Entre el socialismo material y el socialismo espiritual

La diferencia existente entre el mero bienestar de un pueblo y el bienestar y trascendencia de un pueblo, es la diferencia que se presenta entre un pueblo que ha resuelto sus problemas fundamentales, que ha logrado satisfacer sus necesidades básicas, y aquel que a la solución de sus problemas y satisfacción de necesidades ha sumado la lucha por la materialización de aspiraciones y deseos seculares, más allá de los aspectos de mínima creatividad y máxima necesidad como la comida, la bebida, el vestido y la protección de la intemperie.

Imaginémonos por un momento que Venezuela ha alcanzado el más alto grado de desarrollo humano del mundo (para lo que no hace falta una gran imaginación ya que nuestro país actualmente tiene un IDH considerado alto), que el gobierno revolucionario ha logrado alcanzar las llamadas “metas del milenio”, que ha logrado solventar definitivamente el problema de la vivienda; que se ha llegado a saldar efectivamente la deuda social que se acumuló durante la cuarta república.

Lo primero que uno se pregunta es ¿En una sociedad que ha alcanzado semejantes logros se puede decir que se ha erradicado la pobreza? En una sociedad moderna cuyo modo de producción es el capitalismo y donde no ser pobre muchas veces significa la capacidad de acceder al consuetudinario consumismo propio de la sociedad de masas, pareciera que sí. Pero ciertamente vivimos en sociedad no sólo para satisfacer nuestras necesidades básicas, cosa que sería bastante triste y que acercaría (o reduciría) al Homo Sapiens a la mera condición de animal sin más; pero tampoco vivimos en sociedad para satisfacer dichas necesidades a través de la mediación del artificio capitalista.

Cada pregunta respondida nos conduce a otra pregunta, pero cada pregunta sin aparente respuesta abre un abanico de preguntas, que son un abanico de posibilidades. Porque pareciera que, desde que la modernidad capitalista y la democracia liberal burguesa como su correlato político existen, la especie humana fue forzada cada vez más sofisticada y sutilmente a satisfacer sus necesidades bajo unas reglas de juego que se fueron tornando naturales y por tanto incuestionables. Incluso, a satisfacer nuevas necesidades creadas a partir de la explotación del instinto sexual y la necesidad de trascendencia presente en el espíritu humano.

A partir de aquí, nos parece que la vida no puede ser sólo la lucha por afirmarnos en el sistema, la lucha por tener éxito y prestigio dentro de él, dándose el caso de los que aspiran a ese éxito al tiempo que mantienen una postura crítica frente a él, incluso con la intención de impugnarlo y superarlo. La situación de Venezuela en el contexto de la actual crisis sistémica mundial, expresa un apreciable nivel de desconexión y desprendimiento del sistema-mundo moderno/colonial capitalista/patriarcal (Grosfoguel), una situación aprovechable en todos los sentidos, una oportunidad que puede servir o para parecernos más a ellos, o para dar pasos hacia la creación de ese otro mundo posible y necesario.

Sin embargo, es un hecho que la lucha por resolver los problemas de la cotidianidad, por satisfacer nuestras necesidades y por materializar nuestros deseos y aspiraciones termina confundiéndose con la aceptación y afirmación en el sistema. Diversos pensadores críticos desde Europa y Nuestramérica, han planteado muchas veces que el éxito del sistema ha consistido siempre en que a logrado hacer pensar a los de abajo como los de arriba, y sería un error pensar la liberación de un pueblo como la posibilidad de que éste se beneficie de un sistema que debe ser superado. Eso sería emancipación y le quedaría lo más importante por hacer. En este sentido, es importante identificar y aprovechar esta situación de desconexión relativa del entramado de interdependencias globales, así como el grado de emancipación alcanzado por nuestro país y que expresa nuestro IDH, para postular y practicar un giro libertario que supere progresivamente al sistema.

Cierto politólogo venezolano, afirmaba que hablar de democracia representativa era una contradicción, tanto como hablar de democracia participativa era una redundancia, afirmaciones hechas a partir de la tesis de que la esencia de la democracia es la participación y nunca unas meras elecciones cada cierto tiempo. En este mismo sentido, hablar de socialismo democrático o democracia socialista es redundar. No es concebible pensar en una democracia, que propugne la toma de decisiones colectivas en términos de igualdad sin que esa sociedad no sea socialista. No obstante, este es sólo el aspecto político de la cuestión.

Súmese al aspecto político el económico, el normativo y el cultural. Volviendo a la diferencia entre un bienestar bien comido y un bienestar trascendente, podemos decir que el camino de lo económico a lo cultural es el camino de la trascendencia, por lo que una sociedad socialista (otra redundancia) en nuestro contexto de crisis del sistema-mundo moderno, es aquella sociedad que ha logrado superar el artificio de la mediación capitalista para la satisfacción de las necesidades básicas, y ha logrado simultáneamente la poetización o espiritualización de las relaciones sociales.

Las reflexiones anteriores pretenden plantear dos cosas fundamentales: en primer lugar, un replanteamiento del tema del bienestar y la felicidad de los pueblos, los criterios de éxito con los que por lo general nos manejamos y lo que entendemos por pobreza, y en segundo lugar, la posibilidad de trasladar nuestras expectativas hacia un horizonte nada utópico y puede que en cierto sentido romántico, ese otro mundo posible cuya construcción será viable en la medida en que el pensamiento crítico y la imaginación, tomen el poder. Al suceder esto (o durante su acontecer) se superaría no sólo el modo de producción imperante y sus corolarios de almacenamiento, distribución, etc., sino los patrones teóricos tradicionales, la cosmovisión dominante y en consecuencia, las relaciones sociales tal como las conocemos hoy día.

Si el mercado y la propiedad privada no son instituciones naturales sino históricas, son instituciones históricamente superables; si el capitalismo es un artificio y una doblez, un ingenio humano y un perverso divertimento, una disciplina y una locura sin control, una horma para unos y un lecho de procusto para otros ¿de que se trata entonces la lucha por la liberación? Puede que de deshacer ese artificio, de dilucidar ese laberinto donde están perdidos dominantes y dominados por igual, y considero que un paso silencioso pero contundente en esa dirección es que deje de parecernos divertido el juego. No se si haga falta violencia, pero si creo que hace falta un movimiento, y ahí vamos…

amauryalejandro@gmail.com


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