Es mil veces mentira que los lacayos del imperio quieran medirse en las urnas electorales. Y en verdad no quieren ir a elecciones porque saben que sus ofertas engañosas hicieron que perdieran credibilidad. Esto explica porque ahora recuren al ardid del referéndum revocatorio, que será otra táctica distraccioncita para engatusar a los escasos seguidores que aún se dejan manipular por la pandilla de demagogos y aventureros que no encuentran en que palo ahorcarse. De modo que nuevamente ha quedado en evidencia que esas hipócritas exigencias de enmienda, renuncia, carta democrática, Estado forajido e intervención extranjera son solo parte de una cansona cantaleta de quienes se condenaron a suicidarse en primavera, porque no supieron administrarse para evitar que las ambiciones desmedidas los empujara al precipicio. Total, por algo dicen que el miedo es libre, como también es libre esa tozudez con la cual los fracasados eligen su nicho en el cementerio de la historia.
Por pasarse de listo y hacer malos cálculos, Primero Justicia, Voluntad Popular, Vente, Nuevo Tiempo y Alianza Bravo Pueblo quedaron con el papagayo enredado, pues creyeron el cuento que mejorarían sus posibilidades entregándole la jefatura del parlamento a un enano siniestro como Ramos Allup, para que este después de cometer tantas bufonadas terminara hediendo a cacho quemado. Y porque en política los errores se pagan muy caros, ahora pagaran justos por pecadores, perdiendo de ñapa el chivo y el mecate. A todas estas cabe preguntarse: ¿Cuál será su próximo harakiri?
Por lo pronto, calma y cordura mientras les pase la euforia de un iluso referéndum que será como pelea de borrachos por una botella vacía. ¿Se fijan porque a veces causa arrechera, que después de tocar tantas puertas, descubran demasiado tarde que quedaron dando pancadas de ahogados?
Señores del Aseo Urbano, desde ya deben estar preparados para una próxima recolección de caretas, porque el fulano revocatorio resultara puro peo de agua colonia. O me equivoco.
A los amigos de Aporrea, a nombre de mi familia y el mío propio va dirigida nuestra más sincera palabra de agradecimiento por su espontanea solidaridad.