¿Qué pasa si Bolsonaro no acepta la derrota?

¿Qué pasa si Bolsonaro no acepta la derrota?

https://jacobinlat.com/2022/09/27/que-pasa-si-bolsonaro-no-acepta-la-derrota/

TRADUCCIÓN: VALENTÍN HUARTE

El domingo hay elecciones en Brasil, y Bolsonaro dejó en claro que no reconocerá la legitimidad del resultado si pierde. Subestimar su autoridad carismática y el impacto de su discurso en las masas reaccionarias que lo siguen sería imperdonable.

Si ves los dientes del león, no pienses que está sonriendo
Deja que tu corazón vaya delante y procura alcanzarlo.

(Sabiduría popular árabe)

1.

En el momento actual de la campaña electoral, la consolidación de una ventaja sustantiva muestra un favoritismo tan grande por Lula que la hipótesis más probable es que gane en la primera vuelta. Aunque con cierto margen de incertidumbre, es posible que obtenga una mayoría absoluta. Una victoria en el sudeste y en el nordeste, apoyada por los más pobres, las mujeres, los negros y la juventud, reforzada por el desplazamiento silencioso de electores de otras candidaturas, especialmente la de Ciro Gomes, podría garantizar el 2% que falta.

Es la mejor hipótesis porque, si la segunda vuelta fuera inevitable, octubre de 2022 será definitivamente el mes más largo de nuestras vidas. Bolsonaro no dudará en «armar un escándalo». «Armar un escándalo» es una forma de describir lo que será una campaña electoral espantosa, implacable y despiadada. Ya tuvimos una buena muestra, en los últimos meses, de cómo los odios sociales acicateados por los fascistas diseminan el terror político. Pero puede ponerse mucho peor.

2.

Debemos tomarnos en serio la campaña sistemática de sospecha de las urnas electrónicas y de denuncia de fraude por anticipado. Bolsonaro dejó en claro que no reconocerá la legitimidad del resultado si no gana. Intentará encender la furia de su base social con la denuncia de que fue estafado. Sería imprudente desconocer que esta campaña tiene una inmensa resonancia social entre las decenas de millones de personas que se identifican con el bolsonarismo. Esta base social demostró tener fuerza de choque. Subestimar la autoridad carismática de Bolsonaro y el impacto de su discurso cesarista en las masas reaccionarias que lo siguen sería imperdonable.

El 7 de septiembre nos dejó una enseñanza fundamental: hay un movimiento político de tipo fascistoide en Brasil. Cualquier confusión, duda o tergiversación sobre la caracterización, implantación y capilaridad de esta fuerza política sería un error de consecuencias estratégicas. No es un partido fascista de tipo «clásico» por múltiples razones —es un tema complejo—, pero esto no merma el peligro que representa el bolsonarismo. Remite a factores estructurales, como la fractura de la burguesía y las dificultades de organización de los sectores medios, y también a factores superestructurales.

Hubo mucha improvisación en la preparación de la candidatura de 2018: tuvieron que recurrir a una sigla de alquiler; en busca de la mayoría en el Congreso, impusieron una negociación con la jungla de más de doce partidos del centrão; el estilo de liderazgo personal de Bolsonaro genera divisiones, incluso en la extrema derecha; etc. Pero el bolsonarismo no desaparecerá con una derrota electoral. Solo una profunda derrota política, que debe pasar por la investigación, la condena y la detención de Bolsonaro, y que depende a su vez de un cambio en la relación social de fuerzas, abrirá el camino a su desaparición.

3.

El conteo paralelo de votos que las Fuerzas Armadas arrancaron del TSE es una anomalía antidemocrática que dejó de ser denunciada. No fue una «maniobra inteligente» para abrir una brecha entre el bolsonarismo y el Ejército. Bajo chantaje público explícito, fue una concesión absurda, disimulada de consentimiento, para que un control externo impropio, indebido y arbitrario pueda cuestionar el resultado electoral.

Imaginar que las Fuerzas Armadas exigirán esta prerrogativa para reforzar la legitimidad del TSE si Lula vence en las elecciones es una apuesta insensata que ignora el papel que tuvo el Ejército durante los últimos cuatro años. La Justicia Electoral es la única institución con la atribución de contar y sumar votos y promulgar el resultado. El derecho de fiscalización de las elecciones no autoriza el cómputo independiente ni mucho menos el anuncio o la proclamación de ningún resultado. Nada. El permiso otorgado a las Fuerzas Armadas, que las habilita a tener un centro de conteo propio, es descabellado. Al contrario de lo que sucedió en las elecciones de Estados Unidos, en Brasil, el Alto Comando del Ejército es cómplice de Bolsonaro.

4.

Si Bolsonaro no reconoce el resultado electoral, como es previsible, será necesario luchar para abrir inmediatamente un proceso de impeachment relámpago de su presidencia. La permanencia de Bolsonaro en el Palacio de Planalto será un crimen. Esta iniciativa debe partir tanto del poder legislativo como del judicial. El Tribunal Superior Electoral debe tomar la iniciativa de defender la fluidez del proceso electoral que él mismo organizó. El Congreso Nacional no puede continuar cautivo de un presidente que subvierte el régimen democrático desconociendo la derrota electoral.

5.

En estas circunstancias, la movilización de masas será indispensable. En última instancia será el factor decisivo. La noche del domingo 2 de octubre será indispensable salir a las calles para celebrar la derrota del fascista y defender la victoria de Lula. El papel de la izquierda en este escenario, espantoso pero previsible, será fundamental.

Ojalá fueran posibles una victoria en la primera vuelta, y una transición sin terribles turbulencias. Pero no lo son. Necesitamos tener un plan A, un plan B e incluso, por las dudas, un plan C. Preparémonos para la peor de las hipótesis. No podemos dejar que se nos escape la victoria en las urnas. Mucha gente sufrió demasiado para que esto sea posible.



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