"Si supones que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si supones que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas".
(Noam Chomsky)
De acuerdo a la definición de la Real Academia, quimera tendría dos acepciones:
1 Sueño o creación imaginaria que se toma como real, siendo ilusoria, vana y casi imposible de conseguir
2 Animal imaginario con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón, que vomita llamas por la boca:
Releyendo mis textos publicados en Aporrea, y en apoyo al reciente artículo del Profesor Tomás Byrne, me encontré con una serie de informaciones y reflexiones que apuntan efectivamente a develar una quimera comunicacional en el Táchira en la que, curiosamente, encajan las dos acepciones. Por ello me permito citar algunas de ellas:
1. En el estado Táchira, su inmensa masa campesina lo único que escucha es la Radio del Ejército de Colombia
2. BUENA TV y al menos 8 emisoras comunitarias han cerrado sus transmisiones por falta de recursos, en tanto los medios de comunicación comerciales reciben inmensas cantidades de organismos del Estado venezolano, que ya sabemos a qué se destinan.
3. BUENA TV sufre el cerco económico de un poder constituido que actuando como “Quinta Columna” ha aplastado despiadadamente el sueño de una televisora para el pueblo, que aspira realizar sus supremos ideales de libertad y justicia en la marcha de un proceso humanista, de inclusión y solidaridad.
Ahora bien, no es posible un cambio de modelo socio-político sin conciencia revolucionaria y ésta no puede darse sin medios de comunicación comprometidos y cuando se calla un medio de comunicación rebelde o progresista, se cercenan las esperanzas de un pueblo con inmensas espernzas
El funcionario de gobierno que permite el cierre de un medio comprometido se lleva por delante las mejores causas de la revolución y aunque suene duro, está a un paso de ser un traidor a la revolución, si es que ya no lo es.
La salvación de BUENA TV y estas 8 emisoras pasa por una política de Estado que reoriente las inversiones que se hacen en materia comunicacional. No se trata de cerrar los comerciales ni de solicitar donativos, sino de crear justicia y equilibrio. Se trata de lograr la asignación de pautas publicitarias y mensajes institucionales, tal y como se procede con los canales mercantiles. Ello permitiría la subsistencia y expansión de aquellos medios que día a día contribuyen a elevar la conciencia necesaria del ser revolucionario. La clave de todo este asunto se devela en la infranqueable relación cuartarepublicana que aún existe entre las oficinas de prensa y publicidad de los organismos del Estado y las agencias de publicidad. ¿Quién le pone el cascabel al gato, en un escenario en el que se mueven colosales cantidades de recursos?
En conclusión y a manera de propuesta, los cargos de confianza de la revolución en materia comunicacional en el estado Táchira deben pasar a manos de seres profundamente humanistas, alejados de la corrupción que corroe a toda sociedad capitalista. Del mismo modo que se entienda que la política comunicacional en los tiempos que vivimos, debe atender la situación de BUENA TV y las otras emisoras desaparecidas, como un problema altamente geo-estratégico. Esta postura sería la respuesta correcta a un pueblo que sueña con un destino superior socialista, venciendo para siempre a aquél monstruo “con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón, que vomita llamas por la boca” que tanto daño nos ha causado.
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