Cuánto vale la oposición

Una de las grandes flaquezas de los grupos y asociados que se oponen a la construcción del socialismo es que fingen ignorar los valores de la nacionalidad y de la soberanía. Este abanico abarca desde los cavernícolas de JAVU hasta los adecos disfrazados pasando por los carmonistas (que son todos) empeñados en negar el país, su historia y los valores libertarios de nuestros antepasados de ahí a venderse al mejor postor hay un paso corto.

Resulta patético ver a intoxicados mediáticos enarbolando banderas con siete estrellas y anclas de la televisión privada hablando de la República de Venezuela, en lugar de la República Bolivariana de Venezuela. Lo vimos en el recibimiento que el Ministerio del Poder Popular para El Deporte y la Alcaldía de Libertador organizaron en homenaje al equipo de fútbol La VinoTinto por su desempeño exitoso en La Copa América. Ese sentimiento unánime fue perturbado por grupúsculos opositores dominados por una carga de odio y de genuflexión ante el libre mercado capitalista que, no les deja espacio para la racionalidad y menos aún, para la generosidad.

Durante la campaña electoral de 1998 que llevó a la presidencia de la República a Hugo Chávez Frías, me tocó conversar con una joven, egresada de la Universidad de Carabobo e hija de emigrantes europeos. Recuerdo que me llamó la atención los argumentos que exponía para no votar por el Comandante: esgrimía la condición de militar e insistía en que no tenía aspecto de Presidente. “Los presidentes de Venezuela han sido doctores y de buena familia” recalcaba para dar énfasis a su argumento. Pero donde mostró su lado oscuro y mezquino fue cuando dijo que “estaba cansada de oír hablar todo el tiempo de Bolívar, de la guerra de Independencia; es un fastidio, a mi lo que me interesa es mi carrera”.

Asocié esta expresión egoísta con el acto en Miraflores el 12 de abril de 2002, cuando Carmona El Breve descolgó el retrato de El Libertador y se autojuramentó con las consecuencias que conocemos. Tantos años de prédica apátrida en Colegios y Universidades privadas dieron resultado. En las 48 horas que les tocó controlar el aparato del Estado ejercieron una represión feroz y uno de los más conspicuos líderes fue un alcalde que se dice descendiente de Simón Bolívar y cuya progenitora tiene cuentas pendientes con la Contraloría General de la Nación, por aquello de regalar el dinero de PDVSA a su hijo y a sus amigos para que fundaran lo que llaman de manera inadecuada Primero Justicia.

La actual campaña de medios en contra de las Fuerzas Armadas Bolivarianas tiene su origen en ese sistemático lavado de cerebro ejercido por los derechistas que, reniegan de los valores de la nacionalidad, que insultan y agravian a nuestros Padres Libertadores banalizando su papel en la formación de la nacionalidad venezolana. Para ellos, las FANB y los cuerpos de seguridad deben estar al servicio de los grandes intereses económicos y repetir cuantas veces sea necesario masacres como la del Caracazo o la de El Amparo. No debe ser el pueblo en armas. Pensar eso, es inconcebible para la derecha.

La negación de la soberanía de Venezuela, la expresan cuando reciben financiamiento de los EEUU, de la derecha española y de cuántos gobiernos gorilas quieren derrocar el legítimo poder que encarna el Presidente Hugo Chávez. Alguien decía que en política la ingenuidad es un crimen, en el caso de la oposición local, el hecho contundente de enviar una carta a los gringos para que no les corten los churupos, los convierte no sólo en mercenarios sino también, en el hazmerreir del mundo político continental. Por torpes.

Indudablemente son patéticos, no creen en la democracia y tienen miedo de medirse electoralmente con el líder indiscutible del proceso revolucionario.


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Héctor Agüero


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