aún estaba un pueblo llorando y convirtiendo ese llanto en una fuerza infinita que les permitió amordazar sus deseos de revelarse ante tan infausta noticia, el coraje de ese pueblo, representado en el mendigo, en la señora de la calle tal, el campesino, el obrero, el artesano, el cantor, el escritor, el maestro y los colectivos organizados hicieron un alto en su cotidianidad, respiraron profundo y echaron a resonar las campanas de su conciencia para tomar las armas almacenadas en el artillero de su mente y con ella comenzaron a bajar.

Y bajaron y bajaron, todos se fueron congregando alrededor de aquél hospital, allí amanecieron, allí lloraron, allí pensaron, allí tomaron sus banderas se echaron al hombro sus hijos y acompañaron al hombre igual que su hermano se echó al hombro el morral lleno de cosas consciente de que aún faltan cosas que incorporar al morral.
El día 6 de marzo del 2013, apareció frente a la entrada principal del hospital la figura protagónica del hombre que motivó el llanto en todos esos rostros arto conocidos por él. Los rostros allí presentes tuvieron muchos encuentros felices donde ambos se juraron amor eterno nada más ni nada menos que amor eterno, cosa que para muchos resultaba indigerible.

No podían, no pudieron, no podrán entender las cuitas de amor entre un pueblo y su líder como tampoco podrán entender que significa la frase: amor con amor se paga esa frase quedó inoculada en el corazón del pueblo que supo anidar en su alma la llama ardiente del amor patrio.

Que supo aquilatar en su pecho la fuerza que aquél hombre les inculcó con sus actos, con sus palabras, con su verbo mezcla de esperanza y angustia ante una patria que había que poner de nuevo en el sitial de honor que soñaron nuestros libertadores que otrora habían muerto en la lucha, sin poder ver su sueño hecho realidad, porque fueron colocados fuera de combate al dejarlos muertos y representados solo en estatuas de frío bronce que hoy están curtidas por el tiempo no valen retoques para desagraviarlos de tanto oprobio.
La multitud allí apostada recordaba a los forjadores de contiendas asquerosas que no había muerto, siendo el símil verdadero de un pueblo que siempre tendrá una íntima esperanza de su permanencia más allá de su desaparición física, porque cuando se ama tan profundo no se admite jamás la ausencia.

Los que pretendan borrar el recuerdo en el pueblo siempre tendrán el encuentro con una infinita verdad, el hombre vive. Las montañas lo vieron pasar, la mujer del rancho le dio su mano, el niño le colocó en sus labios una rica galleta, los cantores se sintieron honrados al dejarlo incursionar en el canto, las plazas abrieron sus espacios para grandes encuentros.
Un río de gente lo acompañó siempre lo acompañó, y es que él representó al líder carismático que se metió dentro muy dentro de las masas, y como era así irreverente muchos lo calificaron de mal educado, no, no era mal educado, irreverente si, muchísimo, le planteó arenga a los imperios, les desafió, les echó en cara su aberrante modo de cargar las naciones de dolor y de miseria.

Enfrentó a las oligarquías y a los apátridas, a quienes les señaló su triste papel de pitiyanquis, arrodillados al imperio y es que el hombre tenía coraje, no conocía el miedo en tan grandes desafíos, aunque no se atrevía a matar un gusano, solía ser como el águila que no caza moscas porque siente lástima de su pequeñez, el águila caza presas de su tamaño no se detiene a escarbar en la tierra como las gallinas para encontrar una lombriz.
La gente seguía llegando al hospital de todas partes venían al epicentro de tan doloroso acontecimiento, solo ahí y en ese momento que daba la certeza de la partida que ninguno quiso nunca, solo ese momento retumbaba como un feroz huracán que así como se lleva lo que encuentra a su paso, se llevaba el sueño, más soñado de una nación de una patria que por fin estaba plagada de rostros visibles, de rostros que años atrás eran como un escorbuto para los entonces dueños de la patria.

