La barbarie destruye el planeta

"La Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos."

Antiguo proverbio de los pueblos originarios

Arde la Amazonia, pero es posible salvarla, así como a la Tierra y con ella rescatar la posibilidad de que la especie humana siga existiendo.

La selva del Amazonas viene siendo devastada a un ritmo cada vez más acelerado de manera aterradora por las ansias de acumulación capitalista. Bastaría con decir que áreas del tamaño de un campo y medio de futbol son taladas cada minuto en la mayor reserva de biodiversidad del planeta, práctica auspiciada por la política del presidente del Brasil, Jair Bolsonaro. Anualmente espacios del tamaño de Panamá están siendo deforestados.

El Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF por sus siglas en inglés), indica que el bioma amazónico alberga al menos 40.000 especies de plantas, 427 de mamíferos, 1.300 de aves, 378 de reptiles, más de 400 de anfibios, alrededor de 3.000 de peces de agua dulce, así como también 2,5 millones de insectos. En los últimos 20 años, se han descubierto 2.200 nuevas especies de plantas y vertebrados.

La Amazonia ha estado habitada durante al menos 11.000 años y hoy cuenta con 34 millones de personas, de las cuales dos tercios viven en ciudades, casi tres millones son parte de los pueblos originarios que integran unas 420 tribus diferentes, de ellas alrededor de 60 viven en total aislamiento; las comunidades indígenas del Amazonas hablan 86 lenguas y 650 dialectos. La cuenca del río Amazonas es la más grande del mundo con el 20 por ciento del agua dulce en superficie terrestre, según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA).

Por cierto, llama la atención que en el portal web de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), a la fecha, no hay referencia a los preocupantes hechos que están sucediendo producto de los descomunales incendios que se vienen intensificando durante los últimos días; pero, al fin y al cabo, es una organización integrada por los gobiernos de los ocho países que comparten la Amazonia.

La selva amazónica es un gran “depósito de carbono”. Contiene según datos de WWF, entre 90 y 140 mil millones de toneladas de carbono, aproximadamente una cuarta parte de todo el carbono existente en el planeta, que de ser liberado a la atmósfera, producto de la degradación del bosque amazónico, generaría un impacto irreversible en el calentamiento global.

La Amazonia como nunca antes, está hoy por hoy en grave peligro de desaparecer. Hay que decir que entre el 1 de enero y el 18 de agosto de 2019 ha habido 71.497 focos de fuego, según reporte presentado por el Instituto Nacional de Pesquisa Espacial (INPE). De igual manera, la NASA ha detectado en los últimos días, mediante imágenes de satélite, casi 10.000 incendios forestales nuevos y se estima que han sido destruidas 500.000 hectáreas de bosque en territorio brasileño y continua extendiéndose la conflagración, al tiempo que otro incendio está sin control en la frontera entre Paraguay y Bolivia, donde se calcula que han sido afectadas más de 600.000 hectáreas.

Desde la llegada de Jair Bolsonaro al gobierno de Brasil se estima que la deforestación se ha triplicado, pues solo en julio de 2019 se talaron 2.254 kilómetros cuadrados de bosques, es decir, 278 por ciento más que en julio del año pasado, según las cifras del INPE.

No es de extrañar que la política ambiental del presidente Bolsonaro sea de tierra arrasada, teniendo en cuenta la ideología de este funesto representante de la ultraderecha brasileña, defensor a ultranza de la sangrienta dictadura militar que enlutó al Brasil durante 21 años.

Bolsonaro ordenó realizar “las conmemoraciones debidas”, por el aniversario número 55 del golpe de estado que el 31 de marzo de 1964 instaló la dictadura militar. Además de dicha medida, que los defensores de los derechos humanos tanto dentro del Brasil como del mundo entero consideran una afrenta a la dignidad del pueblo brasilero, ha reivindicado públicamente otras dictaduras que asesinaron, desaparecieron y torturaron a decenas de miles de personas en Latinoamérica, como las dictaduras del paraguayo Alfredo Stroessner y la del chileno Augusto Pinochet1.

