¡Se van a tener qué comer las alfombras...!

Y la baba le chorreaba por las comisuras de la boca, debajo de los gigantescos y afilados colmillos, mientras que en los ojos dos llamas infernales danzaban la coreografía de la muerte. El sol lo bañaba. Era un hombre alto, fortachón, pero descerebrado, ¿a quién se le ocurre emitir semejantes palabras donde el odio, la maldad, la ira, el egoísmo, la enanes y el fanatismo, se conjugaban con las bilis que le brotaban por los poros, por debajo del interior sucio a caca de inodoro… de prostíbulo?

Era abril de 2002. Los personajes de Spielberg estaban ahí, afuera de la embajada. Saltaban sobre los carros de la representación diplomática. Rompían los vidrios, espichaban los cauchos, golpeaban con mandarrias. Hacían uso de la rabia que les carcomía el hueco donde nunca han tenido cerebros. Una flaca de cachucha, con un trozo de palo, rompía todo a su lado. Era una mujer revestida con pintura de tripa de culebra pitón Los corazones de aquellos infelices bombeaban millones de litros de icor por micro segundos. Dentro de la embajada varias personas escuchaban el ruido, las palabras ofensivas, las maldiciones, los gritos destemplados y a la vez cobardes que aquellos MISERABLES PROPAGABAN EN EL ESPACIO DE LA SIN RAZÓN.

Y él, el hijo de una que fue ministra del Opus Dei en Venezuela, dejaba que por la caverna oscura de su boca rectal, aflorara una venganza que nadie sabía de donde venía, porque aquel miserable no se notaba andrajoso, olvidado, ignorado, como si tal vez lo estaba la mujer que le servía en su casa. Él era un encopetado: un hijo de Creta y Ortoño, dos personajes que no sirven para un…retoño, pero su bravuconada, hería las galerías de las orejas de quienes tuvimos la desdicha de escucharlo y verlo por televisión.

“Y tú Diosdado van a tener que salir de ahí…”, amenazaba a quien no se encontraba en el lugar, porque un revolucionario no tiene por norte dejarse intimidar. El pueblo entendía que aquel infeliz sádico, no tenía ni idea, de donde se enconaba Diosdado, pero él y su hueste de oligarcas subdesarrollados querían extirparlo, comérselos, chuparle la sangre, vejarlo, humillarlo, darle coquitos, como lo hicieron con el actual MINISTRO CHACÍN y con Tarek. Parte del pueblo observó por televisión... Se contuvo, se amarró las piernas con el mecate de la razón, para no dejar que éstos corrieran a las periferias de la aristocracia sifrina, prejuicida, enferma y necia…

No entendía el tonto ese, que el gobierno y la gente a la cual amenazaba, fueron electos por EL PUEBLO, por el gigante de los millones de cabezas. No le daba el entendimiento para pensar, que su amenaza era digerida por el soberano con la frialdad y la equidad de un oso polar, porque de no haber sido así, tal vez la geografía del este se hubiera llenado con los pies de los descendientes de los que hace doscientos años se multiplicaron por las regiones más inhóspitas de Latinoamérica en busca de la libertad.

“Se van a tener que comer las alfombras”, ignorando que sus palabras altisonantes, bañadas de prepotencia, alimentadas por el veneno del fascismo, pudieron muy bien revertirse y cual efecto de boomerang, devolverse al lugar con el ímpetu y la fuerza de quien sí sabe de LUCHA, por que siempre ha luchado.

Abril de 2002 fecha inolvidable par el pueblo que busca su destino. “Los vamos a dejar morir de sed y hambre”, dijo el hijo de PILARICA ROMERO y el soberano descubrió que en esas palabras estaba el efecto buscado, para encontrar el eslabón que le faltaba al fascismo, para enterrarse para siempre en la consciencia de los venezolanos humanistas. Fueron esas palabras, emitidas entre una gloria que vio en su ignorancia el hijo de PILARICA ROMERO, las que terminaron de abrir los ojos de millones de personas, que alguna vez creyeron que entre la élite oligarcas de Venezuela, podría haber un hilito de amor y humanismo por los de abajo. Eso es tan falso como creer que llueve hacia arriba.

Abrir de 2002. Ellos están planeando algo para abril de 2008. Pero no pueden equivocarse de nuevo; pues para poder lograr sus innobles propósitos, van a tener que cabalgar por sobre la sombra que murmura, por sobre la luz que no se apaga, por sobre los esqueletos sembrados en Venezuela y en América, que regresarán a la voz de mando de aquel gigante llamado Simón Bolívar. “Van a tener que comerse las alfombras”, fue la obra cumbre del FASCISMO PRIMERO JUSTICIA, ADECO, copeyano, Manuel Rosales, William Ojeda para descubrirse, para que el pueblo pudiera verle el verdadero rostro a los mismos que por siglos HAN INVADIDO, VIOLADO, ASESINADO, MALTRADO, ESCLAVIZADO, a quienes han visto igualmente como sus sirvientes, sus eunucos. Abril de 2008: ¡No volverán, porque el pueblo si SABE DE JUSTICIA…y ahora es JUEZ Y PARTE.

aenpelota@gmail.com!


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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