Yo rompería, in situ, relaciones diplomáticas con Israel

“Ninguna injusticia es válida”

¡Claro! eso si yo fuera Presidente de cualquier nación del mundo decente. Por cierto que llamamos a Capriles Radonsky, judío, que se una a los millones de seres humanos que en este momento están protestando en contra del genocidio que hace Elhud Olmert y su banda contra Gaza. Los asesinatos de ISRAEL contra los habitantes de esa región, dan ganas de vomitar, de llorar, de proferir toda clase de ofensas contra esos monstruos, los que gobiernan, que alguna vez también fueron cuasi exterminados por el nazismo.

El imperio gringo del Norte, aliado y hermano de Israel, dice que “Hamas debe dejar de lanzar cohetes contra el estado judío” en vez de condenar enérgicamente la acción de esos hombres que al parecer nunca podrán se admitidos por el AMOR. Miles de misiles han impactado contra hospitales, barrios, jefatura, organismos, hombre niños y mujeres dejando una estela de desolación y llanto, sangre y preguntas, humo y destrucción ¿por qué? ¿No lloraban los judíos cuando los nazis les asesinaban a sus hijos? ¿Por qué hoy ellos lo hacen contra los niños de Gaza? ¿Es qué las madres de esos niños no sienten el dolor que ellos sintieron alguna vez en el corto pasado?

La injusticia se apodera de los hombres indignos, llevándolos a los más perversos planes de exterminio. Ellos no quieren a nadie que no sean ellos mismos y el resto del mundo no está obligado a permitir esta estupidez. Todos los pueblos libres, democráticos, civilizados, están obligados a condenar la criminal compostura de Ehud Elmert y su banda de malhechores históricos, porque no es igual que desde Hamas le lancen un cohete casero a cierta parte de Israel, a que todo el poderío bélico, accionado mediante la más alta tecnología guerrera, deje caer la muerte sobre un pequeño territorio, donde perecen inocentes que tal vez nada tengan que ver con este sadismo, de los que viven de matar a los demás.

Es imposible que se hable de paz mientras caen bombas y metrallas sobre Gaza. El hombre es por naturaleza orgulloso, claro no como los oligarcas criollos que anhelan la venta del país venezolano por un poco de dólares y por eso no habrá paz mientras el imperio maldito del Norte le de su apoyo a los sionistas judíos para que masacren a sus vecinos. Por la venas de los patriotas de cualquier país, corre sangre y la patria, la nación de cada quien es sagrada. Vendrían días terribles para ambas partes.

Yo rompería relaciones con una nación que tiene un arsenal nuclear, que posee armamento de punta, dinero por tonelada, es dueño de la economía mundial y mantiene un alto grado de inherencia dentro del aparataje bélico de Estados Unidos, pero amenaza a los demás, como que ellos son los privilegiados del mundo. Yo rompería con ese pueblo injusto cuya permanencia en la vida es netamente económica. Un pueblo guerrerista que estuvo durante muchos años haciendo el papel de mártir para causar lástima y dolor y que hoy vemos como es capaz de asesinar niños y adolescentes, que simplemente están reclamando lo que les pertenece.

El mundo libre ve con asombro la cruel actitud de quienes supuestamente eran víctimas de Hitler. Era mentira. Engañaron a la humanidad hablando de campos de concentración, de ghettos, de trenes de la muerte, porque simplemente el que ha soportado dolor, no quiere dárselo a los demás, menos a los inocentes. ¿Qué hace Ban Ki Moo al respecto? ¿Dónde están los defensores de los derechos humanos? ¿Es qué no lo son los habitantes de Gaza? Un día vendrá en que todas las injusticias se terminarán. Para eso el hombre justo tendrá que pasar por sobre los mismos derechos hipócritas que ha creado. La condena a Israel debe comenzar por la ruptura de relaciones, hasta que sus gobernantes regresan al génesis de la vida, sin ver a los demás desde una óptica que se crea superior. Que se termine el fanatismo y la cordura le descubra a estos perversos, que se nace para vivir y nadie está permisado para ponerle fin a los otros cuando lo desee.



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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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