Injusticia climática

Desde el inicio de la época industrial las economías de todos los países han sido impulsadas por el consumo de combustibles fósiles. Las economías industriales más desarrolladas lo lograron consumiendo más energía, emitiendo más CO2 y otros gases a la atmósfera que las economías menos desarrolladas.

Una de las consecuencias de estos procesos de desarrollo es el calentamiento global, una amenaza en expansión que ha alterado el equilibrio energético planetario hasta convertirse en una amenaza cierta a nuestra propia existencia a corto plazo (1).

"Nuestra civilización nunca antes ha enfrentado riesgos existenciales similares a los asociados al calentamiento global, la erosión de la biodiversidad y el agotamiento de recursos. Es una obligación moral, en nuestro propio interés, des-carbonizar la economía mundial…".

Earth Statement, suscrito por 17 instituciones científicas, entre las que se destacan:

Max Planck Institute, Stockholm Resilience Center, Mercator Research Institute, Grantham Institute, IIASA, World Resources Institute, Scripps Institution, Earth Institute, Potsdam Institute, The South Center, Teri University, Chinese Academy of Sciences (2015)

El Acuerdo de París tiene por objeto superar esta amenaza a través del esfuerzo colectivo de toda la humanidad. Pretende evitar que el aumento en la temperatura superficial promedio supere los 2°C para finales de siglo con respecto al promedio de la época pre-industrial, haciendo lo posible por limitarlo a 1,5°C (1).

Varios informes del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC), incluyendo su contribución más reciente (AR6 2021) así como una amplia literatura científica, han destacado la estrecha relación entre el aumento de temperatura y la concentración de CO2 en la atmósfera. La concentración de CO2 es proporción directa de las emisiones acumuladas durante un período determinado. De la misma manera en que las emisiones acumuladas globales determinan el aumento en temperatura (IPCC AR6 2021), las emisiones acumuladas por cada país determinan su contribución al calentamiento global.

Partiendo de tales relaciones, y tomando como referencia los promedios de temperatura y concentración de CO2 en la atmósfera a finales del siglo 19, el IPCC destaca que un aumento de temperatura de 1,9°C corresponde a emisiones acumuladas globales de CO2 de 3.550 giga-toneladas (IPCC AR6 2021).

La actividad humana ya ha provocado la emisión de 2.450 giga-toneladas, de las que 1.700 G-ton corresponden al consumo de combustibles fósiles. La diferencia proviene de principalmente de la deforestación. Estas emisiones son la causa principal del incremento de 1,2°C en la temperatura superficial que se registró como promedio anual en el 2020 (1).

Las tendencias actuales implican que el límite de 1,5°C se alcanzará en apenas una década, y el de 2°C en 30 años: para el 2050.

La atmósfera es un bien común. Ningún país debe reclamar privilegios en su ocupación o uso. Ningún país puede auto-asignarse el privilegio de arrebatar una mayor proporción del cupo de emisiones disponible para toda la humanidad, despojando a otros del mismo derecho, imponiéndoles por esta vía severas limitaciones a sus procesos de desarrollo y gigantescas cargas económicas que conducen a su endeudamiento.

Las emisiones acumuladas durante el período 1900-2020 han ocupado el 70% de la capacidad de la atmósfera de albergar moléculas de CO2 sin exceder el límite de los 2°C, y el 86% de dicha capacidad sin exceder el límite de 1,5°C. Esta ocupación gratuita de la mayor parte de un bien común fue aprovechada principalmente por países hoy catalogados como industrializados, identificados en el anexo 1 del Protocolo de Kioto, donde se encuentra el 17% de la población mundial.

Es así como una élite minoritaria y opulenta de la población mundial, los habitantes de los países industrializados, ocuparon de manera arbitraria y gratuita el 58% de la capacidad de la atmósfera de albergar moléculas de CO2 sin exceder el límite de 1,5°C en aumento de temperatura. El 28% restante fue ocupado por emisiones provenientes de países en desarrollo, con 83% de la población mundial.

