desaparecieron las múltiples franjas de esmeraldados colores tiñéndose de rojo sus ondeantes banderas,
reaparece el fervor fascista con insólitos engaños disfrazados de incontrovertibles verdades,
insaciable de malignidad en su fanático convencimiento,
haciendo más pobres a los miserables arrebatados de su inalcanzable utopía que llegaron a palpar con sus hoy aniquiladas ansias,
despojada la ancestral raza por la rapiña extranjera,
que envenenó su savia desde adentro para no evidenciarse cortando sus venas,
gritan los silentes indios invisibilizados por la cegadora luz de la mediática canalla,
obligándolos en fratricida lucha a defender los intereses del imperio,
pero no cuentan con la genuina furia de las sedientas lanzas de venganza que no teme a tanques ni morteros,
que restablecerá la paz desde su ciudad bien nombrada,
para que su líder aimara siga dirigiendo las naciones bolivianas.