La pequeña Irlanda, la gigantesca Canadá y el comienzo de las avalanchas

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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Las gigantescas avalanchas que arrasan todo lo que encuentran a su paso a menudo comienzan solo con pequeñas piedritas que ruedan hacia abajo y al comienzo nadie les presta atención: La sorprendente victoria de Irlanda sobre Canadá en la votación de la Asamblea General de Naciones Unidas acerca del Consejo de Seguridad para el año próximo, bien podría tratarse de la piedrita que preceda una avalancha transformacional a ambos lados del Atlántico.

Es posible que el atronador impacto sea escuchado mucho más fuertemente por todo el país de Canadá. El Primer Ministro Justin Trudeau a pesar de su siempre juvenil aspecto ya ha estado al mando de su país durante los últimos seis años, desesperadamente raspando la casa durante sus más recientes elecciones parlamentarias y sobreviviendo un embarazoso y desastroso lío tras otro. A primera vista, esta derrota debería ser solo una más ya que no impacta la riqueza o la seguridad de Canadá o el bienestar de su pueblo. Se trata solo de un problema de prestigio. Pero Trudeau ha cavado un hueco fatal para sí mismo y ha caído en él.

Tal como su padre, antes que él, el fallecido Primer Ministro Pierre Trudeau, Justin Trudeau es un devoto internacionalista liberal que imaginó que podría prosperar agitando supuestas criticas principistas a los dos Grandes Hermanos y Socios de Canadá, dos socios Hermanos Mayores, Estados Unidos y Gran Bretaña en circunstancias que estos estaban siendo gobernados por nacionalistas conservadores como Donald Trump y Boris Johnson. Por supuesto, que como es típico de los internacionalistas liberales y especialmente en el caso de Trudeau, se trató siempre de fanfarronadas sin ninguna acción que pudiera producir cualquier tipo de cambio real o de oposición a las políticas

Emanadas desde Londres y Washington.

Pero esta vez, el consabido encanto y suerte de Trudeau, cosas que le habían permitido planear con alguna ilusión de autoridad y poder sin que en la realidad haya tenido que enfrentar nada con coraje, sacrificio o buen juicio, pareciera finalmente haber llegado a su fin. Al no poder obtener un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU quedó demostrando ser una humillación para toda su política exterior en varios frentes de manera simultánea. Esto despliega de manera vívida ante los ojos del mundo que su falsa postura de valiente independencia frente a Estados Unidos y Gran Bretaña no engaña a nadie.

Canadá es vista en el mundo como un leal estado-miembro de la OTAN. Por su parte, Trump, Boris Johnson y Jens Stoltenberg, Secretario General de la Alianza, están tratando de expandirla hacía el Océano Pacífico e incorporar en ella a Australia, Japón, Corea del Sur e incluso la India.

Esa sería una catástrofe la cual completaría la oscura y loca visión neo-imperialista de dividir al mundo en dos maniqueos bloques de poder, Oriente y Occidente, con el bloque occidental tratando de agresivamente desestabilizar a las naciones del bloque oriental bajo la falsa noción de luchar por los derechos humanos en ellas.

Trudeau, siempre ha apoyado esa política de manera callada y lealmente. Pero él pensó que podría conseguir su torta e incluso comérsela. La farsa de Ottawa aparentando ser pacifista independiente y de principios y uno de los pilares de la ONU ha sido ahora aplastantemente puesta en evidencia.

Esto afecta a Trudeau en dos frentes. Su propia nueva y emergente generación de progresistas liberales, en especial ambientalistas, están desilusionados con él. Y en las áreas del interior de Canadá Occidental que siempre lo han aborrecido visceralmente, serán estimuladas a plantear una renovada oposición en su contra.

Al otro lado del océano, el cambio ya se ha iniciado. Otro desacreditado dirigente liberal internacional, Leo Varadkar en Irlanda, resultó perdedor en las últimas elecciones generales y ha entregado el poder a una coalición compuesta de tres partes encabezada por el Partido Nacionalista Fianna Fail (Partido Irlandés) dirigido por un nuevo Taoiseach (Primer Ministro de Irlanda) y ex Ministro de Relaciones Internacionales, Micheál Martin.

El altamente experimentado Martin cuenta con un impresionante desempeño que entre otras cosas incluye la toma de una posición principista respecto de Cuba y Palestina. Ha desafiado y enfurecido a los anteriores gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña. Es incluso muy posible que provoque un comportamiento irresponsable y riesgoso de parte de Londres en relación con los asuntos de Irlanda del Norte que el bien intencionado pero poco convincente Varadkar no manejó bien.

Los liberales en el poder en Canadá, siempre de manera implacable han apoyado los intereses fundamentales de Wall Street y de la City en Londres detrás de sus insignificantes y fatuos lugares comunes.

La vice primer ministra de Trudeau, Chrystia Freeland es el clásico ejemplo de todo esto. Apoyó todos los intentos de Europa Occidental y de la Unión Europea para socavar a Rusia, ya sea imponiéndole posibles devastadoras sanciones económicas (que fracasaron) o calumniando al presidente de Rusia tildándolo prácticamente de neo-nazi. Por supuesto que la Freeland nunca ha mencionado que su propio abuelo fue uno de los muchos notables colaboradores nazistas en Ucrania durante la II Guerra Mundial.

El nuevo ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Simon Coveney ya ha demostrado que está preparado para enfrentar a Gran Bretaña en defensa de la "backstop" (frontera abierta) entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte todavía gobernada por Gran Bretaña.

Los cambios están llegando tanto a Ottawa como a Dublín y sus repercusiones se sentirán también en Londres y en Washington muy pronto.

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