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La Huelga General, comenzada desde el mismo momento que se hizo efectivo el Golpe contra la disposición de cambio del Pueblo Hondureño y el Presidente Zelaya, tiene todo el apoyo de los pueblos del mundo. El Golpe ha abierto una situación revolucionaria en Honduras que puede terminar en una Insurrección del pueblo civil y uniformado que abra paso a un gran Proceso Popular Constituyente que de al traste con toda la maquinaria neoliberal montada contra la soberanía económica, social y política de Honduras: derrotado el Golpe se abre una revolución en el viejo régimen neoliberal.
Solo falta que un sector importante de comandantes, mayores, capitanes, tenientes, sargentos y soldados (COMACATES) volteen sus armas contra los golpistas y se unan a la voluntad de cambio del pueblo hondureño para cerrar, al más bajo costo social, el nefasto golpe de una derecha cipaya con aliados, muy débiles, en Centroamérica y EEUU. En Honduras, como en todo proceso revolucionario existe un doble poder: la contra lo sabía y por eso no podía permitir la consulta del 28 de junio. Ahora ese poder del pueblo se expresa en la calle y en la Huelga General. El Golpe fue un acto desesperado, han huido hacia delante y su gran problema es que se les hace cada vez más difícil mantenerse. Los tiempos marchan a favor de la revolución con todos los apoyos de las instituciones, gobiernos y organizaciones del continente.
La salida Insurrecional es la tarea que camina y se arma a cada minuto en las calles de Honduras, esto seguramente es así, porque es la manera natural en que los pueblos con sus hijos de uniforme se mueven en situaciones revolucionarias. La indignación contra los soldados rápidamente entra en la fase de confraternización, porque muchos de sus familiares están en la acera del frente contra el golpe y trabajando de manera abierta la trama insurrecional que el genio popular concibe como salida coherente y adelantada contra la muerte, el genocidio o la masacre que puede significar el retardo de los vacilantes o de los más ilusos: los que buscan salidas negociadas o aquellos que buscan salvar todo para que no se salve nada.
Honduras vive su hora de los hornos: para fundir lo nuevo y blindar la esperanza. Confiemos en la genialidad intuitiva de los pueblos, en sus infinitos actos heroicos, como hoy lo hace el pueblo hondureño: desarmado frente a instrumentos de guerra utilizados por otra parte del pueblo, el uniformado, proclive, por sus reflejos de clase, a voltear sus armas en contra de sus verdaderos enemigos. Las características y debilidad política de este error golpista tienen asidero en una derecha fascista, ligadas a sectores del capital mundial con influencia en la industria armamentista de EEUU, en sus instituciones militares y todavía muy activas en Centroamérica, el continente y en el mundo. “Cosas veredes Sancho,…”