Ahí estaban representados en un colectivo que más nunca serán invisibles, marginados y confinados en las periferias como animales, bajo la sombra escabrosa de la miseria y del hambre que por tantos años los condenó.

Esa masa humana, que lloraba el 6 de marzo del 2013 no hizo alardes de dolor hipócrita, con desmayos teatrales, no, en lo absoluto, ese pueblo reflejó en su rostro la gallardía de un duelo que se lleva demasiado hondo, demasiado adentro, en los confines del alma más pura y sincera que sabe que ha perdido a su gran amor, a ese amor que no era fácil arrancarlo porque se incrustó como una raíz fuerte y profunda en el alma de donde no saldrá jamás.

El duelo del pueblo venezolano, recorrió kilómetros desde el hospital hasta la capilla ardiente en la academia militar la de los sueños azules, donde ese hombre formó su carácter de soldado, su pensamiento de acero, su alma de soñador, su aventura de político, su anhelo de patria, su perfil de estadista.

Al calor de sus lecturas, de sus observaciones, de su dialogar con el dios de la razón, formó a su vez a sus soldados con el empeño de quien tiene poco tiempo para realizar sus sueños y materializarlos en algo tangible para su pueblo.

En su recorrido, el pueblo desbordó la capacidad de avenidas que quedaron estrechas ante tal multitud, ese féretro que salió del hospital cubierto con la bandera que llevaron los soldados del 4 de febrero de 1992, bandera que acompañó la gesta mas quijotesca que soldado de nuestro tiempo jamás había protagonizado desde los tiempos de Bolívar.
Esa bandera amarillo, azul y rojo que el tiempo conservó intacta guardando los secretos de un movimiento militar que pronto fue descubriéndose en el conocimiento del colectivo, esa bandera hacía más solemne el momento en ese cortejo que marchaba acompañado de sus más estrechos colaboradores y de los soldados que se confundieron con un pueblo, que a lo largo del camino lanzó flores, franelas, banderas, gorras y lágrimas transformando el féretro en un receptor de los mensajes más íntimos, dolorosos, esperanzados, amargos, dulces, gallardos, valientes y hermosos de una patria dolida que junto a su líder llevaba en su alma clavada la verdad del reencuentro más sublime en el tiempo.
La tarde caía irremediablemente cuando el féretro entró al Fuerte Tiuna convertido en un monumento de colores donde se dejaba ver la presencia de un pueblo que durante el recorrido jamás dejó de llorarlo y pronunciar su nombre con la fuerza infinita del amor, del dolor, de la soledad y la tristeza que por las razones más diversas se convertía en amargo silencio.

Fue impresionante la multitud allí aglomerada los periodistas en una tarea titánica escucharon los mensajes de aquél pueblo que encontró a través del verbo como definirlo, como agradecerle, como referirse a él, como despedirlo, como llenar su alma con el recuerdo inspirador de quien ha dejado una presencia en la mente de todos.
“Yo lo conocí, yo hablé con él, yo lo quiero, él me ayudó, el vive, el no está muerto”.
“No volverán, el me pensionó, el me dio vivienda, el era muy bueno, él era lo máximo, el está con Dios, el es el segundo Bolívar, él jamás se irá”.
“Nunca dejaremos de seguirlo, el rescató el petróleo, él le dio la canaimita a mis hijos, él me devolvió la vista, él me dio de comer, él me enseñó a leer y a escribir”.
“El rescató a Venezuela, él fue el presidente, él fue el que dio a conocer a Venezuela en el mundo, él es el líder del mundo, él es nuestro líder”.

“Él es el líder de todos”.
“Él es el líder de los venezolanos, él es el padre de la patria, como mi comandante nadie, él es nuestro amigo, él era mi amigo, él será nuestro amigo por siempre”.
A mi mente acude un líder y presidente suramericano con la voz entrecortada por la tristeza hablando al mundo por Televisión, “ha muerto nuestro hermano, estamos muy tristes, tenemos un gran dolor”, otro líder y presidente suramericano optó en aquella hora por recordar que los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos.

Empezaron a aparecer manifestaciones de dolor en todos los confines del mundo. En aquél inmenso patio de la Academia Militar ya se encontraba el ilustre visitante que en años atrás fue autor de sus arengas cargadas de aspiraciones que llegaron al incierto pero infinito deseo de llegar a gobernar la patria.

El ilustre visitante regresaba convertido en miles que lo aclamaban con vehemencia, con dolor, con respeto, pero con valor marcando a su paso la frase: “la lucha sigue”.

La llegada a los monolitos, fue un rio humano que por ningún momento se doblegó, ni se cansó de seguirlo, le rindieron los honores a su alta investidura una vez que el féretro fue colocado en capilla ardiente entonces, solo entonces sus familiares fueron vistos, envueltos en el dolor en las lágrimas, una mano suave, marcada por el tiempo y la lucha le echó la bendición, era la mano de su madre quien comprimiendo el llanto le dio su bendición con el más cálido y sublime de los amores, el de la madre, para quién todos sus hijos son hermosos, para quién todos sus hijos son valientes.

Sus hijos muy tristes pero también conscientes de su papel histórico deslizaron su mirada hacia el cristal que los separaba del contacto físico con su amado padre.
Los hermanos, toda una legión de hombres llenos de tristeza, pero con la certeza de haberle secundado en vida, no sólo en sus travesuras de niño, sino también de haberlo acompañado en sus aventuras juveniles y en sus esfuerzos de hombre.

Los mandatarios venidos de todas partes del mundo surcaron los aires venezolanos para venir al encuentro con el líder, con el amigo, con el hermano, con aquél que les brindó solidaridad, con aquél que les impulsó a alzar las banderas, con aquél que los acompañó en el duro camino de los líderes.

Las delegaciones de todo el mundo rindieron homenaje al líder, vinieron en representación de sus patrias, a estar presentes cuando había que estar presentes, así quedó demostrado que la siembra de aquél hombre había producido frutos abundantes y los graneros se llenaron se llenaron de semillas que alimentarán por mucho tiempo a los pueblos.

Después de aquella ceremonia cargada de emotivo llanto, donde quedó demostrado el fuerte liderazgo de aquél hombre, le fue concedido el tiempo a los millones de personas que permanecieron en largas colas para hacerse presentes ante el féretro y rendir un juramento “no vine a despedirme sino a jurarte lealtad”.

Por aquél salón de los sueños azules, desfiló la gente de a pie, que con un nudo en la garganta, y el corazón palpitante de emociones llenas de la tristeza que no puede describirse, dejaron rodar lágrimas traducidas en dolor, amargura, desconcierto y una mueca de sinsabor por aquél tremendo enfrentamiento a los mil y un sentimiento de soledad, de angustia y de preguntas que jamás tendrán respuesta.

Aquella despedida fue por diez días consecutivos con sus días y sus noches enteras, no hubo cansancio, no hubo rendición, no hubo arrepentimientos, el pueblo estaba ahí.
No le doblegaron su voluntad, llenos de coraje esperaron su turno el cual llegó después de días de concentración, entre consignas, llanto, y gritos que pusieron en evidencia lo que es capaz de hacer la gente que cree en un líder, en un hombre, en alguien que jamás claudicó en sus principios, a pesar de que las apetencias humanas siempre le dibujaron otros rumbos, otros atajos, otros principios.

No, el hombre era inconmovible frente a aquéllas ofertas que bien podría condicionar a cualquiera que no tenga las profundas raíces de su pensamiento ancladas en el corazón, en el alma, en el cuerpo y en pensamiento.

