Reinventemos la Comunicación Popular

En estas guerras del siglo XXI por la soberanía, por el derecho a la paz y la justicia para todos, los misiles mediáticos hacen tanto daño como los drones o aviones no tripulados. La infantería y la caballería permanecen ahora sentadas en cómodas poltronas manipulando las computadoras que hacen el papel de inteligencia y de contrainteligencia en vastas salas provistas de aire acondicionado, música ambiental y café recalentado. Atrás quedaron las confrontaciones bélicas demarcadas en ámbitos específicos, solo para extirpar al adversario de manera puntual y quirúrgica. Hoy las guerras son avaras en cuanto a producir víctimas directas. La forma como las fuerzas imperiales dan cuenta de los dirigentes de movimientos populares en varios confines del planeta es ilustrativo.

No estamos descubriendo el agua tibia ni creando falsas alarmas. Simplemente constatamos que la lucha por la desigualdad y por una vida digna está presente y late con fuerza en este mundo globalizado, que continuamos a enarbolar las banderas de la justicia social en esta Patria que nos legó El Libertador y nuestro líder Hugo Chávez.

Y que, frente a un adversario feroz y astuto, requerimos reinventar formas de lucha en el campo comunicacional. Sobre todo en el mediático, donde la cuestión comunicacional y su comprensión pasa por entender lo vital que es para el movimiento revolucionario calibrar en su justa medida este sector.

Un balance de los últimos años nos muestra que luego del impulso inicial que arrojó varias leyes para el sector comunicacional, que podemos calificar de justas y adecuadas, se produjo una suerte de frenazo que persiste aún. Nos cobijamos en la figura del Comandante Eterno, un comunicador excepcional y minimizamos la preparación de la artillería del pensamiento. Pasamos de la posición ofensiva a la posición defensiva.

La Ley Orgánica de Telecomunicaciones, La Ley Resortes, El Reglamento de Radiodifusión Sonora y Televisión Abierta Comunitarias, La reforma a la Ley de Cinematografía, entre otros soportes legales, fueron iniciativas y realizaciones contundentes para su momento pero que no han tenido seguimiento ni evaluación. Hoy nos toca proponer al Gobierno de la Eficiencia en la Calle un Plan Comunicacional Regional con alcance nacional que agrupe el archipiélago de radios y televisoras que reclaman su adhesión al pueblo, que dé pasos agigantados para implantarse sólidamente en la redes sociales, que tenga presencia viva en los medios privados tanto impresos como radioeléctricos, no solo como propaganda institucional sino a través de programas de opinión, noticieros, telenovelas, magazines, deportivos y por qué no, farándula.

Las radios y televisoras comunitarias propiciadas por CONATEL deben nutrirse solo de las comunidades de donde surjan, renovarse, ser autónomas en su administración y responder a un Plan Nacional Comunicacional que encause una línea comunicacional concordante.

Los medios impresos requieren multiplicarse en todo el territorio nacional y asegurarse una distribución igual o mejor que la que poseen los periódicos tradicionales. Ciudad Caracas CCS en el Oeste caraqueño y El Nuevo Día de Paraguaná son buenos ejemplos a seguir.

Las emisoras en AM y FM también necesitan un nuevo aliento fresco que las acerque más al quehacer cotidiano, al modelo social por el cual luchamos.

Carabobo, al igual que otras regiones, necesita un gran Centro de Producción Audiovisual que nutra las radios, las televisoras, los medios impresos y las redes sociales de contenidos acordes con las tareas del gran Polo Patriótico. Dicho en palabras del Plan Nacional Simón Bolívar “fortalecer los medios de comunicación e información del Estado y democratizar sus espacios de comunicación”.


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Héctor Agüero


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