La mayor parte de la humanidad, habitante de los países en desarrollo, ha perdido su derecho de acceso a la mayor parte de la capacidad de la atmósfera de albergar moléculas de CO2 sin exceder el límite de 1,5°C, porque una minoría (17%) ocupó arbitrariamente esa capacidad en beneficio propio. Tal ocupación es la causa fundamental de las limitaciones que ahora enfrentan los países más desposeídos para impulsar su desarrollo, debido a las gigantescas inversiones que ahora son necesarias para sustituir las matrices energéticas actuales, fundamentadas en el consumo de combustibles fósiles, por otras basadas en el aprovechamiento de fuentes renovables de energía, libres de emisiones de carbono.

Los países industrializados se resisten a reconocer su desproporcionada responsabilidad histórica en la gestación de la crisis climática que amenaza a toda la humanidad y que coarta las perspectivas de desarrollo de los pueblos más desposeídos del planeta. Pretenden evadir su responsabilidad por haber emitido 850 giga-toneladas de CO2 en exceso en proporción con su población por consumo de combustibles fósiles durante el período 1900-2020, generando una deuda con los países en desarrollo de US$ 42 billones a precios actuales (US$ 50/ton CO2).

Pretenden que los países en desarrollo renuncien a su derecho a reclamar que se cumpla con el principio universalmente aceptado de ´el que contamina paga´.

Alemania, con sólo 83,5 millones de habitantes, 1,08% de la población mundial, ha emitido 92 giga-toneladas de CO2 por consumo de combustibles fósiles, 5,7% del total acumulado desde 1900 hasta el 2020. La contribución de Alemania al calentamiento global acumulado durante este período es equivalente a la de África y Sur América juntos, con 1.745 millones de habitantes. Se presiona a los países en desarrollo para que se abstengan de reclamar que Alemania asuma una responsabilidad proporcional con su contribución a la gestación de la crisis climática actual.

De la misma manera, se le exige a los países en desarrollo que se abstengan de reclamar por el hecho de que Estados Unidos haya contribuido al calentamiento global acumulado hasta la fecha más que China, India, África y América Latina juntos, o que la Unión Europea haya incurrido en un abuso similar.

Los países industrializados no son sólo responsables por la mayor parte de las emisiones acumuladas hasta la fecha por consumo de combustibles fósiles, y en consecuencia por la mayor parte del calentamiento global acumulado hasta la fecha, sino que también pretenden acaparar gratuitamente la mayor proporción del limitado presupuesto de emisiones disponible durante el período 2021-2100 para evitar que el aumento de temperatura supere los límites establecidos en el Acuerdo de París.

El IPCC AR6 destaca la necesidad de reducir las emisiones de CO2 a cero para el 2050 (SSP1-1.9) para que, junto a medidas complementarias como la reducción de las emisiones de metano y la captura de carbono (emisiones negativas), se disponga de al menos un 50% de probabilidad de alcanzar el objetivo de 1,5°C para finales de siglo. Tal recomendación no implica que todos los países deban asumir esa reducción como propia, pues no todos registran la misma responsabilidad histórica acumulada. Algunos lo hacen en beneficio propio.

En su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU el 21 09 2021, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, enfatizó su compromiso con limitar el aumento de temperatura a 1,5°C y su determinación en liderar con el ejemplo: reducir sus emisiones en 50% para el 2030 y alcanzar emisiones netas cero para el 2050. La contradicción y la injustica de tales afirmaciones ponen una vez más en entredicho la sinceridad del compromiso norteamericano para contribuir a superar la amenaza del calentamiento global.

El Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático, IPCC, demuestra en su más reciente informe, Assessment Report 6 (AR6, 2021) que, para contar con al menos una probabilidad del 66% de limitar el aumento en la temperatura superficial global a 1,5°C, las emisiones mundiales de CO2 durante el período 2021-2100 no pueden superar las 400 giga-toneladas.