Las mujeres lloraron a su líder con el duelo de quién percibe que nada será igual, los niños se hicieron presentes los hombres todos, todos aquéllos seguidores que durante veinte años le habían visto caminar junto al pueblo para darse un baño de amor con sabor a la tierra, al hambre, a la miseria, a la esperanza al dolor y a la creencia de todos los que vieron en él a la persona capaz de caminar junto a ellos para tratar de cambiar su vida y colocarla en un sitial más humano, más igualitario.

Él, el gigante los veía pasar delante de su féretro, con los ojos llenos de lágrimas y entre las flores que adornaban su espacio momentáneo pensaba como aquélla noche de un l3 de abril del 2002 cuando estuvo muy cerca de la muerte, cuando se lo llevaron, ésta vez volvió, volvió, volvió entre neblinas, calmado lleno del encanto, sereno para invitar a reflexionar, a canalizar las virulencias políticas, entonces aquélla noche invitó al pueblo a regresar a sus casas a calmarse, a estar tranquilos, en aquél momento pudo darse cuenta del inmenso compromiso que tenía con aquél pueblo, ahora se daba cuenta del inmenso vacío que dejaba su partida eterna y su alma les infundía aliento, fuerza, y un infinito convencimiento de que nada fue en vano que todo lo que ocurrió tuvo un sentido trascendente.

La gente con el puño cerrado golpeando su pecho pasaba delante del comandante sólo un segundo pero era suficiente para que la yerta figura inmóvil sí, muerta nunca, les advirtiera que había mucho camino por andar, si, mucho, el camino nunca se camina enteramente, siempre habrá camino, porque la meta final, no la conocemos, el camino, está unas veces y se sigue y en el mismo encontramos encrucijadas, abismos, grietas, desvíos, rocas insalvables, mares, ríos, imposibles de cruzar, el camino a veces no existe hay que hacerlo al andar.

Y si haciéndolo nos llenamos de barro, nos cansamos o desviamos el camino, jamás llegaremos a ningún lugar, el camino es hacia el horizonte hacia el más allá.
Entre el llanto del hombre común iban y venían figuras artísticas que dejaron en los acordes de la música, en la tonada de una canción el testimonio del aprecio de la despedida llena de amor y de esperanza.

Los políticos y personalidades de la nación llegaron también al lugar, aunque no se vieron personas que por razones obvias le adversaban esos no tuvieron un momento de reconocimiento para con aquél hombre que hizo de la política en Venezuela un lugar común, sin embargo aquéllos que junto con él lucharon desde la izquierda estaban allí presentes llenando los espacios que al final nadie llenará, porque la figura desaparecida no es sustituible, jamás lo será porque es único, es trascendente, es de aquéllos hombres que el tiempo no es capaz de borrar en la mente de los colectivos.

Por muchos días se observaba la figura de su madre, vestida de negro y enjugando sus lágrimas con su rostro triste y sus manos llenando de bendiciones a aquél gigante que fue su hijo, rodeada de sus otros hijos y de sus nietos, los hijos del comandante, sin hacer esfuerzos por romper el silencio que revelaba la profunda tristeza que sus corazones guardaban y guardaran por siempre.

No es fácil su posición fueron criticados, vilipendiados y hasta se atrevieron a decir cosas horrorosas sobre las muerte de su deudo, de esto no podemos echar culpas a nadie, cada hombre resguarda en su corazón lo que siente por los demás, la crueldad es algo que no cabe sino en almas impuras, en seres que matan si eso les hace ganar terreno, si eso les hace llegar donde quieren.

La ética, si fuera el norte en el ejercicio del quehacer diario de cada persona seríamos poseedores de una sociedad invalorable, la ética que nos invita al comportamiento virtuoso, regresó a la vieja Grecia, sí señor, ese valor que recalca como debemos actuar ante las circunstancias fue olvidado por algunos políticos y periodistas quiénes se atrevieron a desmentir y a dudar sobre los tiempos y las horas en que Dios llamó al comandante, vaya que cosa tan ruin, que cosa tan lamentable, que desacierto, el odio es como el amor ambos son incontrolables.

