Donald Trump ha venido bajando la guardia en cuanto a Venezuela; si lo comparamos con el tono agresivo que asumió en la gestión pasada. Hasta los momentos no ha dado evidencias claras hacia donde apuntan y cuáles serán los temas prioritarios, que asumirá con nuestro país, salvo en lo que respecta a las emigraciones, que lo abordó en forma indirecta en la toma de posesión. Mientras que por otro lado enfiló las baterías contra México y contra Panamá. A diferencia del tratamiento y acercamiento dado al "interinato" de Guaido; mientras que con el prófugo Edmundo González Urrutia, no le ha lanzado flores, tampoco le ha dado chance para un coqueteo. En su más reciente visita a EEUU, no lo recibió, pese a las solicitudes que recibió de su entorno; cosa que no obvio el presidente saliente Joe Biden. Tampoco lo invitó a la toma de posesión de su mandato, pese a que estuvo en las cercanías del capitolio; el asunto fue que se quedó vestido de gala, pero para nada le permitieron la entrada. Esta posición dubitativa pone en ascuas, hacia donde va a dirigir su mirada; si va a ir acompañada dentro de un clima de hostilidad o de acercamiento. Hasta los momentos, ha levantado todo un mundo de expectativas, con el enviado especial para Venezuela Richard Grenell, con órdenes muy precisas de reunirse con funcionarios del gobierno del presidente Maduro; quien ha expresado por todo lo alto, que ha tenido acercamientos con altos personeros y los continuará teniendo. Ha señalado que la "diplomacia ha vuelto y regresado a EEUU con Trump". En este orden de ideas, hay que mirar con cierta suspicacia el nombramiento como Secretario de Estado al halcón de la guerra Marcos Rubio, que no duda para nada en estar lanzando misiles verbales contra el presidente Maduro y contra Cuba. Aunque muchos han dicho que el nombramiento de Marcos Rubio; fue para aplacarlo y sacarlo del juego político. Recordemos que en el pasado tuvo fuertes diferencias con Trump y esto no se olvida. Pero existe otro contrapeso, como es el nombramiento por Trump, del senador Bernie Moreno; a quien le dio luz verde para resolver el problema migratorio de Venezuela. Todo este enroque en el nombramiento de estas individualidades, puede apuntar a que Venezuela colabore en el recibimiento, por la vía del entendimiento, la salida de esa emigración masiva que le arribó a su país. Otro nombramiento al que no hay que obviar, ha sido el nombramiento de Mike Walta, como asesor de Seguridad Nacional, que se reunió con el prófugo Edmundo González el pasado 6 de enero y ha sido uno de los artífices en el congreso de la Ley Bolívar, una ley que impide al gobierno de los EEUU, contratar con empresas que desarrollen relaciones comerciales con Venezuela. Al parecer esto quedó atrás. Lo que sí es una sombra para el gobierno gringo es echar para atrás la decisión de Biden de eliminar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.
El Fiscal General de la República, Tarek W. Saab se pronuncio este lunes, al informar que esta dispuesto a cooperar con el gobierno de Trump en el sentido de recibir a los extraditados pertenecientes al tren de Aragua; que forma parte de una banda delincuentes que viajaron desde Colombia, hacia los EEUU con la ayuda de Leopoldo Lopez, Miguel Pizarro y Carlos Vecchio; apoyados por Gilber Caro, quien está señalado de homicida.
Donald Trump ha dicho que "estamos mirando muy de cerca a Venezuela. Conozco a Venezuela muy bien. Era un gran país hace 20 años y ahora es un desastre". Lo que no dijo, es que en todo esto él tiene una gran cuota de responsabilidad. Lo cierto es que ante este inusitado y nuevo panorama de unos días para acá, pone al dúo de la sayona y al prófugo Edmundo en grandes aprietos. Se están quedando como la guayabera. Al parecer y por la tonalidad como se han venido dando los acontecimientos obedece a una nueva estrategia de Donald Trump. Ya Diosdado Cabello ha dicho: "Si EEUU quiere una relación de respeto, aquí esta nuestra mano"; deseamos "que en el mundo reine la paz" .
Luis Roa