Ha declarado ante medios de comunicación que “el peor error de la dictadura fue torturar y no matar”; en ese mismo orden de ideas, el señor Bolsonaro tiene el descaro de llamar héroe nacional al torturador de la dictadura coronel del ejército brasileño Carlos Alberto Brilhante Ustra, quien fuera el jefe del Departamento de Operaciones de Información – Centro de Operaciones de Defensa Interna (DOI-CODI), órgano de inteligencia y represión durante la dictadura militar del Brasil.

Aunado a su apasionada admiración por la dictadura militar y los torturadores, no siente ningún escrúpulo a la hora de defender fervientemente sus posiciones racistas, homofóbicas, misóginas, xenófobas y anti medio ambiente, así como sus prácticas de nepotismo.

El señor Bolsonaro es un personaje nefasto desde todo punto de vista: se burla públicamente de la tragedia que está sucediendo en la selva amazónica y señala a las ONGs ambientalistas de posibles causantes de los incendios en la Amazonia con el supuesto objetivo de perjudicarlo políticamente y como retaliación ante la política de su gobierno de retirar los fondos económicos destinados a las ONGs.

Bolsonaro ha reducido los esfuerzos estatales para combatir la tala, la minería y la explotación ganadera ilegales en la Amazonia, y defiende el aumento de la producción de soya en esa zona durante los siguientes 10 años, justificando la decisión con su teoría de que la tala excesiva no causa la deforestación, sino el aumento de la población. Planteó además la no demarcación de las tierras indígenas, lo que pone en evidente peligro la conservación de la cultura y modo de vida ancestral de los pueblos originarios, que la han habitado en armónica convivencia ambiental por milenios, así como amenaza la existencia del bosque, por lo que ahora dichos territorios (otrora reserva indígena) están abiertos a la explotación minera y forestal, generando denuncias de las comunidades indígenas de invasiones a sus territorios por parte de empresas ganaderas y madereras, siendo una violación a los derechos de los pueblos originarios contemplados en la Constitución del país.

Bolsonaro ha designado a su hijo como embajador en EEUU, clásica muestra de nepotismo, ante lo cual el gobierno de Estados Unidos entregó su aval al nombramiento de Eduardo Bolsonaro. Tras recibir el plácet de estilo, dijo el diputado y próximo embajador Eduardo Bolsonaro hijo del presidente Jair Bolsonaro: “esto demuestra el apoyo y la confianza expresadas de viva voz por el presidente Donald Trump".

Bolsonaro, quien es un ferviente admirador del Presidente Donald Trump, llegó a la presidencia con una campaña política hecha a semejanza de la campaña presidencial de Donald Trump, se ha declarado un admirador de EEUU, del presidente estadounidense y del “modo de vida americano”. Elogió a Trump por cambiar a EEUU, de la manera que espera el mismo cambiar Brasil.

El señor Bolsonaro es llamado el Trump brasileño, a lo que respondió el mismo Trump durante la visita de Bolsonaro a EEUU, que le gustaba y lo consideraba un cumplido. Por otra parte Trump caracteriza a Bolsonaro como “un gran caballero”, un “hombre maravilloso con una familia maravillosa”. Podría decirse que están hechos el uno para el otro, como en los cuentos idílicos, aquí viene como anillo al dedo un antiguo proverbio romano: “Asinus asinum fricat”2. Qué más podría esperarse del señor Bolsonaro y por supuesto del señor Trump.

Pero no hay que llamar a engaños. Dicho “idilio” no puede terminar bien, al menos nó para la nación brasileña, pues como manifestara el presidente Trump en rueda de prensa, él quiere adelantar un acuerdo de libre comercio con Brasil, lo que pondría en jaque a la emergente economía brasileña, podría afectar el proceso que se viene dando en los BRICS3, y por supuesto cambiar la balanza comercial del Brasil de manera negativa.

No es de extrañar que las políticas de Bolsonaro hacia la Amazonia y en general acerca de la protección del medio ambiente sean tan despreciables, pues su modelo, el presidente de EEUU – país que más contribuye en el mundo al calentamiento global – es un declarado negacionista del calentamiento global, o al menos niega que dicho fenómeno sea causado por los seres humanos, (entiéndase aquí: causado por los procesos de producción y saqueo determinados por el modelo de consumo y producción capitalista). La postura anti medio ambiente del señor Donald Trump, llega hasta el extremo de desconocer informes científicos realizados por organismos del mismo gobierno de los EEUU, como el Pentágono y la NASA.

