A veces uno se imagina a Alberto Federico Ravell, Antonio Ledezma y al único hombre que ha vivido feliz sin tener ue trabajar, Henry Ramos Allup más otros bicharangos de la oposición cucuruchera, sentados durante toda la noche en la puerta de Globovisión o viendo al cielo desde la azotea de la misma mísera estación, buscando en el amplio firmamento algún destello de tormenta. Nubes grises preñadas de fuego, rayoS a punto de vomitar sobre la tierra o que sé yo. Lo hacen sádicamente.
Desean que caiga una lata de agua inagotable que inunde Caracas, que haga caer dolor sobre todo el país, que arranque árboles y cierre inodoros y cañerías. Lo desean con toda el alma. Es algo patético, a veces creo que lloran cuando eso no sucede. Y es que estos sujetos adecos no tienen otro fin que ver a la nación destruida para salir corriendo antes las cámaras a decirle a los disociados enfermemos y turulatos, que LA CULPA ES DE CHÁVEZ .
Zombis nocturnos; sombras corriendo de un estudio a otro, de micrófonos en micrófonos, prestos para anunciar malcriadeces de la naturaleza. para achacarle la culpa a la revolución. Desean muerte, caídas de cerros, cierres de autopistas, muerte, mares embravecidos; lo desean con toda la maldad que les corroe las quebradizas galerías óseas de sus infelices anatomías. Así son ellos- Ese vejete malasangre que no creo que le tenga cariño ni su perro, llamado Alberto Federico Ravell esclaviza a los camarógrafos de su canal; los mantiene despierto a punta de café, a los periodistas, en caso especial a LAS PERIODISTAS como Margarita Rodríguez le hace llevar una pauta, como la que llevó a Costa Rica que es un poema a la mediocridad, para que esté lista a salir a las calles a entrevistar al “pueblo débil” con el fin de que diga que no hay sino un culpable de los desastres: Hugo Chávez.
Ninguno de ellos, los de Globovisión duerme y si lo hace es con un ojo abierto y el otro cerrado. Tienen que esperar siempre la orden nada más baje una llovizna, caiga el precio del petróleo, el señor MENDOZA ordene un quiquirigüiki con la harina de hacer arepa, o colapse el metro. Por cierto que a los vagones de este medio de transporte los han rayado por todas partes y quienes se encargan de supervisarlos en la noche no ven los males cometidos por esos fanáticos del desorden y la anarquía. Globovisión es una estación en ebullición, molde de las maldades yanquis en Venezuela. Quiere dolor dentro del pueblo, quieren sangre, gritos, niños y parturientas muertas para salir a gritar que el culpable es Chávez.
Roboticos enanitos como Quico con esa cara de varón dudoso que no se la quita ni una cirugía plástica, hombrecitos de voces aflautadas como Matacuras y Antonetti,
” Modelos de la comunicación” como Nitu Pérez Osasuna, perdón Osuna, que ha tergiversado la profesión al igual que Margarita Rodríguez creyendo que ser periodista es sinónimo de pantalla, de pasarela, de bobatización palangrera, de indulto a la “mala praxis” oral, redundante, rebuscada y fría. Un equipo de cazadores nocturnos, oteando por las ventanas, con máquinas de percibir ruidos extraños, un equipo de seres venidos de la mediocridad a poblar junto al raciocinio de un pueblo que sabe lo que hace y por qué lo hace.
NO DURMEN, NO SE DIVIERTEN, pasan días y noches orando junto a Sabino Urosa para que del cielo caiga una inundación que ahogue a todo el país con sus habitantes, para entonces irse en avionetas, aviones y helicópteros a Estados Unidos a gritar a través de CNN que Chávez habló con el diablo en el infierno para que abriera el grifo celestial contra el pueblo. Mediocres hombrecitos y mujercitas que no saben lo que significa humanismo, amor, respeto comprensión- El odio los crea y el diablo los une.
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