Censura a la orden del día

Decía el escritor y periodista británico George Orwell "si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oir"

Como es obvio, existen ciertos temas que no deben ponerse en tela de juicio a causa de los intereses creados que los rodean, por lo que es menester distinguir entre el tipo de censura que se imponen voluntariamente los medios de comunicación e información y aquella que proviene de los gobiernos o grupos de presión. Toda gran organización cuida sus intereses lo mejor que puede y si ello se hace a través de una propaganda descubierta, nada hay que objetar. El problema no está en que se prohiba específicamente "esto" o "aquello" sino que se crea una atmósfera maniqueista entre lo que está bien y lo que está mal decir a través del ejercicio de la libertad de expresión y cualquiera que desafíe esa ortodoxia será silenciado con asombrosa eficacia. La crítica y la libertad intelectual son principios arraigados en la cultura occidental pero que deben emplearse con acertividad y desde luego con celeridad sin ánimo alguno de agredir o injuriar a quienes vayan dirigidos. Estos principios acarrean una enorme responsabilidad y más aún cuando se trata del poder público o de organismos poderosos como el clero. En política sucede muy a menudo cuando los partidos políticos de turno abarcan funciones de Estado y que al cuidado de sus intereses esquivan a toda costa cualquier desaveniencia mediática en la que su reputación y estabilidad se vean comprometidas y sin escatimar si la censura viene desde adentro lo que importa es la supervivencia del sistema; uno no debe esperar por ejemplo, que Venezolana de Televisión transmita algo desfavorable al gobierno venezolano o que Radio Vaticano hable mal del Papa.

En el caso venezolano, hoy en día gracias a la tecnología es posible publicar artículos o información crítica al actual sistema de gobierno pero hacerlo amerita un enorme riesgo personal y equivale a condenarse a ser ignorado hasta por los medios importantes. Se vive consciente de que eso "no debe" hacerse y aunque arguyera de que lo que se dice es cierto la respuesta es tildarlo de "inoportuno" y "al servicio de intereses imperialistas". Un simple tuit o publicación a través de las redes sociales que ponga de manifiesto un acto de corrupción o la ineficiencia del actual gobierno podría costarle a cualquier ciudadano un expediente judicial, persecución o censura eso incluyendo el bloqueo de portales y páginas web, el retiro o bloqueo de material audiovisual susceptible y todo tipo de procedimientos viciados que silencien la verdad manifestada y lo mas lamentable es que funcionarios y jueces que un día juraron defender la ley recurran a la prevaricación para firmar sentencias en contra de quienes ejercen sanamente la libertad de prensa y de expresión.

La censura oficial es mala, venga de gobiernos de izquierda o de derechas y no hace mas que evidenciar el atraso cultural de un país, el allanamiento a la libertad individual y la involución de los derechos civiles. El populismo y las pasiones políticas a veces llevan a los ciudadanos a hacer plausible métodos totalitarios en contra de sus adversarios sin darse cuenta que esos mismos medios puedan ser usados algún día en su contra; quienes sostengan dichas posturas no se dan cuenta que al apoyar dichos medios represivos llegará un momento en que dichos métodos seran usados contra ellos y no por ellos. Si se hace de la censura un hábito contra individuos adversos y sin juicio previo tal vez este proceso no se limite solo a adversarios sino también a propios.

El silencio es abrumador, en donde la crisis hace mella en el bienestar común y un estado social en quiebra hacen tambalear un gobierno que yace en sus peores números. El chavismo liberal se resigna al culto de la personalidad a Chávez como último recurso tal vez como reminiscencia a la época de las vacas gordas de "La Revolución". La palabra sabotaje se ha convertido en el hábito mediatico por excelencia y cualquier falla o problema del sistema que evidencie la mala administración se le etiquetará como tal o peor aún "traición a la patria". Se maquilla la realidad con guerras ecónomicas y sabotajes imperialistas pero no se habla de las miles de hectáreas de tierras baldías, de la diáspora de miles de jóvenes, del deterioro del sistema eléctrico, de la quiebra de Agropatria o de las cifras anuales y mensuales de la inflación que desde hace cinco años el Banco Central de Venezuela dejó de publicar. Cito un ejemplo más: el canal del estado, Venezolana de Televisión celebró los 17 años de los hechos del 11 de Abril del 2002 con frías menciones a Raúl Baduel lo cual fue algo así como conmemorar la Revolución Rusa sin hablar de León Trotsky y sin embargo este hecho no causó indiferencia alguna aun en las propias filas del chavismo ante semejante acto de piratería histórica.