Trump ha afirmado, refiriéndose al tema del calentamiento global, que es un invento de China, para dañar la industria de los EEUU. Respecto a un informe elaborado desde la mismísima Casa Blanca, informe respaldado por 300 científicos, 13 agencias federales diferentes y realizado por mandato legal a requerimiento del Congreso de los EEUU, el cual está contenido en 1.656 páginas en las que se detallan los devastadores efectos del calentamiento global. Ante los contundentes argumentos, el presidente Trump sepulta el informe escuetamente con la olímpica frase de “no me lo creo” y como buen aprendiz de emperador imperial (terco, autoritario, obtuso y reaccionario), pretende convertir su palabra en ley.

Pero Trump va mucho más allá: crea un grupo para sembrar dudas acerca del calentamiento global: El grupo es liderado por al físico William Harper – asesor tecnológico del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos –, quien participó en el Gobierno de George Bush dirigiendo iniciativas de investigación energética duramente cuestionadas por otros científicos. Es un férreo defensor del (CO2)4. El señor Harper afirmó que él cree que la escala del calentamiento global "será pequeña en comparación con las fluctuaciones naturales de la temperatura de la Tierra” y que “el calentamiento y el aumento del CO2 serán buenos para la humanidad".

Estas prácticas de desinformación y de manipulación de los hechos, así como de montar matrices falsas para engañar a la comunidad mundial, son muy implementadas como tácticas publicitarias por los gobiernos imperialistas, para justificar acciones agresivas contra otras naciones u ocultar la realidad caótica en que vive el planeta producto del uso de la economía y la política puesta en función de los intereses del Capital y del imperialismo. De igual manera, son implementadas por los grandes consorcios económicos para manipular la opinión pública o negar el impacto nocivo para la humanidad de sus prácticas productivas y/o el consumo de sus mercancías.

A nivel de la manipulación de la visión que de la realidad tiene la comunidad internacional, por parte del imperialismo y de los gobiernos capitalistas (para lo cual cuentan entre otras cosas con los grandes medios de comunicación de masas o “mass media” como gustan llamarlos algunos en inglés, que están plegados a los intereses del Capital y del imperialismo), se podrían citar, a manera de ejemplo, hechos de muy triste recordación como son: la campaña comunicacional adelantada por el gobierno de George Bush durante la agresión de los EEUU a Irak, argumentando que este país poseía armas de destrucción masiva (lo cual se vio desmentido de manera rotunda una vez invadido y saqueado el país, arrasada la infraestructura económica, asesinado el presidente Sadam Husein, y destruida una valiosa reserva de objetos irrecuperables de la cultura humana que existían allí y perduraron por milenios). La manipulación de la opinión pública durante los años de la guerra de Vietnam, que pretendía ocultar lo injusto de dicha guerra impulsada por los franceses en un principio y continuada brutalmente por los norteamericanos con posterioridad, hasta su derrota final a manos de las heroicas fuerzas vietnamitas, momento en el cual se formó un escándalo por la filtración a la opinión publica de un informe encargado en 1967 por el secretario de Defensa norteamericano Robert S. McNamara, que denominaron “los papeles del pentágono”, donde se demostraba que "la Administración Johnson había mentido sistemáticamente no solo a la opinión pública, sino también al Congreso, sobre un tema de importancia trascendental". Otro ejemplo lo encontramos hoy con la satanización del gobierno legítimamente constituido en Venezuela, mostrando la realidad del país de forma distorsionada para justificar los constantes ataques a su economía, el sabotaje a la red de interconexión eléctrica, el sabotaje petrolero, el secuestro de miles de millones de dólares de la nación venezolana en los bancos europeos y de EEUU, la guerra económica desatada contra el pueblo de Venezuela, y una eventual intervención militar contra Venezuela.

Por otra parte las grandes transnacionales también, como dijimos anteriormente, hacen uso de las prácticas difamatorias y mentirosas, lo que queda evidenciado en un estudio realizado por los investigadores Geoffrey Supran y Naomi Oreskes, de la Universidad de Harvard. Refiriéndose al informe Harper dice Geoffrey Supran: “Exxon era consciente de las bases de la ciencia del cambio climático durante años. Los que aporta nuestro trabajo es una demostración científica de que, de manera simultánea, la compañía difundió entre el público en general, posiciones que estaban en contra de ese conocimiento”.

De igual forma un artículo del periódico inglés “The Guardian” que hace referencia a un estudio realizado por el sociólogo, profesor de sociología y ciencias ambientales de la de la Universidad de Drexel, Robert Brulle, refiere que en su estudio el señor Brulle denuncia, a la vez que demuestra, que grupos económicos ultra radicales de derecha (también llamados conservadores), pueden haber gastado hasta mil millones de dólares al año con la intención de negar los argumentos científicos sobre el calentamiento global y oponerse a acciones contra el cambio climático. Al respecto dice el autor del estudio: “No es solo un par de individuos corruptos que hacen esto. Este es un esfuerzo político a gran escala”.

Así pues, puede decirse que hay casi un consenso en cuanto a lo que al calentamiento global se refiere, tanto de la comunidad científica internacional (salvo algunos miembros disociados que en su mayoría son elementos pagados por el Capital transnacional o los gobiernos imperialistas para negar dicha realidad con argumentos falseados y datos manipulados), como en la opinión pública (donde también aún quedan personas que por ignorancia o por terquedad se niegan a aceptar dicha realidad), se está claro que dicho proceso de calentamiento es producto fundamentalmente y en orden de mayor a menor incidencia, de:

1. Las emisiones de gases de efecto invernadero, producto de la excesiva actividad industrial que no tiene en cuenta el cuidado del medio ambiente.

2. La quema de combustibles fósiles (petróleo y carbón), muy relacionada con la primera.

3. La tala indiscriminada y a gran escala con la resultante deforestación de los grandes bosques del planeta (caso Amazonas, por ejemplo).

4. El aumento en el uso de fertilizantes.

5. La descomposición de los desechos sólidos que deposita fundamentalmente gas metano en la atmosfera, el cual tiene propiedades de efecto invernadero aún mayores que el CO2.

Ante dicha realidad son muchas las sugerencias y llamados a las personas a que actúen frente al calentamiento global y todas las posibles soluciones que plantean los medios de comunicación masivos (mencionados anteriormente) o “mass media”, tales como: “deja el coche en casa”, “recicla”, “reduce el uso de energía en casa”, “sustituye las bobillas”, etc. Todo eso está bien y hay que hacerlo, pero la cuestión es que esta matriz (pues es una matriz de opinión lo que están haciendo mediante las campañas de los medios de comunicación), pone la responsabilidad de reducir el calentamiento global en las personas individuales. Como si las personas comunes y corrientes fuesen en su cotidianidad las responsables de dicho fenómeno.

Al mismo tiempo se dicen cosas como que “el progreso de la humanidad ha expandido el efecto invernadero, lo que ha forzado el clima provocando un desbalance”. Dicho de esta manera suena como que la cosa no es tan grave, además que es por “el progreso” de la humanidad, por tanto, si se quiere seguir progresando se tendrá que continuar expandiendo el calentamiento en el planeta, pues este calentamiento solo provoca un desbalance: y qué significa en hechos concretos un “desbalance climático”, no queda claro, pero dicho así no suena tan mal.

Estas no son argumentaciones edulcoradas casualmente o desprovistas de una intencionalidad política clara, por el contrario, buscan justificar lo injustificable: que el calentamiento global acabará destruyendo la posibilidad de que la especie humana siga existiendo y que de no frenarlo esto sucederá muy pronto: buscan también echar la culpa a las personas por no ayudar en lo referente al calentamiento global, por no seguir sus “consejos”.

Pero veamos: los seres humanos a lo largo del tiempo que han estado poblando el planeta, hace aproximadamente cien mil años, vienen consumiendo recursos suministrados por el planeta Tierra (el único proveedor de bienes de consumo que se tiene actualmente, necesarios para la existencia de las personas), modificando el paisaje natural, consumiendo primero como recolectores y luego sembrando la tierra, cazando su alimento y domesticando animales posteriormente, usando la madera para la construcción de viviendas y la cocción de alimentos, extrayendo minerales del fondo de la tierra para la fabricación de objetos útiles etc., y el proceso de calentamiento global se mantuvo estable por milenios, fluctuando en algunos momentos por efecto de causas naturales como los periodos de las glaciaciones por ejemplo.

