No debo callar (1)

Así llegaron Caldera y Rómulo en 1959

Y se defecaron en la patria venezolana. Crearon el Imperio Puntofijista y saquearon el Erario Nacional para entregarles a su aláteres millones de bolívares para que construyeran al Este de Caracas el “suitdrim” que anhelaban desde que intervinieron en la bufa la caída de Pérez Jiménez para hacerse con la patria , se les dio,

Caldera y su corte compartía tragos y efluvios franceses con la misma gente de Pérez Jiménez. Igual los adecos de la cúpula: los del barrios, los que se halan las greñas entre los vericuetos y callejones del barrio, sumidos por los mismos adecos , que se habían constituidos en los “intelectuales del partido para joder al país bolivariano, permanecían en la ignorancia, para que no supieran diferenciar “forma de viva” de “forma esclavista”, “por que adeco es adeco hasta que se muere”, según la conseja que le dio el pederasta mayor Rómulo Betancourt, para que hicieran el ridículo, como lo hacen algunos en el Metro de Caracas (el tren) actualmente?

No se ha dado cuenta usted, amigo lector, que en los barrios no tenemos vecinos con apellidos Allup, París, Ravel, Granier, Blyde, Ocariz. Otero, Graterón, Pascuali, Urosa, Luckert, Ugalde, Radonski. ¿Cuántos dueños de bodeguitas llevan ese apellido en el barrios Cerró del sol? ¿Cuántos jóvenes que forman los batallones de nuestro glorioso ejército son apellidados con esos tugurios apellidos? No seamos tontos. Los adecos y los copeyanos son los mismos Borges, fascistas, Pascuali Mercedes Pulido que con rostro pérfidos y teatreros lupanarios intentan hacernos creer que “todos somos café con leche en esta nación”.

Fue detestable ver en un video que exhibió Mario Silva al vejete Pascuali. Vestido de cantante de barrio porteño, sumido en el medioevo, troglodita como un campeón, se dedicó a despotricar de Chávez y de los revolucionarios. Es nuestro enemigo. Dijo que “a nosotros se nos ofende, se nos tilda de traidores y vende patria, ect, etc” el glaucopureto, atravesado por una lingüística de cañaveral bilharziano, no tuvo tupé para viajar a su mundo troglodita para darse cuenta que a los pobres ellos los estuvieron atados a la interminable cadena de la esclavitud durante muchos siglos.

La señora Mercedes Pulido, con pinta de aristócrata countriCULIANA, luciendo un hermosos traje, maquillada con finas especies francesas, delineadas sus cejas, nada parecidas a las de Julio Borges, con esmero y dedicación en uno de esos monárquicos salones, mirando de soslayo como en las novelas de Ághata Christie, creyó que sus finas palabras todavía podían deslumbrar a alguien como en la IV-R mientras la periodista le “sacaba los granos verbales”, Mercedes despotrica de la ofrenda que se le hace a Bolívar. A esa misma hora, las mujeres del pueblo maquilladas de gloria y amor por sus congéneres y su patria, tejían las estrellas que desde ahora en adelante llevará nuestro pabellón nacional. Mientras Pascuali, igualmente trajeado de Clark Gable, con bufanda y todo, moviendo la boca tal Jerry Lewis subdesarrollado, alababa a Savino Urosa y al clero que pedofilia como monte, los hombres del pueblo, a los que se refirió Bertold Brecht, andaban pensando en como planificar la defensa de la patria que los vio nacer, si es que a cualquier comemierda gringo u oligarca latinoamericano se atreve a pisotear.

aenpelota@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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