Las redes sociales y medios electrónicos no salen idemnes de la represión comunicacional, sin embargo sobreviven a la ola de atropellos en contra de la libertad de expresión, una verdadera batalla la cual la implacable maquinaria gubernamental no ha podido ganar del todo. Si Maduro no ha podido ganar esta batalla no es porque no quiera o no pueda sino porque aún le interesa quedar bien parado ante la comunidad internacional haciendo arengas de un hipócríta espejismo de democracia pero que cuando consiga la fórmula correcta no vacilará en liquidar o tomar el control absoluto de estos medios. Esta dificil situación hace recordar el verso del poema Juan Bimba de Andrés Eloy Blanco: (...) "su alegría esta reglamentada como el tráfico y cuando ríe de un todo es con permiso del gobierno". Que triste es cuando un ministerio decide que es lo que se debe decir, publicar y lo que no. La CONATEL actúa como una sala de torturas donde se estrangula la libertad de prensa: se oye, se intercepta y se investiga minuciosamente día y noche todo lo que se difunde o se publica a través de los medios digitales. De palmo a palmo se intercepta cada onda del espectro radioeléctrico y cuando una radio o estación de televisión dice algo desfavorable se decomisan los equipos, se suspende o se revoca la concesión al medio sin importar la ola de desempleados que ese cruel procedimiento ha dejado porque la necesidad señores no tiene distingo político ni ley. La represión trabaja a toda máquina y si de medios impresos se trata la Corporación Maneiro es el esbirro por excelencia para decidir a que medios impresos se les da o se les niegan las bobinas de papel necesarias para que estos circulen a nivel nacional. Esta institución gangsteril que sin escrúpulos ha negado el papel a diversos periódicos nacionales es responsable del cierre de los mismos por la falta de papel y culpable por el desempleo de cientos de periodistas que viven de la profesión para la cual se han formado. Ni en la dictadura de Pérez Jimenez se utilizó tan vulgar procedimiento.

Es hora de entender que esa aberrada idea de medios chavistas u opositores debe desaparecer. El problema no es que existan medios de un bando o de otro sino que el grueso de la cuestión aquí planteada es que simplemente existen verdades soterradas que las organizaciones no quieren que se sepa; que todos tenemos derecho a saber esa verdad y que todo ese dinero que se gasta en censores, espionaje y aparatos de intercepción se use para resolver los problemas ineludibles que vivimos cada dia los venezolanos.

Todo este enredo y la manipulación de medios inescrúpulosos ha causado una serie de sesgos cognitivos en la población y en los liderazgos políticos, por ejemplo, un chavista que critique al gobierno de Maduro será visto como un lacayo del imperio, vendepatria o mercenario aun cuando sus argumentos sean probables. La oposición no escapa de ello, una persona aun con una ideología conservadora pero apartada de los principios de la vieja escuela y que haga alguna crítica a las fallidas políticas de los lideres pro-MUD se le tildará de enchufado, chavista infiltrado o comunista aun tambien cuando lo que argumente sea cierto. Miles de estos ejemplos los vemos a diario mientras revisamos las redes sociales donde la confrontación se da banquete con la ignorancia y la vehemencia de muchos, en lugar de imponer la democracia y el derecho a que cada quien exprese sus ideas aun cuando fuere politicamente incorrecto. Esto puede sonar como una utopía pero simplemente es reconocer y tolerar a nuestros semejantes mas alla de que sus ideas sean diferentes a las nuestras.

De la hegemonía bipartidista de AD y COPEI hasta la autocracia del PSUV hoy día, no hemos aprendido a reconocernos el uno al otro. Desde el venezolano de la generación baby boom hasta el millenial han crecido con una vaga idea de lo que significa pragmáticamente la democracia y creemos que esta se materializa con la diversidad de partidos políticos y elecciones limpias. De la democracia nace la ética donde la justicia, el bienestar y la felicidad común resposan sobre ella, donde cada quien ejerce sus libertades individuales o derechos sin dañar los del otro y hasta el mas vil criminal tiene garantizado su habeas corpus o derecho a la defensa, donde los gobiernos son transitorios y los estados permanentes; donde una simple caricatura de un presidente sea graciosa en lugar de causar alguna incomodidad y como dijo el general y ex-presidente de Venezuela Carlos Soublette: "Venezuela no se ha perdido ni se perderá porque un ciudadano se burle de su presidente. Venezuela se perderá cuando su presidente se burle de los ciudadanos".

 



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