¿Por qué ahora el fenómeno del calentamiento global es un peligro inminente para la supervivencia de la especie humana y un gran número de formas de vida más que cohabitan en el planeta?

Antes de responder lo que es evidente, de nuevo quiero referirme a la forma en que plantean el fenómeno del calentamiento global, de donde surgen otras preguntas directamente relacionadas: lo explican como causado por la intervención de los seres humanos. Eso es verdad, pero de nuevo asalta la pregunta ¿será que los seres humanos son por naturaleza dañinos para el planeta y para sí mismos? ¿O es que en las últimas décadas los seres humanos se han vuelto peores personas?

Ahora bien, según un estudio internacional publicado por la revista científica “Nature”, el calentamiento global comenzó hace 180 años, debido al impacto que tuvo la revolución industrial en el clima. El estudio dirigido por la doctora Nerilie Abram, de la Universidad Nacional de Australia, agrupa un análisis de distintos modelos de evolución del clima a lo largo de miles de años. Antes de la revolución industrial la cantidad de gases de efecto invernadero se encontraban en la atmósfera en una proporción muy baja.

Esto no deja espacio para dudas, lo que causa el aumento de gases de efecto invernadero en la atmosfera: el aumento indiscriminado de la quema de combustibles fósiles, el uso masivo de fertilizantes, la acumulación desmesurada de desechos sólidos y demás factores artificiales que aumentan el calentamiento global, hechos que si bien son llevados a cabo por la mano de los seres humanos son a causa del sistema económico-social en el que estamos viviendo desde el advenimiento del capitalismo como modo de producción dominante en el mundo.

Por tanto, la raíz del problema la encontramos en el capitalismo, o dicho de otro modo, el capitalismo es la causa primera y última del calentamiento global.

Decir que el capitalismo es el causante del calentamiento global así nomás podría resultar un poco insustancial, por ese motivo trataré de explicar un poco el por qué de dicha afirmación y por qué entendiendo esto se podrían buscar mecanismos para frenar este proceso como única alternativa para que la existencia humana continúe.

El modo de producción capitalista en su esencia es predador, existe solo a condición de aumentar constantemente la acumulación de Capital y para ello no repara en lo que se podría llamar costos ambientales.

Este modo de producción genera, como es sabido, una ideología que se impone a la sociedad, una ideología por demás alienante, que deforma la manera de apreciar la realidad por parte de los seres humanos.

Este proceso de alienación hace que la personas se comporten con sus semejantes y con su entrono (medio ambiente), de una manera deshumanizada y deshumanizante. Las personas desde la lógica del Capital son útiles en tanto aporten al proceso de acumulación capitalista; de igual manera, el medio ambiente es visto como una “despensa” de materias primas destinadas a la producción de mercancías.

Si bien estas mercancías, como expresara Marx al inicio del Capital: “…La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un "inmenso arsenal de mercancías" y la mercancía como su forma elemental…”5, no están destinadas a la satisfacción de necesidades sino a la acumulación capitalista, pues la mercancía en su condición de riqueza existe solamente sin ser un objeto de consumo, pues al ser consumida o utilizada (o mejor dicho, al ser tenida en cuenta por su valor de uso y no por su valor de cambio) deja de ser una mercancía, para convertirse en un bien de consumo.

Es paradójico que en este momento histórico de desarrollo de las fuerzas productivas, donde alcanzan los más altos niveles de desarrollo nunca antes vistos, los niveles de insatisfacción de necesidades básicas de miles de millones de personas en el mundo se incrementan en la misma proporción en que la riqueza se concentra en cada vez menos personas.

Esta situación se explica en la condición misma de la mercancía, pues como decíamos, está destinada a la acumulación de Capital y no a la satisfacción de necesidades.

Hay que tener en cuenta que la acumulación de Capital responde a sus propios intereses, es decir, la razón de ser del Capital y por ende del capitalismo es el incremento de sí mismo.

