La alianza ALBA-TCP requiere de una mayor participación en la defensa y soberanía de la región Suramericana

Las organizaciones y organismos de integración regional, son proyectos políticos que le permiten a un grupo de países de cualquier zona de este planeta, con sus actores gubernamentales, para que se incorporen dentro del concierto de naciones a los procesos globales que aboguen por la suscripción de acuerdos de cooperación, intercambio en materia de seguridad y defensa, en un ambiente de respeto a su soberanía, en una complementariedad tecnológica, financiera, de bienes y servicios.

A partir de la propuesta, de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América Tratado de Comercio de los Pueblos ALBA-TCP por Venezuela, se inicia todo un cercado en el ámbito internacional, con una sincronización sin precedente, en donde se plantea toda una arremetida contra la región suramericana, por el único hecho de decidir soñar por construir una comunidad regional más unida, independiente, soberana y segura. Signos que se convierten en un obstáculo frente a los intereses de la potencia imperial norteamericana, que siempre observa con mucho celo a una Venezuela propulsora de un proyecto bolivariano, emancipatorio e integracionista, en una confederación de naciones suramericana, más fuerte y soberana, llena de cuantiosas riquezas que se le escapan de sus garras al cóndor.

Todo esto, dentro de un ambiente de mayor eficiencia, transformación y modernización que requieren las naciones. El éxito de todos estos proyectos de integración regional internacional, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América Tratado de Comercio de los Pueblos, la Unión de Naciones Suramericanas, la Organización de los Estados Americanos, la Unión Europea, la Liga Árabe, la Unión Africana y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, entre otras. Es un ambiente de confianza en los pueblos, basadas en una transformación de la praxis en las funciones estatales y un reforzamiento de una soberanía colectiva, que se transfiere en estos nuevos organismos.

No se podía esperar más de la patria del Libertador de América, un nuevo ALBA para los pueblos, donde se marque con firme determinación de seguir transitando por el camino en la búsqueda de un mundo multicéntrico y pluripolar, sin dominación imperial y con respeto irrestricto a la autodeterminación de los pueblos. La soberanía de los pueblos no se puede negociar en ningún ámbito, en ningún cónclave ni se regatea en ninguna instancia internacional, las repúblicas son soberanas.

Es por ello, que se hace necesario que la América Latina como un todo, avance con una agenda propia, que le permita oponerse a toda forma de la implementación de tratados de libre comercio contrarios a los intereses de las mayorías populares, para así, evitar que a través de presiones económicas se tenga injerencia sobre los asuntos políticos internos, que solamente conciernen a los ciudadanos de los diferentes países de la región. Es cortar de raíz, con esas estratagemas de procesos destituyentes y golpes edulcorados, que se gestan desde el poder legislativo, como los acontecimientos ocurridos en Honduras, Paraguay y Brasil.

Por ello, la imposición de un recetario cargado de una praxis neoliberal vernácula, que en todos los aspectos es opuesta a la defensa de las libertades individuales, a los derechos humanos y a la soberanía popular, que no promueve nada en favor de la construcción de un orden político fundamentado en los principios más significativos de la democracia. Es en este sentido, que el neoliberalismo es antidemocrático porque se opone al concepto de soberanía popular y al Estado construido sobre una teoría de la deliberación política, participativa y democrática.

El ALBA-TCP, es una plataforma de integración de los países de América Latina y el Caribe, que requiere dejar a un lado ese letargo en el cual han caído, para avanzar hacia una participación más activa y real, enseriándose en su papel protagónico histórico que tanto requieren los pueblos, de aquellos que han asumido la responsabilidad de estar al frente de algunas responsabilidades de gobierno.

Desde los ataques ocurridos el 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, se transformaron todos los elementos que se habían construido en torno al accionar que tenía que ver con la defensa a nivel global, la lucha contra el terrorismo logró engranar una cohesión sin precedente alguno, pasando a ser para el principal afectado de los ataques terroristas un arma tan mortal como el consenso de Washington, que se había empezado a desaparecer en su radio de acción, por los recientes cambios políticos que se presentaron en la región, sobre todo por el giro político que representó la consolidación de gobiernos de izquierda.

En la VIII Cumbre del ALBA-TCP, que se realizó los días 13 y 14 de diciembre del año 2009, se estableció que estaría pendiente por instalarse el Comité Permanente de Defensa y Soberanía de este organismo regional, que con el pasar del tiempo se estarían definiendo las atribuciones y la dinámica de trabajo, con el cual se estaría haciendo efectiva la función por la que fue creado este comité.

Pasada más de una década, desde que se efectuó esta cumbre y todavía no han existido las voluntades políticas de construir una estructura de funcionamiento, para un comité tan estratégico en la defensa de los pueblos de nuestra América, que se basa en dos pilares tan fundamentales ante la arremetida de los intereses de los Estados Unidos en la región, como lo son la Defensa y la Soberanía.

Esto no significa, que este escenario se traslade en las mismas condiciones hacia América Latina y el Caribe, porque ante un debilitamiento relativo de su peso en el escenario global y las fisuras advertible en su tradicional hegemonía, los Estados Unidos se proponen aferrarse con más fuerza a su antiguo "patio trasero", se puede evidenciar en los cambios políticos ocurridos en los nuevos gobiernos pro yanquis que han ascendido al poder en la región de Lenin Moreno en Ecuador, Iván Duque en Colombia y Jair Bolsonaro en Brasil. Son algunas señales que demuestran que pudo existir un descuido, pero que esto no representa necesariamente que han renunciado en su disposición para retomar el control de su tradicional "zona de influencia".

Hay que rechazar por completo la militarización, exigiendo que se retiren de cualquier base en la región, la presencia de tropas estadounidenses, avanzar hacia la consolidación de un proceso de paz serio para Colombia, reclamar firmemente que se termine con el bloqueo a Cuba, evitar que se consolide cualquier fórmula de golpe en Venezuela, abrogar por un sistema internacional más multipolar y democrático, construir instituciones financieras regionales, retomar la senda de la integración alternativa con un horizonte poscapitalista.

 Abogado

Maestría en Derecho Internacional Público

Universidad Bolivariana de Venezuela

brando_0070@hotmail.com



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