Venezuela y la campaña electoral en Argentina

Como prueba del lugar de la Revolución Bolivariana en el concierto latinoamericano, Venezuela ocupa un lugar preponderante en la campaña electoral, penosamente sobrellevada por estos días en Argentina. De los dos principales bloques burgueses empeñados en ganar las elecciones, uno trata de amplificar el tema y, el otro, de ponerlo en sordina.

Mauricio Macri pretende mostrarse como adalid de la contrarrevolución encabezada por Donald Trump. Alberto Fernández hace equilibrio en la cuerda floja para denunciar "el autoritarismo" de Nicolás Maduro, sin llamarlo dictadura.

Aquél pretende insuflar vida al agónico Grupo de Lima (GL). Éste, asegura su intención de retirar al país de ese bloque tambaleante. Empeñado en derrocar al gobierno venezolano, el GL constata, por el contrario, que sus propios presidentes van cayendo o debilitándose al extremo, sin excluir a Trump, amenazado con impeachment.

Fernández y su compañera de fórmula, Cristina Fernández, definieron cambiar "dictadura" por "autoritarismo" y acordaron poner una mordaza al flanco de su coalición electoral comprometido en diferente grado con la Revolución Bolivariana.

La orden fue cumplida. La agresión a Venezuela no cesa y, por el contrario, se acrecienta. Cada día se juega la posibilidad de que los paramilitares colombianos inicien la agresión armada. Pero la "táctica electoral" impone hacer mutis por el foro.

Por su parte, la derecha no hace lo propio. Un antiguo amigo del Departamento de Estado en el llamado Frente de Todos (FdeT), Sergio Massa, explicó en Washington que "no reconocer lo que pasa en Venezuela es ser cómplice". Su escasa audiencia en el Woodrow Wilson Center, aplaudió. Massa es candidato a primer diputado por la provincia de Buenos Aires -clave electoral y política del país- y entre bambalinas se asegura que tiene reservado el cargo de presidente de la Cámara baja, si Fernández derrota a Macri el 27 de octubre.

Error múltiple

El silencio y la actitud huidiza indica convicción de que mostrarse como defensor de Venezuela, espanta votos. Eso es verdad para capas de la pequeña burguesía cautivada años atrás por el proyecto de Hugo Chávez, pero ganada ahora por la feroz campaña de prensa contra la sola idea de cualquier revolución social en América Latina. Pero es un error de fuste respecto de un incontable activo militante que, pese al fuego cruzado de propagandistas burgueses e infantoizquierdistas enroscados en sí mismos, pese a la ausencia de voces claras y valientes que enciendan un faro en la oscuridad, intuye lo que se juega en el hemisferio si la escalada contra Venezuela fuera exitosa.

Hay memoria histórica en las masas argentinas. Cuba, Nicaragua, Venezuela, están allí como hitos de una sinuosa marcha en pos de la emancipación. Quien toma distancia de esos pasos gigantescos, ya con categoría de acervo cultural, comete un doble error: resta consistencia a una eventual victoria electoral y, al debilitar esos procesos de avance en la historia latinoamericana, pone su propia cabeza bajo el hacha del verdugo.

Al compás de encuestas y pronósticos de prensa que dan ganador al FdeT, un sector numéricamente importante de la burguesía local se abroquela en torno a Fernández, a quien le exige compromiso con una ley de reforma laboral, acuerdo con el FMI y, naturalmente, acelerar en dirección al derrocamiento de Maduro. A su vez, llevado por los mismos pronósticos, el FMI negocia con el FdeT para reconfigurar los pago de la deuda para el año próximo. Entre las condiciones para arribar a un acuerdo está, por supuesto, el alineamiento con Washington contra Venezuela.