No es el interés de satisfacer necesidades por medio de la producción de objetos útiles; es una lógica al revés: es la imposición de nuevas necesidades de consumo, para el aumento del Capital.

De esta manera, el modo de producción capitalista actúa depredando todo lo que encuentra a su paso, la lógica capitalista esta desprovista de condicionantes éticas o morales, solo importa la acumulación por la acumulación.

Estas dinámica son llevadas a cabo por los seres humanos, desde luego, pero en ese proceso de producción y reproducción de dicho modelo social no median juicios de valor, es decir no se consideran dichos procesos como buenos o como malos, son simplemente la forma de existir del Capital sin ninguna valoración ética o moral.

Para logar estos niveles de alienación en las personas el capitalismo cuenta con innumerables estamentos de imposición ideológica, tales como la religión, la escuela, los medios de comunicación de masas, la familia, las leyes, etc., y cuando la ideología falla, apelan a los aparatos represivos del Estado: cáceles, estamentos armados (policía, ejército…), entre otros. A esto es a lo que se denomina la superestructura, son los entes encargados de formar e imponer como se dijo anteriormente, la ideología de la clase dominante, la burguesía, a la sociedad en general.

En el modo de producción burgués (capitalismo), la ideología dominante es, por supuesto, la ideología capitalista o burguesa, con su idea de éxito a partir del consumo indiscriminado: quien más consume es más “exitoso”, su idea de riqueza como acumulación de mercancías o en su defecto acumulación de dinero (pues este es el equivalente “universal” e idóneo para el intercambio de mercancías), su esencia fundamentalmente individualista, egoísta y depredadora, es una lógica de consumo desmesurado, motivado este consumo no por la búsqueda de satisfacción de necesidades racionales de las personas, sino por la imposición de niveles cada vez mayores de consumo dados por el Capital.

Una prueba de ello son las campañas de mercadeo de las empresas capitalistas. Es sabido que las personas tienen una serie de necesidades que satisfacer, unas llamadas básicas (alimento, vestido, vivienda) son lo mínimo para sobrevivir. Otras necesidades llamadas superiores y que están en ultimas limitadas por la imaginación de las personas y por supuesto, por el nivel histórico de desarrollo de las fuerzas productivas.

En las tácticas de mercadeo se busca exacerbar los umbrales de consumo imponiendo nuevas necesidades, como ya se ha dicho. No se estudia el nivel de carencia de un determinado bien de consumo, sino que se exploran nuevas formas de fomentar necesidades partiendo de la mercancía y la necesidad de esta de realizarse en el mercado, como fin, como conclusión del proceso de producción y reproducción.

En dicho proceso de producción y reproducción no solo se crean mercancías y necesidades nuevas, también se crean modos de comportamiento, relaciones sociales, formas de apropiación de la realidad, por medio de procesos de alienación que buscan mantener el dominio del Capital sobre la humanidad.

Es en este punto donde podemos encontrar la explicación al proceso de calentamiento global, que como se refirió anteriormente de manera acertada, es causado por el capitalismo. Es oportuno traer a colación algunas ideas de Marx y Engels expresadas en el Manifiesto del Partido Comunista en el año 1848, fecha muy cercana a la que el estudio realizado por la doctora Nerilie Abram, mencionado más arriba data el inicio del incremento del calentamiento global: “…La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales […]. Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes […]. La burguesía, a lo largo de su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura […], la asimilación para el cultivo de continentes enteros, la apertura de ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la tierra [...]. Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros…”6

Al analizar las reflexiones anteriores se puede entender como el capitalismo en dicho proceso tiene que aumentar constantemente los niveles de producción, mediante la expoliación de los recursos contenidos en el medio ambiente y que son patrimonio de todas las formas de vida que habitan el planeta. Para seguir existiendo como modo de producción dominante, tiene que talar más bosques, tiene que extraer más peces de los fondos marinos, tiene que sacar más minerales del fondo de la tierra, tiene que quemar más combustibles fósiles, tiene que crear fabricas cada vez más grandes que consuman más materias primas y que produzcan más mercancías destinadas, se ha repetido varias veces, a la acumulación de Capital.

No importan los niveles de degradación del medio ambiente, nada importa, pues el capitalismo en su esencia no planifica. El futuro no existe para la lógica capitalista, así como tampoco el pasado, solo es el presente y un presente permanente destinado a aumentar el Capital.

