Una muchacha llamada Lucia

Hace pocos días las redes sociales se hicieron eco de un hecho más que bochornoso, abominable. Se trata de la persecución a la que fue sometida Lucia Rodríguez, hija del Alcalde del Municipio Libertador Jorge Rodríguez. En lo que a mí respecta puede ser la hija de cualquier dirigente político del gobierno o de la oposición; el hecho es condenable, el hecho es censurable, el hecho no es aplaudible. Y cuando digo puede ser el hijo de cualquiera lo asumo con franqueza, porque cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos del mundo.

Volviendo al caso de Lucia, todos vimos cómo una joven o varios jóvenes la increpaban y acosaban grabándola por supuesto, endilgándole culpas que Lucia no tiene. La acusaban de la situación de Venezuela, y que por la situación de Venezuela ella no puede estudiar fuera, en Australia por ejemplo. Las otras si pueden nadie sabe quiénes son sus papás ni que hacen y suponiendo que fuesen políticos de oposición tendrían otro tratamiento. También le preguntaban a Lucia: ¿Dónde está Leopoldo?, ¡Qué carajo iba a saber esta joven dónde estaba Leopoldo! después de haber sido dado por muerto y desaparecido por un conocido periodista muy ligado a la oposición. Ahora viendo a la jovencita que la increpaba me parece a mí que ella no hablaba. Simplemente era una ventrílocua que prestaba sus cuerdas vocales para repetir unas palabras que antes había pronunciado una persona mayor. Los jóvenes no son así. Los jóvenes no son intolerantes, los jóvenes no son malvados, esa no es su característica, pero si la de muchos adultos. A mi parecer por la boca de esa joven hablaba su madre o el padre.

Tengo que defender a Lucia, como lo haría con cualquier joven que estuviese en la misma circunstancia. Lo que le pasó a ella, ha venido pasando con frecuencia en los últimos días en el exterior a jóvenes y también a muchos adultos, unos conocidos otros no tanto. Marypili Hernandez fue cuestionada por un beodo en cualquier calle de Barcelona, también el embajador Mario Isea en España. El personal de la embajada en España. Actrices y actores que apoyan o apoyaron al gobierno de Chávez o Maduro en diferentes partes del mundo han sido perseguidos, vejados y algunos hasta golpeados. Eso no tiene otro nombre más que fascismo y puro. Los adultos tienen cómo defenderse y pueden hasta tener responsabilidad en la actual crisis bien sea por culpa o por omisión pero los muchachos no por favor.

Hace poco visitó Caracas el hijo de un asesino. El hijo de una persona que causó muertes y destrucción en Colombia y en el mundo. Se trata nada más y nada menos que el hijo de Pablo Escobar Gaviria, quien se ha dedicado a promocionar un libro de su propia autoría relacionado con la vida del más grande capo del narcotráfico colombiano. Pues, este muchacho que no tiene la culpa de lo que fue "Don Pablo", se paseó con toda normalidad por Venezuela y hasta visitó medios de comunicación en donde fue la vedet, los mismos medios conducidos por manipuladores de oficio que le hacen loas al Hijo de Pablo, pero que se prestan para que a través de ellos se ataque a Lucia y a otros jóvenes que están en la misma situación. Mayor hipocresía la de esta gente.

Muchas son las acusaciones que se le hicieron y se le siguen haciendo a Chávez antes y después de muerto. Pero jamás se le puede culpar de haber promovido el ataque y la persecución a dirigentes políticos de la mal llamada cuarta Republica, ni mucho menos de sus hijos. Soy solidario y lo seré con Lucia y con todos los que sean perseguidos injustamente -sean quienes sean y donde quiera que puedan estar-. Para concluir quiero dejar con ustedes unos versos del poeta Andrés Eloy Blanco:

Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños

que la calle se llena

y la plaza y el puente

y el mercado y la iglesia

y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle

y el coche lo atropella

y cuando se asoma al balcón

y cuando se arrima a la alberca;

y cuando un niño grita, no sabemos

si lo nuestro es el grito o es el niño,

y si le sangran y se queja,

por el momento no sabríamos

si el ¡ay! es suyo o si la sangre es nuestra.

 

josegzambranoa@hotmail.es



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