Además de abrirle un espacio prominente y altamente conflictivo a Massa en la pugna interna del FdeT, las exigencias del FMI obligaron a Fernández a proponer un nuevo impuesto, esta vez a los bienes personales. Como rayo cayeron sobre él tanto Macri como el otro candidato -hasta ahora deslucido- del capital: Roberto Lavagna. El cerrojo del sistema no deja la más mínima libertad de movimientos. Ya hay consultoras que predicen una fuga de votos de Fernández a Lavagna…

Mientras se bambolean en este imposible equilibrio respecto de Venezuela, ocurre el levantamiento en Ecuador. Ubicarse contra la movilización de las masas indígenas en aquel país es difícil para el FdeT. Pero ¿cómo, siendo tan democráticos, no defender el orden constitucional representado por el presidente Moreno? He allí otro inesperado dilema en medio de la campaña electoral. No estará ausente en el debate público de los seis candidatos presidenciales el 13 de octubre. Puede tener mayor impacto coyuntural que cualquier otro tema internacional.

Actuar en una coyuntura de crisis mundial

Quedó dicho que Macri y Fernández compiten por ver quién oculta y miente más (Qué hay bajo la campaña electoral en Argentina). Resta definir cómo se actúa frente a esta manipulación de sentimientos y necesidades de las mayorías. Es comprensible el impulso a optar por lo que se supone el mal menor. Vale transcribir un texto de Gramsci recordado por militantes que no se escudan en él para justificar posiciones reformistas, sino con la intención inversa: "El concepto de mal menor es uno de los más relativos. Enfrentados a un peligro mayor que el que antes era mayor, hay siempre un mal que es todavía menor aunque sea mayor que el que antes era menor. Todo mal mayor se hace menor en relación con otro que es aún mayor, y así hasta el infinito. No se trata, pues, de otra cosa que de la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento históricamente regresivo, cuya evolución está dirigida por una fuerza eficiente, mientras que la fuerza antitética está resuelta a capitular progresivamente, a trechos cortos, y no de golpe, lo que contribuiría, por efecto psicológico condensado, a dar a luz a una fuerza contracorriente activa o, si ésta ya existiese, a reforzarla" [Quaderno, 16 XXII).

Adaptación a un movimiento históricamente regresivo. Eso es lo que puede ocurrir si se busca la salida apelando a la ayuda de liberales, socialdemócratas y oportunistas sin principios. Adaptar el acervo político-cultural de la revolución anticapitalista en América Latina al pragmatismo ramplón de candidatos a la caza de votos es condenar y condenarse.

En Argentina, la crisis en desarrollo planteará a corto o mediano plazo un examen definitivo a las organizaciones antimperialistas y anticapitalistas. El desafío será mayor para las corrientes de este signo en América Latina, particularmente para los países del Alba.

Venezuela ocupa un lugar excepcional en la campaña electoral argentina porque lo que en realidad está en disputa aquí es cómo se afronta la crisis agónica del capitalismo en el país. La respuesta de la Revolución Bolivariana fue superar el sistema actual y transitar hacia el socialismo. Por eso Estados Unidos, la Unión Industrial Argentina, el conjunto de prensa y los partidos políticos del capital, apuntan contra Venezuela. Vociferando en contra, o guardando silencio.

Relegar la perspectiva de revolución para amarrarse al "pacto social" propuesto por el FdeT, someterse a las presiones del FMI y las manipulaciones del Vaticano, no son signos de habilidad política. Antes bien, indican confusión.

El mundo entra desde ahora mismo en una nueva recesión. Lo admite incluso la flamante Directora General del FMI. No hay camino del medio para esquivar esta encrucijada. Argentina y toda América Latina requieren de un centro de unificación y orientación para la acción conjunta. No será con oportunistas y reformistas con quienes se logrará conformar aquello que Hugo Chávez llamó V Internacional. Y sin ese instrumento el imperialismo continuará aventajando a los pueblos de la región.

Para avanzar es preciso contar con la brújula de la teoría revolucionaria. El pragmatismo lleva a chocar contra la realidad y transformar las mejores intenciones en siniestros resultados. El capitalismo tardío no puede ser progresista en ningún aspecto. Sólo la planificación socialista, es decir, participativa y democrática, puede afrontar la crisis actual, de magnitudes jamás vistas.



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Luis Bilbao

Escritor. Director de la revista América XXI

 luisbilbao@fibertel.com.ar      @BilbaoL

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