El cupo disponible de emisiones debe repartirse entre todos los habitantes del planeta en partes iguales, sin privilegios de ninguna naturaleza. Tal procedimiento no implica desconocer las responsabilidades históricas acumuladas hasta el presente, ni las desigualdades en capacidades económicas y tecnológicas para contribuir al alcance del objetivo central del Acuerdo de Paris. El objetivo de Estados Unidos de alcanzar un escenario de emisiones netas cero para el 2050 implica la auto-adjudicación arbitraria de 75 G-ton del presupuesto disponible, el 19% del total, aunque su población apenas supera el 4% de la población mundial. Su cupo de emisiones no debería superar las 17 G-ton, lo que implica emisiones netas cero para el 2027 a más tardar.

EUA pretende apoderarse arbitrariamente de 58 G-ton en exceso, despojando a 1.116 millones de personas de otras regiones del mundo de sus correspondientes cupos de emisiones. El valor actual de este despojo es de US$ 3.000.000 millones (US$ 3 billones), a partir del precio referencial medio de los permisos de emisiones en el mercado de la Unión Europea ($ 50 /ton CO2).

Para ser consistente con su retórica, Estados Unidos debe al menos alcanzar un escenario de emisiones netas cero para el 2027, limitando sus emisiones futuras a un máximo de 17 giga-toneladas para efectivamente contribuir a limitar el aumento global de temperatura a 1,5°C y permitir que otros países puedan realizar contribuciones similares.

En el caso de Estados Unidos, el objetivo de 1,5°C es contradictorio con el de emisiones netas cero para el 2050. Si se insiste en el segundo, se socava la posibilidad de alcanzar el primero. Se incurre además en una pronunciada injusticia con los 1.116 millones de personas a las que se les despoja de sus correspondientes cupos de emisiones.

Estados Unidos debe también reconocer su responsabilidad histórica en la gestación de la amenaza climática actual. Una de las contribuciones más significativas del más reciente informe del IPCC es la ratificación, con mayor precisión y sustento, de lo señalado en el informe anterior, AR5 2014: el aumento de la temperatura superficial promedio es consecuencia fundamentalmente de la acumulación de emisiones de CO2 en la atmósfera, complementada con la de otros gases de efecto invernadero. En la actualidad, el 76% del potencial de calentamiento global que se introduce anualmente en la atmósfera proviene del CO2, pero tal contribución tiende a aumentar con el tiempo, superando el 85% para finales de siglo si se mantienen las tendencias actuales.

Es precisamente a partir de esta relación que el IPCC determina el presupuesto de emisiones disponible para el resto del siglo, relacionándolo con aumentos seleccionados en la temperatura promedio global. Más detalles sobre este aspecto en este enlace (1).

Se establece así un techo en las emisiones de CO2 acumuladas durante el período 2021-2100 de 400 giga-toneladas para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C, o de 1.100 giga-toneladas para limitar el aumento en la temperatura superficial promedio a 2°C (2).

De la misma manera se pueden establecer no sólo relaciones entre las emisiones acumuladas desde inicios del siglo 20 hasta el presente y el aumento actual de 1,2°C en la temperatura promedio global (1). Esta metodología permite también determinar la contribución de cada país al calentamiento global registrado hasta la fecha, a partir de sus correspondientes emisiones acumuladas de CO2 a la atmósfera.

Partiendo de sus emisiones de CO2 acumuladas durante el período 1900-2020 por consumo de combustibles fósiles, Estados Unidos ha contribuido más al calentamiento global acumulado durante este período que China, India, América Latina y África juntos.

Es a estas diferencias a las que se refiere el principio de la responsabilidad común pero diferenciada del Acuerdo Marco de Naciones Unidas sobre el Calentamiento Global, en el que se enmarca el Acuerdo de París del 2015.

