Bueno eso es más seguro que la muerte. Y nos basamos en ello porque así son todos los bocones. ¿Ha escuchado usted a Pablo Medina durante años? Bueno él es un bocón de altos decibeles, pero cuando sintió que en las rejas de Miraflores estaba el pueblo en 2002, hizo lo que hace todo cobarde: salió pirao. Tuvieron que detenerlo porque de vaina no llegó a la Guaira en la veloz carrera.
No le hemos seguido la carrera a Miguel Ángel Rodríguez, porque “águila no caza mosca”, pero de vez en cuando lo escuchábamos cuando se arrastraba a los pies de Marcel Granier como un mismo efebo de la corte y costura. Era un sujeto que según nos cuentan cuando trabajaba en RCTV todas las tardes al llegar a su casa tenía que depilarse las manos, tal era el extremo jalembe que le aplicaba al de los bigotes de manubrio. Un hombre así da lástima, decía el único payaso que me hacía reír, mi inolvidable padre
Miguel Ángel Rodríguez me recuerda a un condiscípulo de la primaria al que moteaban el “Cumanés”. En la hora de recreo nos reunía a todos los chamos a su alrededor para contarnos sus aventuras. Era el más grande en estatura del salón e igualmente el más fornido. Todos los mirábamos como al celebre Dark Búfalo de la lucha libre en versión escolar. Decía que en su natal Cumaná le había dado trompadas hasta a los de secundaria y que un día lo tuvieron que agarrar cuando se enojó de tal manera que le aplicó una estranguladora al hijo de Antonino Rocca(un célebre luchador que según vivía cerca de su casa). Decía que su padrino era el boxeador Ismael España y que éste lo estaba enseñando a boxear, pero que cada día tenía que cambiar la pera loca del gimnasio porque él, la rompía con sus nudillos.
Un día a uno de mis compañeritos el “Cumanés” le pegó un terrible guataco en la oreja. Lo hizo con tanta fuerza, que Aristóbulo Morales como se llamaba, Salió llorando y gritando que se lo iba a decir a su hermano. El “Cumanés” reía y gritaba capachero que “Tú sabes que yo no le tengo miedo a nadie” Todos lo miramos con rabia disimulada, pero a la vez pensamos: “Qué bravo es el “Cumanés” y le sonreímos obviando a Aristóbulo Morales que tenía la oreja más roja que la capa de caperucita y que se la sobaba en un rincón del patio de recreo.
Miguel Ángel Rodríguez es igualmente capachero. Grita, les echa saliva en la cara a sus interlocutores, maldice, patea y zapatea, amenaza y balbucea como un mismo demente en estado paranoico. Hace poco confesó ante la prensa que “Les pido a todos que salgan a CACEROLEAR, a gritar, a causar caos contra el gobierno, porque los negocios con los chinos son malos” (no textualmente, pero muy cerca) Me recuerdo del “Cumanés”.
Al siguiente día el hermano de Aristóbulo estaba en la parte afuera de la escuela. Era de la estatura del “Cumanés” pero delgadito. Lucía una boina en su cabeza y vestía una batita gris sobre su camisa blanca. Observé que cerca de él estaba un caballete y unos lienzos, descubrí que ese niño era un artista aprendiz de pintura. Todos sentimos pena por él; el “Cumanés” sin duda lo iba a destrozar. Pero una cosa piensa Miguel Ángel Rodríguez, perdón, el burro y otra el que lo va a montar. Cuando diez minutos más tarde la maestra y los profesores salieron corriendo a detener la desigual pelea, el “Cumanés” echaba sangre por las fosas nasales, los ojos los tenía tan amoratados, que casi no les salían las lágrimas, y los gritos que pegaba se escuchaban en todo el barrio. El hermano de Aristóbulo Morales ni se ensució. Agarró sus bártulos, hizo un ademán de saludo y se marchó. Hoy escuchando a Miguel Ángel Rodríguez dándosela de arrechote, gritando como una guacharaca premenopáusica pensamos, ¿no será Miguel Ángel Rodríguez una nueva versión del “Cumanés”?
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