Cuento corto

María Corina rompe la rueda de la fortuna

Esto paso hace poco tiempo cuando los ricos y poderosos perdieron la potestad de hacer lo que quisieran en un país pleno con llanos, montañas y playas.

Era un país donde la riqueza y la pobreza coexistían en un contraste opresor, creando incongruencias entre las grandes riquezas del país y la vida mísera y estrecha en que vivía la mayor parte de su población, lo cual llevaba a grandes sectores de la población a indisciplinarse y desear un justo cambio de esa situación. Y en ese país vivía también María una empresaria dueña de vastas tierras y negocios prósperos, que viajaba mucho a países extranjeros donde gastaba buena parte de la riqueza que se necesitaba en su país para crear empresas y trabajo, todo lo cual al final genera más riqueza. Pero no, María no quería eso, porque a pesar de pasarse de viva y de poder, su corazón y su mente estaban llenos de desdén hacia los deseos del pueblo, que anhelaba un cambio en el gobierno que reflejara sus necesidades y esperanzas.

Un día, una adivina que pasó frente a su casa, llevando una rueda de la fortuna, que cargaba en una carreta jalada por una mula que ella paseaba, María infatigablemente ambiciosa la detuvo y la consultó. La rueda giró, y giró deteniéndose en una imagen que mostraba al pueblo tomando el control del gobierno, utilizando los impuestos para crear empresas, sembradíos y escuelas. La adivina mientras recogía sus macundales y esperaba que María le pagara las monedas prometidas, le dijo: La Rueda de la Fortuna ya lo dijo, los que hoy están abajo pronto subirán y los que están hoy arriba bajaran.

María se puso furiosa ante la perspectiva de perder su influencia y ver repartidos y mejor utilizados los ingresos que recibía, e inmediatamente pensó que era necesario destruir esa posibilidad y mantener su dominio junto con sus familiares, amigos, el cura y otros religiosos y los poderosos venidos del exterior. El pueblo no llegará al poder, gritó.

También pensó que había que actuar con rapidez y en silencio, contando que siempre el pueblo piensa que los ricos solo están pensando cosas buenas para el pueblo.

Así que María comenzó a utilizar su riqueza para sembrar discordias en toda la población, aun entre sus seguidores, para indisponerlos más contra los pobres y desheredados; entre los líderes comunitarios y los de la comuna, llegando a comprar a algunos para que atacaran a los otros. Contrató a espías para difundir rumores y crear conflictos internos. Además, financió campañas de desinformación, información engañosa y malintencionada para desacreditar a aquellos que intercedían por el cambio. Su objetivo era claro: dividir al pueblo para que nunca pudieran unirse en una causa común.

Sin embargo, subestimaba la resiliencia y la determinación del pueblo para alcanzar un mejor futuro para el país, para ellos y para sus hijos. A pesar de sus esfuerzos, los líderes sociales comunitarios comenzaron a defenderse de las mentiras y se unieron con más fuerza. Realizaban reuniones secretas y movilizaron a la gente para resistir las tácticas de María y su grupo de millonarios.

La situación comenzó a cambiar cuando un joven líder emergió con una voz poderosa y carismática. Con su pasión y visión, inspiró a la gente a luchar por un futuro mejor. Bajo su liderazgo, el pueblo comenzó a organizarse de manera más efectiva, creando redes de apoyo y comunicación para contrarrestar a las tácticas de María, anulando a los comanditos. Inclusive el joven inventó una consigna que se difundió de boca en boca por toda la comarca: "la unión hace la fuerza".

María no podía entender nada y ordenó a sus guardias privados que intimidaran a los líderes comunitarios y sabotearan sus esfuerzos.

Finalmente, el pueblo decidió enfrentar a María. Organizaron una gran marcha hacia su mansión, exigiendo justicia y un cambio en el gobierno. María, al ver la multitud enardecida, se dio cuenta de que había subestimado el poder de la unidad y la esperanza. Y es que ella cargada de suntuosidades y riquezas, al igual que sus amos del Norte, no tenía nada que dar.

Mientras el pueblo cantaba "Unidos pobres de la Tierra" "Uníos los pobres sin pan", María decía, "todo está perdido, pero me queda un recurso, voy a destruir la Rueda de la Fortuna y todo volverá a ser lo mismo de antes. Si, eso haré."

Cegada por la ira y la frustración, María, se dirigió a un antiguo templo donde se decía que encontraría a la vieja que le profetizó el futuro, los guardias de María la encontraron y golpearon obligándola a destruir la reliquia capaz de mostrar el destino.

Creyó que al romper el símbolo, rompería también el ciclo de su mala fortuna y que volvería a estar arriba.

Sin embargo, la realidad no es así. La destrucción de la Rueda no trajo consigo el dominio que María anhelaba, sino el caos y la ruina para ella y sus seguidores. Su mundo y el futuro que quería para ella, se sumió en una inestabilidad sin precedentes y María, lejos de encontrar el poder se convirtió en una paria, odiada y temida por todos. Al final se encerró en una profunda caverna de un lejano continente de la cual más nunca pudo salir.

María, la mujer que lo tenía todo y lo perdió, se convirtió en una patraña, un recordatorio de que incluso los más poderosos pueden caer si se atreven a desafiar las leyes de la sociedad y de la historia.

Oscar Rodríguez Estrada 13 de noviembre de 2024

 



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Oscar Rodríguez E


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