Estados Unidos, con una población de 320 millones, ha contribuido más al calentamiento global actual que los 4.600 millones de personas que habitan los países en comparación: China, India, América Latina y África. En consecuencia, Estados Unidos no puede limitarse al alcance de emisiones netas cero para el 2050, como lo ha anunciado, sin reconocer su responsabilidad histórica al aumento en la de temperatura media global que se registra en la actualidad. Los demás países, en particular los países en desarrollo, no deben permitir que se continúen evadiendo las responsabilidades históricas en la gestación de la crisis climática a la que se enfrenta toda la humanidad.

Las emisiones acumuladas de Estados Unidos 1900-2020, 434 G-ton, 25,5% del total mundial por consumo de combustibles fósiles, es seis veces superior a la proporción de su población: 4,3% del total mundial. Estados Unidos ha emitido 360 giga-toneladas de CO2 en exceso en relación con su población, generando una deuda con el resto de la humanidad superior a los 18 billones de dólares a precios actuales.

Es cuestión de elemental justicia que la contribución de cada país a la superación de la crisis climática actual sea proporcional a la contribución de cada país a su estación.

La Unión Europea enfatiza su compromiso con limitar el aumento de temperatura a 1,5°C. Su contribución para alcanzar este objetivo: reducir sus emisiones en 50% para el 2030 y alcanzar emisiones netas cero para el 2050.

El presupuesto disponible de emisiones 2021-2100 para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C es 400 giga-toneladas de CO2 (IPCC AR6, 2021).

El objetivo de la Unión Europea de emisiones netas cero 2050 implica la auto-adjudicación arbitraria de 50 G-ton del presupuesto disponible, el 12,5% del total, aunque su población es apenas el 6,7% de la población mundial. Su cupo de emisiones no debería superar las 27 G-ton.

La UE se apodera arbitraria-mente de 23 G-ton en exceso, despojando a 447 millones de personas de otras regiones del mundo de sus correspondientes cupos de emisiones.

El valor actual de este despojo es de US$ 1.150.000 millones (US$ 1,15 billones), a partir del precio referencial medio de los permisos de emisiones en el mercado de la Unión Europea ($ 50/ton CO2).

Para ser consistente con su retórica, la Unión Europea debe reducir sus emisiones 2021-2050 a un máximo de 27 G-ton CO2, alcanzando emisiones netas cero para el 2036 a más tardar.

Los países de la Unión Europea se encuentran entre los más beneficiados por el abuso de la atmósfera como basurero de los gases contaminantes que se produjeron durante su vertiginoso desarrollo económico e industrial. Al igual que otras economías industrializadas, utilizó la atmósfera para tercerizar parte de los costos ambientales de su desarrollo económico e imponérselos a toda la humanidad.

Partiendo de los postulados del IPCC AR6 2021 podemos determinar la gigantesca contribución de la Unión Europea a la gestación de la crisis climática actual. Sus emisiones de CO2 acumuladas durante el período 1900-2020 son equivalentes de las de China, India, África y América Latina juntos. Con una población de 516 millones, ha contribuido tanto al calentamiento global actual que los 4.600 millones de personas que habitan China, India, América Latina y África.

La Unión Europea no puede limitarse al alcance de emisiones netas cero para el 2050, como lo ha anunciado, sin reconocer su responsabilidad histórica al aumento en la temperatura media global que se registra en la actualidad. No debe continuar evadiendo sus gigantescas responsabilidades históricas en la gestación de la crisis climática a la que se enfrenta ahora toda la humanidad.

Sus emisiones acumuladas 1900-2020, 376 G-ton, 22,1% del total mundial por consumo de combustibles fósiles, es significativamente superior a la proporción de su población: 6,7% del total mundial. Ha emitido 262 giga-toneladas en exceso en relación con su población, generando una deuda con el resto de la humanidad superior a los 13 billones de dólares a precios actuales.

China reafirma su compromiso con limitar el aumento de temperatura a 1,5°C. Promete alcanzar un máximo de emisiones de CO2 para el 2030 y reducirlas luego hasta alcanzar emisiones netas cero para el 2060.

El presupuesto disponible de emisiones 2021-2100 para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C es 400 giga-toneladas de CO2 (IPCC AR6, 2021).

El objetivo de China implica la auto-adjudicación arbitraria de 250 G-ton del presupuesto disponible, el 62,5% del total, aunque su población es apenas el 18,2% de la población mundial. Su cupo de emisiones no debería superar las 73 G-ton.

China se apodera arbitrariamente de 177 G-ton en exceso, despojando a 3.407 millones de personas de otras regiones del mundo de sus correspondientes cupos de emisiones.

El valor actual de este despojo es de US$ 8.850.000 millones (US$ 8,85 billones), a partir del precio referencial medio de los permisos de emisiones en el mercado de la Unión Europea ($ 50/ton CO2).

Las emisiones acumuladas de China 1900-2020 por consumo de combustibles fósiles (230 Gton, 13,7% del total) son inferiores a la proporción de su población con respecto al total mundial (18,2%).

Japón reafirma su compromiso con limitar el aumento de temperatura a 1,5°C. Para contribuir con el logro de este objetivo, se compromete a alcanzar emisiones netas cero de CO2 para el 2050.

Considerando que el presupuesto disponible de emisiones 2021-2100 para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C es 400 giga-toneladas de CO2 (IPCC AR6, 2021), el objetivo de Japón implica la auto-adjudicación arbitraria de 16 G-ton del presupuesto disponible, el 4% del total, aunque su población es apenas el 1,65% de la población mundial. Su cupo de emisiones no debería superar las 6,6 G-ton, lo que implica emisiones netas cero para el 2032 a más tardar.

Japón se apodera arbitrariamente de 9,4 G-ton en exceso, despojando a 127 millones de personas de otras regiones del mundo de sus correspondientes cupos de emisiones.

El valor actual de este despojo es de US$ 470.000 millones (US$ 0.47 billones), a partir del precio referencial medio de los permisos de emisiones en el mercado de la Unión Europea ($ 50/ton CO2).

Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, refiriéndose al calentamiento global en su discurso ante la Asamblea General de la ONU el 22 09 2021 señaló:

"Maduren! Es tiempo de asumir nuestras responsabilidades por lo que le hacemos

no sólo al planeta, sino a nosotros mismos"

La responsabilidad del Reino Unido es gigantesca. Con sólo 67 millones de habitantes, su contribución al calentamiento global acumulado 1900-2020 supera en 70% la de toda África, donde viven 1.300 millones de personas, y casi duplica la de Toda Sur América, con 435 millones de habitantes.

Queda por verse si Boris Johnson cumple su palabra y aprovecha la COP 26, que tendrá lugar en su propio país en noviembre 2021, para reconocer la enorme contribución del Reino Unido al calentamiento global acumulado hasta la fecha.

El Reino Unido también reafirma su compromiso con limitar el aumento de temperatura a 1,5°C. Para contribuir con el logro de este objetivo, se compromete a alcanzar emisiones netas cero de CO2 para el 2050.

Considerando que el presupuesto disponible de emisiones 2021-2100 para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C es 400 giga-toneladas de CO2 (IPCC AR6, 2021), el objetivo del Reino Unido implica la auto-adjudicación arbitraria de 5,5 G-ton del presupuesto disponible, el 1,4% del total, aunque su población es apenas el 0.87% de la población mundial. Su cupo de emisiones no debería superar las 3,5 G-ton, lo que implica emisiones nets cero para el 2039 a más tardar.

El Reino Unido se apodera arbitrariamente de 2 G-ton de emisiones en exceso, despojando a 38 millones de personas de otras regiones del mundo de sus correspondientes cupos de emisiones.

El valor actual de este despojo es de US$ 100.000 millones, a partir del precio referencial medio de los permisos de emisiones en el mercado de la Unión Europea ($ 50/ton CO2).

Estados Unidos, la Unión Europea 28, China y Japón pretenden acaparar arbitrariamente el 98% del presupuesto disponible de emisiones durante el período 2021-2100 (400 G-ton) para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C. Es evidente que el resto del mundo no aceptará tales imposiciones. Estos países están deliberada-mente impidiendo que se puedan efectivamente limitar las emisiones futuras para alcanzar el objetivo de 1,5°C.

