Lili Ana

No soy el defensor de Daniel Castellanos, no soy abogado, no soy jala bolas. No soy un malhechos altanero que acusa a golpes, ni menos un rufián retrechero que abusa con las damas. Papá decía: “Hijo a las damas ni con pétalo de una rosa” y yo me quedaba sorprendido cuando mamá a veces le hablaba en voz alta a papá y él sonreía disculpándose del mal ocasionado a ella, que solía ser, una llegadita tarde, un olorcito a anís en su boca o un cabellito rubio entre el frontal de su camisa. No, papá no era mujeriego. Exagero, para escribirle esta nota a Liliana Hernández a quien no comprendo mucho en su desquiciada existencia. Claro que a Liliana le gusta la política. Ha militado en AD, el partido de Ledezma y el partido de Julio Carlos Andrés Borges. Una triada. Liliana no es fea.

El hecho de ser mujer la ampara de eso. Pero digo, físicamente, porque esa belleza “interior” de la que habla la gente, en Liliana está ausente. Es grosera, mal educada, chabacana, gritona, sin clase y obstinada. ¿Qué poeta podría escribirle una nota a esta mujercita sin que en ella vaya anotada la risa y la cómica? Porqué Liliana es cómica. Tiene que, Marcel Granier el golpista del bigote ridículo, contratarla para la mediocre Radio Rochela a ver si levanta vuelo. Liliana se la da de dura. La entrevista uno de esos mediocres payasos que ofenden al periodismo, por ejemplo Matacura o “Boquita pintada”Rodríguez y ella suelta las bilis como una culebra atornillada a la orilla del camino. Se planta como una “machito” y de su boca, ausente de palabras hermosas, salen histerias, sifrinadas, babiecadas, tal que si en ella hubiese puesto sus glaucopuretos labios Oscar Yánez. Lili Ana hace pareja con esos armatostes jurásicos, porque ella es una vieja vestida de joven. Es un globo repleto de odios. Creo sin equivocarme, que Liliana duerme con un león, con un pitbull o con uno de esas ulcerosas ratas que pululan los container del camino. Liliana es una mujer rabiosa, pero no guapa, arrecha pero cobarde. Sabe ella que el joven Daniel Castellanos es un profesional del verdadero periodismo y que en su nobleza de caballero, jamás va a caer en las garras de su satánico atropello.

Buscó minimizar a Daniel diciéndole “tu sueldito”, pero en su supina ignorancia Lili Ana no sabe que eso les ha caído mal a todo el mundo, menos a sus invidentes de Primero Justicia, porque esas son personas de otros lugares, de otros parajes, de otras creencias, bien lejanas a la idiosincrasia criolla. No defiendo a Daniel. Es un joven de una gran personalidad. Un profesional que acató con inteligencia el oficio de periodista para ejecutarlo como manda la ética. Daniel no es un palangrista al propio estilo de esos vejetes hediondos a naftalina que laboran en El Nazional, por ejemplo. Daniel es un joven dinámico, lleno de vigor, de fácil palabra y no un Giusti atornillado en el medioevo, con escasos momentos de lucidez mental. Lili Ana no ofenderá jamás a Daniel, porque Liliana es una malhechora de la política. Una caminadora de toldas, un ser sin equilibrio, atormentada, perseguida por fantasmas que la acosan pidiéndole eso que se llama inteligencia en su actitud. Raciocinio en su actuación, madurez en su comportamiento. Lili Ana es una pérdida total de la política, Da lástima, es digna de ofrecerle ayuda psicológica, a ver si logra entender que ha sido una FRACASADA y que de seguir así morirá alguna vez, sometida por la ira, el odio, la maldad que lleva anidada en su pecho y que resulta indigna para ser llamada MUJER, que lo que ofrece es amor, comprensión y educación. Por eso es que Lili Ana, jamás será REVOLUCIONARIA.

aenpelota@gail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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