Miguel Salazar, antiguo compañero de clases y de café de la catira Vanessa, sale por segunda vez a atacarla con mentiras que él mismo “combatió” en los pasillos de la Universidad.
Está claro que el “sesudo periodista” sabe que existe una vaina llamada “estrategia de mercadeo” porque cada vez que se mete con alguien, en una andanada de chismes y calumnias, aunque sean los amigos del calumniado salen a leer su pasquín.
Creo seriamente que ponerse de pico y pala con este señor cuya frustración se mide por la grasa acumulada en la barriga, es caer en su jueguito de “revolucionario sin tacha que hasta con el corazón destrozado es capaz de hacer la denuncia”. Sobre todo porque él es claro como el agua: su arrechera tiene que ver con que la catira le negó pautas publicitarias para su pasquín.
Pero señor Miguel, entienda de una buena vez, es altamente probable que las pautas corran en impresos que llegan a mucha gente. Imagínese usted que se las den a usted… se quedan los candidatos sin campaña porque es muy poca la gente, para no exagerar diciendo nadie, que lee su pasquín, sobre todo porque ni chavistas, ni comunistas ni escuálidos saben donde está usted parado. Parece, más bien, una ametralladora redonda, que dispara para todos lados ganándose el desprecio y la incredulidad de todos los bandos.
Mi consejo para quienes quieren y respetan a Vanessa: no se pongan a responderle a este señor, porque cada vez que alguien escribe algo remite inmediatamente al articulito ese donde –el lo sabe- dispara mentiras y más mentiras metiendo en su juego a compañeros como Batatín (antiguo compañero de clases de ambos) para hacer más creíble el cuento.
Miguelito, ratoncito, gordito, mentirosito: tú mismo estás asesinando la posibilidad de que tu pasquín algún día pueda convertirse en referencia de algo; aunque sea compitiendo y compartiendo con la rata Poleo porque ese, por lo menos, nació tomando partido por la reacción más derechista del país. Tú, que juegas al comunista serio, límpido, puro y responsable, naciste con plomo en el ala: tus mentiras no se las cala nadie, porque hasta para ser mentiroso hay que tener estilo.
SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO
Ana T. Gómez (la guara)