Es evidente que no están comprometidos con limitar el aumento de temperatura a 1,5°C. La tendencia es hacia el acaparamiento arbitrario y gratuito de la mayor proporción posible del cupo de emisiones disponible 2021-2100 para evitar que el aumento de temperatura supere los 2°C para finales de siglo, como se analiza en este enlace (2).

Partiendo de los siguientes principios:

  • la atmósfera es un bien común
  • igualdad de derechos de todos los humanos

se puede argumentar la necesidad de distribuir equitativa-mente, entre todos los habitantes del planeta, el presupuesto de emisiones disponible para el período 2021-2100.

Si el objetivo es limitar el aumento de temperatura a 1,5°C para finales de siglo, el presupuesto de emisiones de CO2 es de 400 giga-toneladas (IPCC AR6 2021).

Si el objetivo es limitar el aumento de temperatura a un máximo de 2°C para finales de siglo, y queremos contar con al menos un66% de probabilidad de alcanzarlo, el presupuesto de emisiones de CO2 es de 1.100 giga-toneladas (IPCC AR6 2021).

Es vital reconocer las responsabilidades históricas acumuladas hasta el presente. El articulo 2 (2)del Acuerdo de Paris establece: "El presente Acuerdo se aplicará de modo que refleje la equidad y el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y las capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales".

Artículo 4 (19): "Todas las Partes deberían esforzarse por formular y comunicar estrategias a largo plazo para un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, teniendo presente el artículo 2 y tomando en consideración sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales".

Estados Unidos y la Unión Europea han liderado por años esfuerzos por evadir el reconocimiento de la deuda climática acumulada por los países industrializados hasta el presente. Se protegen así, y protegen a sus empresas, de posibles juicios por daños relacionados al calentamiento global, como la desaparición de glaciares, la subida del nivel del mar, la destrucción de fuentes de agua y alimentos, o los daños provocados por cada vez más frecuentes e intensos huracanes, tormentas y sequías.

Insistieron en una demanda vergonzosa en las negociaciones del Acuerdo de Paris: que los países en desarrollo, menos responsables pero más vulnerables al cambio climático, renuncien a su derecho legal a demandar a otros países por daños o pérdidas provocados por el calentamiento global.

El pronunciamiento de la COP21 (FCCC/CP/2015/L.9) señala explícitamente: "Se conviene en que el artículo 8 del acuerdo no implica ni da lugar a ninguna forma de responsabilidad jurídica o indemnización".

El artículo 8 se refiere a pérdidas y daños relacionados con las repercusiones del cambio climático: "Las Partes reconocen la importancia de evitar, reducir al mínimo y afrontar las pérdidas y los daños relacionados con los efectos adversos del cambio climático".

Si se continúan evadiendo las responsabilidades históricas de los países industrializados, a los países en desarrollo no les quedará otra opción que endeudarse más allá de sus capacidades de pago para reconstruir sus infraestructuras energéticas, o resignarse a la pobreza.

El costo de la reconstrucción energética se estima en la actualidad en 2,5 billones de dólares anuales durante al menos 10 años consecutivos, una cantidad similar a la invertida anualmente en armas alrededor del mundo.

Solo una acción coordinada por parte de los países en desarrollo podrá superar las injusticias que han caracterizado las negociaciones internacionales sobre el calentamiento global y definir una estrategia viable para evitar que el aumento en la temperatura superficial promedio exceda los 2°C para finales de siglo con respecto al promedio registrado a inicios del siglo 20.

El informe completo se encuentra disponible en este enlace.

 

jc-centeno@outlook.com



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Julio César Centeno

Ingeniero; estudios de maestría y doctorado en la Universidad de California. Profesor de la Universidad de los Andes. Director Ejecutivo del Instituto Forestal Latino Americano. Vicepresidente de la Fundación TROPENBOS, Holanda.

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