Es cierto que ante la amenaza de invasión de Estados Unidos, donde todas las opciones están sobre la mesa, la afronta de Colombia, la propagación de fake news, y las fotos de Guaidó con los Rastrojos, ¿quién se va a estar preocupando porque en la televisión un grupo de jinetes desaforados persigan a un toro, lo halen por el rabo y lo tiren contra el suelo?
Quizá no sea un problema para Wladimir Villegas, ni desvele a Mario Silva, menos al Fiscal y la Sociedad Protectora de Animales, si es que existe. Pero lo que sigue siendo cierto es que el llamado coleo, considerado al parecer como un deporte, no solo se pone en práctica en una manga, que es el sitio donde se desarrolla; sino que sea transmitido por los medios.
Lo veo cuando hago zapping y me detengo en el canal del llano y sin ocultar el estupor observo la manera cruel en que es perseguido y arrastrado el pobre toro. Pero repito, no puedo creer que tamaña hazaña sea transmitida por televisión y menos por un canal del Estado.
Y no voy a caer en el lugar común de los valores, de la formación infantil ni de argumentos por el estilo, que también es cierto que son afectados. Lo que cuestiono es que la crueldad sea exhibida con anuencia de un Estado indiferente, en la que Conatel hace mutis, y sin que nadie se alarme.
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