Echeverría: un marista fariseo

El DRAE incluye tres acepciones del término fariseo, que cuadran casi perfectamente con la imagen y el comportamiento de William Echeverría, el fugaz ídolo de la oposición, luego de su show en la entrega del Premio Metropolitano de Periodismo Aníbal Nazoa, el jueves en la sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño.

La primera acepción se refiere a una secta judía que simulaba rigor y austeridad, pero eludía los preceptos de la ley, y sobre todo, su espíritu. El Sr. Echeverría ostenta un rosario en el cuello y vocifera su condición de “marista”, seguidor del “humilde santo Champagnat”, pero miente descarada y soberbiamente ante todo un auditorio, al hacerle ver a la presidenta del jurado del premio, que una vez que le permitieran hablar, aceptaría la condecoración que gentilmente le ofrecían. Le acercan un micrófono, pero el sujeto en vez de cumplir su palabra, lee un discurso de cinco páginas plagadas de mentiras y lugares comunes, sin asomar uno solo de los excesos cotidianos de los medios privados contra Chávez y la mayoría de la población venezolana que avala su gobierno. Finalmente, declara dramáticamente que no puede aceptar el premio, pero que le donen el dinero a su cofradía, que según él, sabrá hacer buen uso del mismo. Semejante caradurismo sólo iguala al de Carlos Andrés Pérez.

Pero aparte de mentiroso, el Sr. Echeverría es un gran hipócrita, que es la segunda acepción de fariseo. Él engañó al jurado que le otorgó una Mención Honorífica, gracias a una supuesta posición “objetiva” en su desempeño profesional, y a su discurso de “conciliación”, y de “reconocimiento del otro”. Claro, en un país donde los periodistas opositores son voceros fanatizados de la derecha, que uno solo de ellos muestre cierta ponderación, puede confundir a cualquiera. Pero, ¿cómo puede ser honesto y objetivo alguien que habla de conciliación y escupe la mano que se le tiende, en un gesto de amplitud del cual no son capaces sus copartidarios? ¿Qué le va a decir usted a su hijo Sr. Echeverría, cuando mañana le pregunte por qué si usted habla de respeto y adopta poses de santón, fue capaz de hacer lo que hizo, y además ante las cámaras de la empresa para la cual trabaja? ¿No se percató que además de ofender a la familia de Aníbal Nazoa, también ofendió a sus colegas y especialmente a aquellos que son opositores como usted, pero que sí aceptaron el honroso galardón?

Por supuesto que sí. Usted no es bruto. Sólo cumple el papel que le asignaron y aceptó, en la farsa que niega al gobierno más legítimo que hemos tenido en Venezuela, que niega que en el país hay una feroz lucha de clases impulsada desde los medios privados, pero que no admite que alguien de la clase media sea chavista. Usted es parte de la maquinaria fascista que siendo minoría pretende someter a la mayoría, para seguir privilegiando a los grandes dueños del capital. Usted forma parte de la ultraderecha católica que defiende a quienes intentaron violar a la agente de policía Sofía Aguilar en Mérida. Usted es de los cristianos que no atacan las razones de fondo que causan la pobreza, porque la idea es tener pobres con quienes practicar la “caridad”. Usted como miembro de la derecha, condena a Chávez por darle educación, salud, vivienda, trabajo y conciencia a los pobres, y encima se autocalifica de “Quijote”. Eso le queda muy grande Sr. Echeverria.



La tercera acepción de fariseo es “hombre alto, seco y de mala intención o catadura”. Sin palabras.

charifo1@yahoo.es


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Douglas Marín


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