Pompeyo Márquez

Ingresó al movimiento revolucionario a los 14 años, al PCV a los 17 y al MAS en 1971, en cuyo plantel está ese frustrado llamado Felipe Mujica, Puchi y demás acéfalos desdentados y nauseabundos que nunca han tenido piso político. Pompeyo el anacrónico dice que “no hay nada más ridículo que un fanático” y el pueblo le responde que “No existe otra cosa más lamentable que la pérdida de la dignidad”. “Yo fui un ridículo”, admite Pompeyo y alega “que no hay más belleza que ver la vida desde otra amplitud” ¿Cuál la que da el dinero que produce la traición? Lo malo de le senectud es que hace que el hombre o la mujer empiecen a repetir la misma vaina.

Pompeyo nunca fue un camarada de talante. La visión que tenían de él los jóvenes por los años sesenta, era le de un pobre ñángara, de alguien que no tenía el suficiente talento, argucia, agallas, para alimentar las llamas de la lucha contra el imperio al cual Betancourt había entregado el país venezolano. Pompeyo no poseía carisma, era un hombre de rostro satánico, solo utilizable para causar pánico y no afecto. No seducía en sus palabras a quienes iban en busca de la armadura para enfrentar a la oligarquía criolla y al esclavista gringo porque la imagen que Pompeyo daba, era la de un hombre opacado por el miedo, por los fantasmas y los temores. Pompeyo apenas servía para plagiar alguna nota en dípticos, en trípticos, en folletos. Para más nada.

Hoy intenta presentarse como unos de esos viejos actores que no pueden vivir sin el aplauso: o sea escribe para dar la cómica, rememorando viejos eventos que no causan hilaridad ni son posibles entender, porque están en desuso, fuera de foco, alejados de la realidad, llevados por la brisa de la antigüedad. Es una imagen muerta, desanimada, medieval, un sarcófago de temores y cobardías, que aún deambula entre la mendicidad del anonimato, porque, ¿qué joven recuerda a Pompeyo?

Pompeyo en la soledad que le da su delirio, lee un libro LA RUSIA DE PUTIN y en él se ve retratado cuando sus adormecidos ojos de diablo perpetuo leen que “la Rusia del teniente coronel Putin es un pozo de corrupción”, más ignora que sin hombre no puede existir la corrupción, porque son los hombres como Pompeyo, los que la propician. Pompeyo escribe que ingresó al MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO A LOS 14 AÑOS, pero no explica a qué ingresó, ¿a traicionar? ¿A vender a los camaradas? ¿A negociar croquis guerrilleros? Nadie se explica porqué POMPEYO MÁRQUEZ se convirtió, años más tarde en un MINISTRO DE CALDERA, el jefe del Opus Dei quien representaba la parte más consecuente, más brutal, más perseguidora contra el movimiento guerrillero de los años sesenta.

POMPEYO, viejo vil y miserable, se congratula con la oposición vende patria venezolana. A su edad, anhela otro cargo burocrático en el delirio de una “grandeza” esquizofrénica, que le alimente su perfil de bocón y mentiroso. Sueña, se recrea en lo virtual, vive fantasías seniles, que quizá lo lleven a un espacio jamás visto, mas ignora que morirá en el intento, porque la lucha es dura para un esclerótico, saturado de mañas y ambigüedades. Siempre tuvimos miedo del rostro de Pompeyo. En diálogos decíamos que esa cara no era la de un hombre sensato y bueno. No; más bien nos sentíamos atrapados por la duda que de ella emergía. Pompeyo goza con el dolor ajeno, porque él ingresó a LA REVOLUCIÓN A LOS 14 y a los 60 se hizo enemigo de quienes eran el carbón que le daba fuerza a esa lucha. Pompeyo traicionó su sueño de los 14 años, de los 17, de los… Es cierto Pompeyo, la guerra es la guerra y en la guerra a los traidores son ejecutados, porque ninguna guerra se gana con traidores como Pompeyo. Se refiere Pompeyo a la historia allende la patria venezolana, donde los hombres poseen otras virtudes, otros pensamientos, obligados por la geografía de las tierras, por el carácter de su gente, por la polifonía de las voces que emiten otros conceptos. En la lucha de la Venezuela de los sesenta no había que expandirse en otras cosas que no fuera el territorio nacional, sin embargo algunos países se involucraron en ella, entre los cuales la Unión Soviética y Cuba. Qué idiotez es esa de recurrir a la historia para desdibujar un hecho que fue destrozado por hombres como POMPEYO MÁRQUEZ. Trata el carcamal Pompeyo de hacer ver en su inicuo artículo una relación evidente entre Putin y Chávez, por aquellos de que “El glorioso ejército Rojo se convirtió en un instrumento para la corrupción”. Sí a ver vamos, tiene razón el vejete con cara de Satanás: ”No hay nada más ridículo que un fanático”, sobre todo para un fanático de la traición cómo él que de LUCHADOR REVOLUCIONARIO, pasó a engrosar la nómina de la corrupción copeyana con aquel fantasmal Ministerio de Fronteras, que se llevó el dinero, no creó un coño no sirvió para nada, pero que le dio suficiente dinero a Pompeyo para que hoy se de a la tarea de vivir como un aristócrata, un burgués que odia al pueblo causante de esa REVOLUCIÓN. “Cuando habla un traidor los oídos del mundo deben cerrarse”

aenpelota@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3529 veces.



Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

 legavicenta@gmail.com      @legavicenta

Visite el perfil de Angel V Rivas para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: