Reconociendo la memoria histórica: porqué occidente debe honrar el día de la victoria de Rusia

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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El Día de la Victoria –9 de mayo—llegó y se fue. Como ya es costumbre, se trató de un gigantesco y orgulloso feriado a través de toda Rusia y en muchas otras de las antiguas repúblicas soviéticas, tales como el Kazajtán Musulmán –pero a través de Europa y Norte América hubo solo silencio.

Hoy en día, ni un solo norteamericano o británico por cada cien mil se da cuenta o recuerda que el noventa por ciento de todos los soldados nazis muertos durante la II Guerra Mundial fueron abatidos por el Ejército Rojo. En cambio, como lo señalo Tim Kirby en estas páginas, hoy en día en Latvia el uso del uniforme de las SS es permitido libremente por el gobierno, mientras que el uso del uniforme del Ejército Rojo es penado con fuertes multas. No obstante, 320 millones de norteamericanos viven bajo el creciente peligro de una innecesaria guerra nuclear por defender a nazistoides tales que niegan el holocausto y que ambicionan explotar y pervertir las protecciones del escudo de la OTAN a través de toda Europa Oriental.´

Uno difícilmente se daría cuenta, debido a la incesante andanada de befa y menosprecio contra Rusia, que durante la II Guerra Mundial, los rusos y la Unión Soviética eran mucho más populares en la sitiada Gran Bretaña que Estados Unidos y los norteamericanos.

Sin embargo, los sondeos de opinión realizados desde comienzos del año 1942 durante la guerra demostraron que los británicos admiraban mucho más las victorias y los sacrificios del pueblo ruso y resentían –en su opinión—la prosperidad, las comodidades, la confianza y la arrogancia de los soldados norteamericanos desbordándose en su país.

Durante el año de guerra desde el Día D hasta la victoria, millones de soldados norteamericanos combatieron valientemente en gran parte de la Europa continental, pero estratégicamente, hasta sus mayores victorias no fueron otra cosa que acciones secundarias en comparación con la titánica lucha librada en Oriente.

En la actualidad, irónicamente, los historiadores británicos siguen siendo más equilibrados que los historiadores norteamericanos. Excelentes historiadores, eruditos y populares tales como Richard Overy, Andrew Roberts y Max Hastings libremente y repetidas veces hacen hincapié que la colosal lucha en el Frente Oriental constituyó el pivote estratégico de toda la guerra y que todo lo demás palidece en comparación.

Sin embargo en Estados Unidos, historiadores supuestamente aclamados como populares continúan agitando una visión miope y de manera infantil rechazan los hechos más evidentes. Excelentes eruditos especializados escriben estudios de primera clase pero entre los historiadores más populares y en documentales televisivos la ignorancia es avasallante.

Esto resulta vergonzoso y tiene las más graves implicancias para la paz mundial.

Hace tiempo que se fue el comunismo y el pueblo ruso, con su presidente Vladimir Putin, continúan trabajando duro y de manera impresionante para reconstruir su sociedad.

No obstante, cada año cuando se acerca el Día de la Victoria los dirigentes, los eruditos y los propagandistas en Occidente continúan de manera resuelta ignorándolo.

Al hacerlo no solo están deshonrando la memoria de millones de soldados del Ejército Rojo que murieron en la lucha contra el Nazismo desde el 22 de junio de 1942 y también están rechazando la oportunidad de aflojar las tensiones entre Oriente y Occidente.

El Ejército Rojo estuvo prácticamente solo en la lucha en Europa contra los nazis desde el 22 de junio de 1941 hasta la invasión de Normandía. El rol soviético en el Día D fue en sí mismo gigantesco. El éxito del Día D solo fue posible debido a la extraordinaria ofensiva que el Ejército Rojo lanzó desde Stalingrado hasta el Río Elba durante los dos años que siguieron a la victoria en Stalingrado el 2 de febrero de 1943.

Solo once (11) divisiones de la Wehrmacht combatieron contra los Aliados en Normandía mientras que al mismo tiempo 228 divisiones combatieron contra el Ejército Rojo en Oriente.

Simultáneamente con la Batalla de Normandía, el Ejército Rojo obtuvo una victoria mucho mayor en la Operación Bagration, cuando la última gran concentración de los ejércitos de Hitler, la Agrupación Central de Ejércitos, fue aniquilada en lo que hoy se conoce como Bielorrusia.

También fue el Ejército Rojo el que liberó a los más grandes y peores campos de exterminio nazis, incluyendo Auschwitz, Maidanek, Treblinka y Sobibor. Pero los líderes occidentales y los aliados de la OTAN ahora aparecen unánimemente mudos acerca de este hecho culminante.

En el año 2015 el gobierno polaco de manera vergonzosa excluyó al presidente Putin de la ceremonia en Auschwitz por el 70ª aniversario. El ex primer ministro de Ucrania, Arsenye Yatsenyuk una vez dijo que tanto la Unión Soviética como Alemania Nazi habían invadido Ucrania (de hecho, el Ejército Rojo liberó a Kiev y las fuerzas armadas ucranianas liberaron los campos de la muerte por su cuenta) se trató de una Gran Mentira digna de la obra de George Orwell el "Ministerio de la Verdad".

Estos rencorosos y mezquinos actos han sido asumidos tanto por los neoliberales como por los neoconservadores norteamericanos, lo cual solo ha servido para envenenar aún más a los rusos contra Occidente.

Un sincero y generoso reconocimiento al destacado rol soviético en la victoria del año 1945 serviría como un recordatorio de cuánto Estados Unidos como la Unión Soviética fueron capaces de alcanzar conjuntamente al triunfar sobre el fascismo. Eso les recordaría tanto a los norteamericanos como a los rusos cuán vital sería para las dos naciones que sean una vez más socios contra el terrorismo, el delito transnacional, el tráfico de estupefacientes, la esclavitud sexual, el cambio climático y la proliferación del armamento nuclear.

Honrar al grande y solemne aniversario del Día de la Victoria sería sencillamente lo correcto de hacer en lo histórico, lo moral y lo político. El pueblo ruso y sus aliados pagaron un precio colosal en sangre y vidas humanas, tanto como lo requirió la Segunda Guerra Mundial. Deshonrar su memoria es una ignominia.

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