El proceso de producción capitalista es anárquico, de ahí la existencia de las llamadas crisis cíclicas causadas por el exceso de mercancías elaboradas y de fuerzas productivas existentes, lo que lleva al Capital a destruir estas en el afán (y esto es muy importante), en el afán, repito, de producir nuevas mercancías y desarrollar nuevas fuerzas productivas para el Mercado.

En esta lógica de ideas, el planteamiento que expresa que el calentamiento global es causado por la intervención de los seres humanos es una verdad manipulada, pues la causa real, independientemente que sean manos humanas las que ejecuten dichas acciones, es el modo de producción capitalista el que obliga a desarrollar dichas prácticas.

Por tanto es solamente confrontando al capitalismo desde todos los frentes, en todos los lugares de la tierra, entendiendo que la lucha contra el capitalismo es la lucha por la supervivencia de la humanidad y que la humanidad somos todos y todas quienes habitamos la tierra, que no tiene fronteras, ni distingos de color, preferencia sexual, diferencia de género, no tiene edad, ni nacionalidad, es solo entendiendo que la burguesía como clase social y el capitalismo son el enemigo, entendiendo que hay que arrebatarles el poder político y económico para transformar revolucionariamente la sociedad, es solo entendiendo esto y poniéndolo en práctica, coordinando las luchas de las izquierdas a nivel mundial, elevando el nivel de confrontación política, superando la lucha puramente reivindicativa y pasando a la lucha política, implementando todas las formas de lucha revolucionara, como podremos salvar al planeta y a la humanidad misma.

Las medidas que recomiendan desde las redes sociales, algunos portales de Internet, así como también algunas ONGs y organismos gubernamentales, la ONU y otras, mencionadas también más arriba (no usar el automóvil todos los días, ir de vez en cuando en transporte público, reciclar, no comer tanta carne, etc.), son buenas y ojalá se pongan en práctica, pero no serán muy útiles al final de todo si no se acompañan de acciones conscientes por avanzar en el proceso de transformación revolucionaria de la sociedad hacia el socialismo como modelo de construcción social que a la postre dará paso a una sociedad sin clases, verdaderamente humanista y ambientalista, de disfrute pleno y plena satisfacción de las necesidades.

Desafortunadamente a 104 cuatro años de escrito el “Folleto de Junius” por Rosa Luxemburgo, la sentencia de “Socialismo o Barbarie” se ha cumplido. Desde hace años, la humanidad viene viviendo bajo la más ominosa barbarie, el nivel de degradación del ecosistema es mayor que nunca al punto que, como se ha dicho, la humanidad se encuentra ad portas del punto de no retorno para su desaparición, el cronometro está en cuenta regresiva, según científicos que estudian el clima del planeta restan solo algunas décadas para que la afectación no tenga marcha atrás, algunos optimistas de la comunidad científica le dan un poco más de un siglo.

Por tanto la consigna ahora debe ser “Socialismo o extinción”.

1 Para una visión sobre el periodo de las dictaduras militares en Latinoamérica ver: Calloni Estela, (2016). Operación Cóndor, Pacto Criminal. Caracas, Venezuela. Fondo Editorial El perro y la rana. ISBN 978-980-14-3582-2

2 El asno frota al asno.

3 BRICS se refiere al grupo de países más adelantados en lo que se ha dado en llamar países con economías emergentes, está compuesto por: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Sus economías aglutinan alrededor del 25 por ciento del PIB mundial y el 43 por ciento de la población del planeta.

4 Dióxido de carbono (CO2), es al gas de efecto invernadero que más incide sobre el calentamiento de la atmósfera. Este es un gas natural que, debido fundamentalmente a la quema de combustibles fósiles, la industrialización predadora y la deforestación masiva en los grandes bosques del mundo, se ha concentrado de manera excesiva en las últimas décadas en la atmosfera causando el aumento del calentamiento global.

5 Marx Carlos, (1974). El Capital T.I, México D.F., México. Fondo de Cultura Económica. Pg. 3.

6 Marx C. Engels F. (1948). Manifiesto del Partido Comunista.


josemejiaxxi@gmail.com


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