Los jóvenes se presentaron en el lugar con valentía y respeto se fundieron en la sala y tocando su corazón tomaron presencia ante su líder.

Los discapacitados llegaron en sus sillas de ruedas y al estar frente al hombre fueron ayudados por los soldados para ponerse de pie y rendir homenaje a quién les tomo en cuenta y los hizo visibles en el lugar donde habían permanecido ausentes.
De rato en rato se interrumpe el paso del pueblo para cantar, declamar, y tocar música acorde con el momento, su vida se vió reflejada en el comportamiento de la gente que preparó su mejor forma de comunicarse con él, no podía ser de otra forma.
Ese gigante, fue quién mejor se comunicó siempre con su pueblo, esa era su pasión llegar a las masas, su lenguaje agudo, frontal, sencillo, irreverente, incansable, vehemente, fuerte, gallardo, duro, y claro logró llegar a las masas, y es que tenía una especial forma de colar su mensaje entre cuentos, risas y cantos, haciendo del mismo a veces una travesía por muchos senderos y vericuentos hasta llegar al lugar donde el pueblo podía copiar su mensaje.
Su presencia lleno siempre los espacios, casi que nadie dejaba de nombrarlo todos los días, aunque fuera una vez, su figura común se crecía en cada foro internacional donde asistía, llevando siempre un mensaje de libertad, de independencia, de igualdad y de repudio a los hombres que hoy pisotean la dignidad de los pueblos.
Para ello no le importó manifestar que algunos lugares olían a azufre, o defender a los pueblos confrontando mandatarios frente a las majestades hoy decadentes, aunque saliera regañado cual muchachito irrespetuoso, estas cosas solo convergen en un hombre que no vacila al momento de actuar.

Ese era el hombre que el 8 de diciembre del 2013 cantó con el alma, con el corazón con su humanidad muriendo “Patria, Patria, Patria querida, tuyo es mi cielo tuyo es mi sol”, sabiendo que se acercaba el momento de partir, pidió desde su corazón, al pueblo asumir el compromiso con la historia y elegir a un hombre que para él era el mejor de sus cuadros y depositó su confianza en él. Pidiendo a ese pueblo que hoy lo llora, acompañarlo para continuar la lucha por él iniciada.

Imagino que su corazón lleno de mil cosas, queriendo él arrebatarlas a la angustia, quedaron incorporadas a su alma de guerrero incansable, que no se rinde y no piensa en otra cosa que no sea vivir. Ese hombre que se negó al fracaso luchó en muchos frentes, saliendo triunfante, como triunfante partió al lugar que espera a los hombres excepcionales, al lugar supremo reservado para los corajudos capaces de dar un vuelco a la historia, ese corajudo fue Hugo Rafael Chávez Frías.

El Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, el Presidente invicto que lucho con miles de gladiadores fascistas, el presidente que supo poner en su lugar a cada quien, el presidente que no le vendió su alma al diablo.
El hombre que supo hacer la mezcla perfecta de amor, pueblo, patria, y permitió que el pueblo se expresara libremente en su contra, solía restarle importancia a todo aquello, pues también sabía que por cada comentario dañino había diez comentarios hablando de sus bondades.

El hombre que solía cantar cuando sabía que estaba frente cosas que le oprimían el corazón o cuando tenía una preocupación que no podía compartir con su compañero de lucha, esos son los hombres imprescindibles los que no abundan, son los que nacen cada doscientos años y duran poco, pero saben aprovechar su tiempo.

Twitter: @nieveskiri
abogadanieves@hotmail.com




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María Nieves Ramírez

Licenciada en Educación egresada de la UCV año 1983 jubilada del MPPPEduc. Abogada egresada de la ULA año 2012 actualmente ejerciendo el Derecho en forma eventual.

 abogadanieves@hotmail.com

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