Globovisión = plomovisión

No vemos con frecuencia la pantalla del odio; de la disociación intransigente de una minoría cada vez con menos pueblo televidente pero cuando, por curiosidad, nos sumamos a su 10% de espectadores, no hemos visto nunca más en la pantalla de Ravell, al periodista y perifoneador de apellido Figarella. Que uno recuerde, los últimos reportajes por ese medio los transmitió el guayanés desde el litoral guaireño, cuando ni siquiera se pensaba en “trocha”. En esa ultima oportunidad fue cuando el periodista Figarella identificó el espacio como “plomovisión”, lo que fue interpretado como la intención de opacar la metáfora del Presidente Chávez, cuando catalogó la andanada de falsedades difundidas por “Grado 33”, como “plomo parejo” al estilo llanero.

Ahora bien, tenemos que reconocer que casi todos los medios de comunicación de empresas privadas, están dirigidos por cerebros enajenados bajo el tutelaje de hombres que tuvieron una frustrada juventud, tipo “gallo pelón”. Hijos de hombres y mujeres que sufrieron cárceles, privaciones y clandestinidad, que jamás como nuestro roble, se quebraron ante la maquinaria del crimen gomecista, ni ante la cobarde mafia de asesinos pérezjimenista - bentancouriana o la de Carlos Andrés Pérez.

Volviendo a Figarella. Al menos en la práctica de calle, tenemos la percepción de que fue reemplazado por el afloja tuercas de la “trocha”, apellidado Fuenmayor. Lo que da lugar a pensar, sólo por el apellido, que este es un desertor ideológico de los revolucionarios maracaiberos. Primera ascendencia: Juan Bautista Fuenmayor. Qué diría este viejo revolucionario si estuviera vivo, de un nieto suyo, pulseando trayectoria de grandeza por los peldaños del enemigo de causa.

Dicho lo anterior, veamos parte de los hijos que erizan ante la firme trayectoria de sus padres y madres. Ya asomamos lo inocultable de la planta televisora que utiliza el canal 33. Pero hay más. Y es que, el que dispara y aspira que nunca se le moje la pólvora, lo mientan Federico Ravell, “gallo pelón”, hijo del luchador yaracuyano, antigomecista hasta la muerte, bien llamado Alberto Ravell, hombre de una sola pieza y nunca bravucón oportunista. Certero y solidario con los demás luchadores, aunque estuvieran en la vereda de enfrente, Ravell padre jamás usó los micrófonos para defender a la canalla capitalista.

De aquel hombre nació el “gallo pelón”, oportunista como es el que hoy, encompinchado con el veterano “mata cura”, se dedica a fichar en cámara a quienes, como su padre ayer, luchan hoy por la reivindicación de los desposeídos (mosca, camaradas estudiantes. Particularmente los que participaron en la sesión de la Asamblea Nacional). Alexis esta vivo pero en la memoria del pueblo, como lo estarán los dos camaradas que tuvieron la osadía de pincelar la fachada de plomovisión, a quienes después de zarandearle la imagen por la pantalla, fueron asesinados en Capuchinos, como Alexis en el 23.

De “plomo al hampa” en Puerto Escondido, nidal de Alfredo Peña, después que se nos fue Miguel Otero Silva, no es necesario entrar en muchos detalles. Todo el mundo sabe de la voltereta, en negativo por supuesto, que le dió a “El Nacional” el otro “gallo pelón” que nombran Miguel Enrique, hijo del camarada y fundador que nunca arrugó ante los que su hijo en mala hora enajenó el prestigio de la creatura del poeta. Y uno, desde acá, donde el poeta se inspiró para cantarle al Niño Campesino, no puede menos que enviarle un cariñoso saludo a la matrona María Teresa Castillo, luchadora con Miguel, desde los tiempos de “Puente Trinidad”. Y que nos disculpe las verdades a su hijo. Ella no tiene la culpa. Pero es su madre. Y “al gallo pelón” que se agarre duro del mecate de la SIP, pues ya no es ni economista (se le olvidó) ni jamás ha sido ni será periodista. Ni siquiera sabe quien fue Arístides Bastidas.

Ahora resulta que a la cizaña se suma el nieto del cumanés, Andrés Mata, también poeta y fundador de “El Universal”, decano de la prensa escrita. De este andrecito no es mucho lo que hay que decir, como no sea que amplió la línea editorial conservadora de su periódico para reforzar la campaña contra Venezuela que vienen manifestando desde el exterior. Y en cuanto a lo interno, de la línea conservadora, puso el periódico al servicio del golpismo y el odio contra el Presidente Hugo Chávez.

Por su parte, el hijo de Carlos Eduardo Frías quien fue amigo y camarada de Miguel Otero Silva, de nombre Hernán, distorsionó el eslogan de su padre para imponérselo a unas cuantas mentes desordenadas de la memoria estudiantil a quienes también recomienda “permítame pensar por usted” para que sigan clamando por el regreso del canal de Barcenas.

Ahh, el padre que hizo bautizar a su “pollo pelón” con el nombre de Stalín, debe estar arrepentido porque acertó: su retoño emula al dictador de acero, quien estando el camarada Lenin en el lecho de muerte, humilló a Krupskaia la fiel camarada y esposa del líder. Un hombre así, no puede llamarse leninista.

Pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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