“Cuando se pierde la dignidad se pierde todo”

Julio Borges y E. Mendoza se pelean un puesto

Un sueño, un sueño tuve. En él yo andaba por Europa (algo que en la vida real no he deseado nunca). Estaba en Polonia. Caminé por sus calles. Yo dudé que aquella fuera la Polonia que la Luftwaffe y los Panzer de Hitler trituraron al darse inicio a la Segunda Guerra Mundial. Y eso se debía a que todas las plazas de la ciudad tenían en su centro, una estatua de Hitler, ¿qué era aquello? ¿Degradación del pueblo? ¿Pérdida de los valores patrióticos de los polacos? Empero me acerqué a un joven hombre que leía a Herman Hess a la sombra de un gran árbol.

¿Qué es lo que pasa, amigo? Le pregunté -Me miró con unos ojos que estaban bajo los cristales de sus lentes. “¿Por qué la adoración al cruel Hitler que no tuvo piedad con este país?” Cerró su libro después de marcarlo con un hojita donde aparecía la foto de Eva Braum. “Sabes, no ha pasado nada: lo que sucede es que Hitler regresó del pasado y le ha dicho al pueblo que él es un demócrata…que las muertes que ocasionó, la ruptura de la paz, el hambre y la miseria que propició no fueron tales”… Salí corriendo. A la vera de un arroyo, cubrí mi rostro de agua para refrescarlo. Y en el espejo de esa misma agua, vi. pasar a muchos soldados NAZIS reflejados. ¡Nooooo!

En ese momento mi compañera de lucha me despertó: ¿Qué te pasa Ángel? ¿Por qué gritas de esa manera? Me doblé sobre el colchón y respiré profundo. ¡Guao que sueño tan terrible! Ella sonrió amable. “¿Tuviste una pesadilla?- me preguntó. Le devolví su sonrisa y me fui al baño. Luego regresé y me coloqué frente al pc. Mis dedos escribieron:

¿Por qué la inocencia del pueblo? ¿Por qué existen bellacos sin dignidad? ¿Por qué en su maldad el hombre obvia sus crueles obras como si nada? Viajé al 2002. Día terrible para la patria, muerte, desolación, tristeza. Un golpe de Estado contra un gobierno electo por el pueblo. A los Hitler venezolanos no les interesa el pueblo, ¿qué hace un millonario intentado llegar al poder político? Pues, ¡dominar”, esclavizar, mantener a los que siempre ha creído inferiores, bajo la feca de sus botas…pero para eso deben mentir, deben obnubilar a los pueblos, deben hacer ver que lo que hicieron en el pasado no fue nada; sólo travesuras…

Enrique Mendoza, el militante del Opus Dei calderiano, el de la gorrita con la visera para atrás, con la curita sobre los pómulos, con la voz trastocada, no recuerda nada: ha sufrido de amnesia. No recuerda que fue parte de la traición al soberano, ha olvidado que por su causa y la de sus amigos golpistas, hubo muertos, heridos, mutilados. No recuerda, al hablar hoy de libertad de expresión, que cerró un medio de comunicación. Y lo hizo con burla, con desparpajo, cagándose en la patria y en las instituciones. Hoy regresa. Hoy ese mismo pueblo en el cual se cagó, tiene que soportarlo pelear con otro golpista, ir a unas elecciones para diputado, ¡me orino en las miles de arrecheras, en la frustración, en el dolor! ¿De qué material está hecho este pueblo para seguir soportando estoicamente tanta burla, tanto desprecio, tanta arbitrariedad? ¿Por qué tiene el pueblo que permitir que estos mismos Hitler digan sin anestesia que van a proponer para diputado a un hombre que fue sentenciado a 30 años por su vinculación con crímenes en puente Llaguno? ¿Somos los venezolanos unas cagadas, unos vómitos de borrachos de mierda sin alma? ¿Quién protege al pueblo de tanta ofensa y desparpajo?

El otro Hitler, Julio Borges, un hombre sin corazón, sin sentimiento, si amor por nadie un ser diabólico que pregona la ausencia de ayuda a quien la necesita, sobre todo a esos pueblos que son azotados por la inclemencia natural. Un Hitler demócrata, pero a su favor, un político de la misma estatura de Musollini, un sin corazón en el pecho que fue capaz de dotar al golpista Carmona Estanga de varios ministros de su partido Primero Justicia, para que sometiera al pueblo, porque “pobre es mierda” según piensan por esa geografía del Este. Este golpista quiere ser diputado. Pelea con el otro truhán, la indolencia de un Estado que no defiende a quien le da vida, porque si así fuera, estos vándalos de la desestabilización, estuvieran bajo rejas, ¿no es evidente lo que han hecho?... ¡Quien protege al pueblo de estas plagas!..Debe ser el mismo pueblo defenestrándolos, obviándolos, castigándolos, enviándolos al NUNCA JAMÁS…

aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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