Hipólito



He recibido con estupor su muy bella misiva “Hipólito marzo 21”, veo con tamaña sorpresa que el descalabro constituyente, y sus treinta y un años de ejercicio, no han dejado enseñanzas. Menos aún, el paso de la alcaldía de Petro, por Bogotá. Pues estos hechos, unidos a otros como el de Lula, el de la época Krisner en Argentina, han pasado desapercibidos y de ellos no se ha sacado ningún saber.

Es muy cierto que tenemos un gobierno corrupto, con un congreso que igualmente vacía las arcas de la nación, hoy no solamente corrupto, también asesino de niños, engalanados estos con los medios de comunicación, la educación, la iglesia, y las iglesias, todos ellos juntos encargados de la manipulación ideológica, acompañados por un ejército y policía terrorífica, y un sistema bancario saqueador y expoliador.

En eso no hay duda, hay más bien vacíos, no es lo suficientemente profunda la puesta en escena del problema a que nos enfrentamos.

Entro acá mismo a discrepar de la solución, eso de la “Juntanza de las diferencias políticas en una causa común” no deja de ser una falacia de la democracia liberal burguesa, acercándose casi a una mirada teológica del problema.

En este punto se centra la fuerza da las discrepancias con que se ha de actuar, primero, la corrupción y esas otras mórbidas posiciones, son el efecto, de la causa principal, el Modelo Económico, es este el causante de todas esas fallas que muy bien plantea Hipólito. Centra su ataque mi muy querido amigo, en sus consecuencias, entre ellos la corrupción, pero nunca ve que el problema esta en su causa.

Claro que recibimos ataques de los medios de comunicación, ellos son los encargados de falsear la realidad, de pervertir la opinión, -es su papel-, a eso le juegan en este sistema, son los creadores de las falsas expectativas, de la falsa conciencia, y obviamente de la falsa solución.

Son años de experiencia perdida, de lucha infructuosa, si no concebimos el Modelo Económico como el eje fundamental que hay que atacar, y no hay ninguna juntanza posible, este es un problema de los desposeidos, es un problema de los excluidos, y no nos podemos juntar con los dueños de los medios de producción, contra los que han entregado el país a las bases militares extranjeras, a los que han recibido las concesiones, al poder de los banqueros, de los latifundistas, de los monopolios, son nuestros intereses como excluidos en lo social, lo político, lo económico, lo cultural, lo que se encuentran en contradicción antagónica con los que sustentan el poder, el gobieno, la administración.

No podemos seguirle el juego a la iglesia, a los medios de comunicación, al gobierno, a la cultura del entreguismo, y menos aún a las falasias políticas.

El debate comienza por ponerle nombre a la democracia que queremos, a la paz que nombramos, a las personas que van con nosotros al gobierno, a los que hacen un frente común para la toma del poder.

Conestar con el modelo económico, es conestar con la expolición bancaria, con el modelo sanguinario, con las exclusiones de todo tipo, es olvidar a nuestros muertos, a todos los que dieron su sangre, su vida por un cambio real en el país.

Si la experiencia de la Alcaldía de Bogotá no trajo experiencias, hemos perdido el tiempo; hoy todos los avances realizados por ese camino han sido borradas por los gobiernos posteriores, esa es la gran experiencia. La alcaldía de Petro fue otra frustración en la práctica, en la cuantificación de los logros; es posible, que haya sido el caldo de cultivo para avanzar en el concepto, con él o sin él, el problema es estructural, y por ello, debemos dar un paso cualitativo que nos lleve a un mejor futuro, por lo menos a una mejor propuesta.

Hasta hoy, los congresistas puestos por los sectores democráticos han solucionado su problema de vida, como organismos particulares, como familias, como sectores que viven y disfrutan de los producidos de las reposiciones, de las contrataciones, son nuestra burocracia de izquierda, ellos con nuestro beneplácito, forman parte del gobierno, llegan allí y se olvidan de la organización, de la toma del poder, se olvidan de que son nuestros representantes, que su estadía allí es baladí, que su papel es organizativo.

Mi muy querido Hipólito, espero que la respuesta a su cariñosa carta sea un aporte a la misma, a la visión de los excluidos y nunca vaya a creer que es un ataque personal, con el mayor de mis afectos. ¡ Abrimos el debate¡.

Livingston Jaime Arévalo Galindo

Ciudadano Colombiano Demócrata –Copyleft-.


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