La determinación de Uribe

La alocución de Álvaro Uribe Vélez, para referirse a la liberación, por parte de la FARC, de cuatro ex parlamentarios colombianos, no fue para expresar alegría sincera por esa liberación de sus compatriotas, sino que exteriorizó, de manera incontenible, la sorda indignación por la derrota, que la FARC le propinó a su política de guerra, que no de paz, pues esa política está definida por el interés estadounidense de mantener, a sangre y fuego, el conflicto entre hermanos colombianos, la presencia de tropas norteamericanas y el emplazamiento de armas y otros recursos para la guerra en territorio neogranadino, bajo la justificación de apoyar al gobierno de Colombia a combatir la droga, que ciertamente no es la prioridad, pues esos emplazamientos tienen como propósito el control por la fuerza, del petróleo venezolano. En su alocución, Uribe no pudo contener la exteriorización de sus sentimientos, a pesar de su habilidad para interpretar, en expresiones cambiantes de su rostro, lo que convenga a sus propósitos.

Su indignación va mucho más allá, a partir de esta segunda entrega de rehenes por parte de la FARC, Uribe adoptó la determinación de proceder en lo inmediato, con la mayor participación del gobierno colombiano, que le ha sido exigida por el gobierno estadounidense, para agredir a Venezuela. Fue una decisión precipitada. Nada más que exigir ni esperar, por su complicidad en la agresión a la nación hermana.

Esa determinación de Uribe no será sorpresa para el gobierno venezolano, que ha tenido absoluto conocimiento de la intención y compromiso de Uribe con el gobierno de Bush. Y el cambió que produjo en él la entrega de rehenes, por parte de la FARC, al Presidente Chávez y a la Senadora colombiana Piedad Córdoba, fue sólo de la oportunidad, del momento para intensificar su participación en la agresión. Era sólo cuestión de tiempo, para esa, su determinación ejecutiva, y la tomó precipitadamente, indignado por esta segunda liberación de rehenes por parte de la FARC

El avance de algunos grupos de paramilitares colombianos hacia el interior de Venezuela, que se ha venido sucediendo, era sólo un abrebocas, que Uribe permitió para calmar el ávido apetito y apremios del imperio. Ganaba tiempo, para proseguir, ladinamente, sus exigencias, a cambio de su traición al Continente Latino Caribeño. Su reciente decisión significa la invasión de un mayor número de paramilitares, de asesinos despiadados, que Uribe tenía preparados y a la espera, en contingentes más numerosos, que los pequeños grupos que hasta ahora han penetrado en Venezuela. Y es de presumir, que su determinación abarca la participación también, y en su momento, de tropas regulares de la Fuerzas Armadas Colombianas. Sin embargo, esta participación de fuerzas institucionales de Colombia, decidida por Uribe, para favorecer la próxima agresión del imperio a Venezuela, es un asunto que tiene muchas aristas, y al menos una sugiere, que existe una fuerza superior a las de Uribe, que se opondrá a esta participación de tropas regulares de Colombia contra Venezuela. Dios, Patria, Socialismo o Muerte…… VENCEREMOS.

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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

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