El envidioso abuelo Monster

Golpista menor

El 12 de abril de 2002 3l abuelo Monster Ledezma salió como un loco enano apertrechado con varios candados por la ciudad. Se dirigió con la fuerza que le daba su escuálido cuerpo de malintencionado al edificio de la avenida Lecuna donde funcionan varias oficinas de la Alcaldía Libertador y sacando fuerza de su frágil cuerpo de sardina, le aplicó un candado diciendo que “Esta vaina es mía”. Más luego, como energúmeno es se dirigió con sus zapatitos de Dopey a la esquina de Marcos Parra y colocó otro…”Esta vaina es mía”, dijo con esa cara de psicópata que se ha de comer el tiempo- Raudo como una tortuga, según Rosales, voló y colocó otro candado más allá, en el edificio de la plaza Miranda. Se frotaba las manitos de monstrico chiquito, mientras el negro Cubillán, otro adeco de fauce horripilante, decía que…”Ledezma no puede cogerse todas las alcaldías…a mi me toca una de ella”. A la señora Monster la cargaba como un trapo, colgando de aquí para allá y de allí para allí, según el intelectual Rosales.

La señora Monster, gritaba…”Toño, Toño, ´e la mae, con este enano que es más avaro que el toño”. El Abuelo Monster, mientras tanto, con esos ojos más pelados que el dos de oro, veía a todos lados, maldiciendo los afiches de Chávez que se conseguía en el camino, porque el Abuelo Monster le tiene un odio arrechísimo a Chávez y ese ha sido su gran problema psíquico: el odio. El abuelo Monster ha vivido su precaria existencia de ADECO entre la envidia y la maldad. Tan perverso es el abuelo Monster, que se enojó porque el país comenzó a llamarse República Bolivariana y eso fue lo primero que hicieron LOS ADECOS al dar el golpe de estado; eliminar la expresión BOLIVARIANA. El abuelo Monster cuando gobernaba AD, se creía un aristócrata. Veía de lado, hacía esperar, se comportaba como un habitante de “bukinjan”, no le paraba bolas a nadie, menos a los que solían ir a la gobernación a pedir una ayuda. Fue gobernador de Caracas a dedo, como era habitual en la IV-R y se llevó hasta la caja chica de la Gobernación. De Alcalde arrasó literalmente hasta con el cochinito de guardar el dinero para el café.

El Abuelo Monster no tiene nada nuevo que aportar. Se la da de arrecho, pero como todo bocón es un cobarde, un golpista, un sujeto que se escuda en los medios desestabilizadores, para aparecer como el hombre que lucha por algo, pero es mentira. Él lucha es por lo que siempre luchó AD: el dinero, las munas del Estado, el barraganismo, la inmoralidad “blancaibañezceciliarené” El Abuelo Monster es un pecador que tenía que estar en este momento en una cama de fuego allá en el infierno de su diablo Bush. El abuelo Monster no es un político. No sabe que significa una lucha social en pro de nada. Como gobernador fue un pilluelo y como alcalde también. Ahora desde el canal golpista globochillón, se une a otro fracasado, demodé, jurásico, paleolítico, llamado OSWALDO ÁLVAREZ PARR (por Paz) debido a que se la pasa como bombillo é túnel, todo el tiempo “prendido”, para despotricar de la REVOLUCIÓN. ¿Qué innovación al sistema político pueden aportar Batman y Robin, que no sea bañarse juntos? Este vividor Monster abre la bocota, se explaya, toma aire, para luego en un acto de pura extirpe rosaleda, intentar inútilmente convencer a un pueblo que con AD se vive mejor (la que vivía mejor era Blanca Ibáñez).

El pueblo se la tiene anotada a los ADECOS, con la esperanza de verlos un día (a la cúpula donde pertenece Monster) encerrados en las cárceles junto a esos hombres que por omisión de unos gobiernos corruptos, se vieron en la necesidad de convertirse en delincuentes. Al abuelo Monster hay que decirle que él y su combo adeco, son culpables de que las cárceles estén llenas de nuestros compatriotas, pues ni AD ni COPEI, con todo el caudal de dinero que manejaron, hicieron algo por educarlos, por proveerlos de vivienda, de amor, de patriotismo, porque a LOS ADECOS Y A LOS COPEYANOS no les interesó nunca que los pobres aprendieran, para que igualmente jamás se les rebelaran. Todavía en algún lugar de Venezuela, en el ranchito más elevado de cualquier barrio, existe algún hombre o mujer, que sigue creyendo aquella imbecilidad de que “adeco es adeco hasta que se muere” y que se niega a ser incluido en todos los programas que el Estado ha implementado para sacarlo del oscurantismo. Al abuelo Monster, Antonio Ledezma, hay que gritarle las verdades en la cara, para que esos oídos que nunca captaron la voz del pueblo, se abran y escuchen que YA ES MUY TARDE…USTEDES NO VOLVERÁN JAMÁS…

aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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