Y dale con esos curas

En carta enviada al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, teniente coronel, Comandante de la Fuerza Armada, querido por los pueblos de América y más allá humanista Hugo Rafael Chávez Frías, los sacerdotes de la Conferencia Episcopal, le piden entre otras cosas al Presidente Chávez, indulto para los “presos políticos”. Y uno desde este lado del computador se pregunta, ¿cuáles presos político? ¿Serán acaso algunos de esos militares que ofendieron a la Fuerza Armada uniéndose a la élite oligarca para romper el hilo constitucional de Venezuela? ¿O son presos políticos los que destruyeron la camioneta de Danilo Anderson con él adentro? No entiendo. Durante muchos años estos curas se han venido imaginando que el pueblo venezolano es bobo. Hemos escuchado a ese que se pone una indumentaria que ya no le corresponde, porque fue echado de la iglesia, hablando de “niños adoctrinados, ideologizados” con toda la parafernalia de un político, obviando que el otro, el Ratzinger, les ordenó no meter su cuchara donde no lo llamen. Advierto, sí usted quiere llamarme comunista, hágalo: prefiero la verdad civil, que la mentira en sotana.

Estos curas al parecer ignoran que en las cárceles, desde hace años, sobreviven hombres y mujeres que cometieron delitos en momentos de angustias, de desequilibrio emocionales, de desesperación y que no son ni criminales ni ladrones. ¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que algunos de estos curas abogan ante el gobierno por ellos? ¡Hipócritas! ¿Cuántas veces hemos observado a estos HOMBRES paseándose por las riberas del Guaire u otros sitios en busca de aquellos que en mala hora cayeron en los vicios, en la mala conducta, precisamente por culpa de esos gobiernos que ellos defienden con tanta pasión? ¡Dígalo, prelado, que vuela entre níveas iglesias, sin entender el dolor que existe fuera de ella! Pero no diga que en nuestro país hay presos políticos. Eso es una mentira del tamaño de una catedral. Ustedes abogan por sus amigos, que se creyeron reyezuelos, insultando, vejando, atentando contra loa sagrada majestad de un gobierno elegido por mayoría. Ustedes no están haciendo el trabajo a que los conmina esa iglesia, cuya riqueza es inmensa, mientras en muchos continentes los niños caen sobre los caminos, de hambre, de aislamiento, porque no reciben la mano de los que son “ministros de Dios” en la tierra. Basta de mentiras, por favor. El mundo sometido por las religiones, que lo induce a la guerra, al fanatismo, a la inmolación, debe despertar. Dios está aquí entre nosotros, cuando compartimos el pan y bebemos de la misma agua. La nueva generación necesita amor, equidad, ser tomada en cuenta, escucharle, darle la mano y estamparle un beso en la mejilla que no lleve otra particularidad que no sea la comprensión y la misma lucha. En Venezuela no hay presos políticos. El candidato de ustedes, los curas, perdió en reciente elección. Deben aguardar para el futuro. Pero si en verdad lo desean, no pueden obviar las verdades. No pueden hacerse la vista gorda ante una nueva etapa, en la cual lo que se busca es que no existan esclavos ni esclavizadores. Jamás en la historia de Venezuela, las cárceles han estado más ajenas a los presos políticos.

Este gobierno es humanista. Sabe lo que es el dolor, pues no viene de una casta oligarca, mantuana, donde reinó siempre la ignorancia hacia los de abajo. El pueblo que votó por Chávez, 7 millones ciento setenta y tanto mil, está escuchando, observando. Es material y lleno de espiritualidad, pero poco a poco se ha ido deslastrando de las complejas raíces teológicas, emanada de una iglesia que al parecer no sube ni baja cerros y que sólo aboga por golpistas y guarimberos. No escribo por el pueblo, empero soy él. Conozco su raíz su dolor, su alegría y en su murmullo escucho muchas palabras que tal vez ustedes ignoran, porque la política los ha sacado del rol que les impuso la iglesia, al entrar al seminario. El gobierno no debe complacer a nadie que en tan corto tiempo ha causado tanto mal y angustia a una nación, que va, sin duda alguna, en pos de una nueva gestión social en pro de aquellos, que durante siglos no escucharon de la voz de la iglesia, nada más que aquello… “Padre nuestro que estás en el cielo”…mientras en la tierra eran sometidos a la esclavitud, que el hombre europeo inventó para penetrarles las mentes con falsedades y “vidas eternas después de muertos”. Hagan su trabajo. “Pare de sufrir” les ha quitado mucha gente a la iglesia católica y los evangélicos también, ¿será porque ellos no hacen de la política la voz que se escuche en sus mensajes? Quienes atentaron contra la democracia son PECADORES Y cómo ustedes deben saberlo, los pecadores van AL INFIERNO

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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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