Sergio Ramírez, ex-vicepresidente de Nicaragua: "Ortega no puede seguir matando impunemente y la gente no se va a acobardar"

El escritor y ex-vicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramirez

El escritor y ex-vicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramirez

Credito: El Mundo.es

20-07-18.-"Me tocó negociar la salida de Somoza con el embajador especial de Carter. Hoy no hay de por medio una guerra, pero para lograr la salida de Ortega se necesita una negociación que es una combinación de presión cívica nacional y de presión internacional", apunta el escritor nicaragüense Premio Cervantes 2017, quien fuera vicepresidente del primer gobierno de Daniel Ortega y desde hace años uno de sus mayores críticos, en entrevista con EL MUNDO.

¿Cree que Ortega terminará por atender la llamada de la OEA?

Me parece que más bien va a endurecer su posición. Están considerando la reunión de la OEA como una injerencia a la soberanía de Nicaragua y a la autodeterminación; (para ellos) el abuso de los derechos humanos es un asunto interno con el que nadie tiene que meterse.

¿No cree difícil pensar que aceptará ceder el poder sabiendo que puede terminar ante un Tribunal?

No se ha abierto una negociación alrededor de eso. Tendría que abrirse para pactar las condiciones del cambio de gobierno. Y en una mesa, para encontrar una salida, tienen que ponerse encima todos estos temas. Si Ortega estuviera preocupado por su seguridad personal, habría que tomarlo en cuenta en una negociación.

¿No cree que la votación indicó que el ALBA agoniza?

Segio Ramírez: Ni siquiera Bolivia, que se levantó de la sesión, votó en contra. Ni el Salvador, que se abstuvo, donde gobierna el FSLN, una guerrilla hermana. Es la soledad del corredor de fondo. Solo le apoyaron Venezuela y una isla del Caribe agradecida con ese país por la provisión de petróleo.

Venezuela tiene muchas condenas internacionales y hace caso omiso. ¿Pueden hacer lo mismo Ortega y su mujer?

La situación es muy diferente. Venezuela, pese al dispendio, la corrupción, al desastre económico, sigue siendo un país rico. No bombea cuatro millones de barriles pero sí un millón, y eso son 70 millones de dólares diarios. Ortega no tiene un solo pozo ni de dónde obtener esa cifra. Esta es una economía muy frágil, muy pequeña, diez veces más pequeña que la de Costa Rica. La crisis ha provocado perder más de 200.000 puestos de trabajo, la fuga de ahorros de la gente significa más de 50 millones de dólares. Una crisis económica por sí misma quizá no es capaz de aflojar los tornillos de un poder tan absoluto como este, pero sí las consecuencias sociales de la crisis.

¿No será difícil unir al país más adelante porque el Gobierno también muestra escenas dantescas de muerte de policías?

La defensa del Gobierno es que hay dos partes violentas y es una falacia. Ha habido casos aislados de parte de quienes están en contra de Ortega pero la resistencia, en términos generales, es cívica, desarmada. Si no no se explicaría la enorme cantidad de muertos desarmados. Es una situación inusual, en donde el orden público está en manos de personas enmascaradas y con armas de guerra. Es lo que me parece crucial. Las heridas se sanan, sobre todo con la generosidad con que la gente ha actuado en esta protesta, poniendo el pecho descubierto.

Hay quienes hablan de guerra civil...

No es una guerra civil, hay que subrayarlo. Es una resistencia cívica contra gente armada hasta los dientes. Es la primera vez que en Nicaragua se va a quitar un gobierno de los muchos que ha habido sin las armas, y la primera en que vamos a tener la oportunidad de construir instituciones civiles fuertes. El triunfo de unas armas contra la dictadura de un caudillo normalmente engendra otra dictadura. Es nuestra experiencia. Hoy no hay aquí caudillos, no hay políticos. Son estudiantes, empresarios jóvenes... Me parece que es una gran ventaja. Más que como una desventaja, veo una ventaja que no haya liderazgos políticos.

¿Se siente en Nicaragua, como en casi todo el planeta, un hartazgo hacia la clase política?

Muchísimo hartazgo. Tanto es así que a ningún político se le ocurre sacar la nariz porque no tienen ninguna credibilidad. Los dirigentes están contaminados de algún tipo de corrupción, de complicidad con el poder. Peor los que están sentados en la Asamblea Nacional. Se trata de construir un liderazgo nuevo, fresco, que pueda tomar las riendas del país. Esa es, por lo menos, mi aspiración. No me cabe duda de que hay gente muy capaz que puede hacerlo.

¿Qué papel puede jugar usted?

Político, ninguno. Esa época ya pasó. Yo lo que pongo es mi voz. La renovación generacional es esencial en la resolución de esta crisis. No quisiera ver gente mayor de 70 años, mi edad, ni siquiera de 60, bajar el listón. Yo era de los veteranos cuando triunfó la Revolución y tenía 33 años.

¿Puede haber una esperanza de que la crisis se termine en una mesa de negociación?

La salida de Ortega tiene que ser negociada, no puede ser de otra manera. La fuerza no es negociada, significa la guerra civil, es lo que yo menos quiero. Murieron 20.000 nicaragüenses para botar (echar) a Somoza. ¿Valdría la pena repetir ese fenómeno? No. La sangre derramada de 400 nicaragüenses ya es demasiado. Tiene que tener un punto de salida. Hay gente que dice que se vaya Ortega mañana mismo. Yo también lo digo, pero las condiciones para lograr ese deseo no existen.

¿Qué país podría ser mediador?

Respaldo la mediación que hace la Conferencia Episcopal. Aún no llegamos ahí, a una negociación. Hemos estado en un diálogo. Pero hay que prepararse para eso porque, si no, ¿cuál es la salida? Ortega no puede seguir matando impunemente gente, y la gente no se va a acobardar. Es un punto de no retorno.



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