Observando el cuadro general: cooperación económica entre Rusia y China. La SCO y el cambio climático global

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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El Foro Económico Oriental de este año, celebrado en la ciudad de Vladivostok fue –como de costumbre—objeto desdeñado por la prensa corporativa de Estados Unidos y Gran Bretaña. Visto a través de las burbujas especulativas, no reguladas y febriles que han definido lo que pasa en las finanzas globales del siglo XXI tanto en Nueva York como Londres, el lento pero constante y enorme desplazamiento hacia la consolidación y la cooperación industrial y de recursos entre Beiyín y Moscú está ocurriendo a un paso demasiado lento para captar la imaginación occidental que sufre del síndrome de atención deficitaria.

Esta falla para comprender la escala de lo que está pasando es como la fábula de Esopo sobre la tortuga y la liebre. Mientras los dirigentes políticos occidentales, estrategas y financistas creen en los horarios de los programas noticiosos y los extractos. Los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China están pensando en términos de décadas y generaciones.

Dirigentes políticos y comentaristas creen que la cooperación económica entre Rusia y China ya ha fracasado y que nunca podrá tener éxito dado que se mueve lentamente. Ellos no pueden entender que esta se desplaza de manera consistente y constante en la misma dirección.

Lo que Rusia y China están haciendo, como lo han señalado perceptivos colaboradores de Strategic Culture Foundation, SCF tales como Federico Pieraccini, es integrar la dimensión de la seguridad estratégica de la altamente exitosa y ahora bien establecida Organización de Cooperación de Shanghai, SCO (sigla en inglés) con la dimensión de las inversiones económicas de la Iniciativa de la Ruta y Corredor de China.

Esto se podría comparar con el muy voceado éxito de las iniciativas combinadas del Plan Marshall y la Alianza del Atlántico Norte, OTAN creadas por Estados Unidos a fines de los años cuarenta para integrar a toda la Europa Occidental bajo la dirección y el control de Estados Unidos.

Sin embargo, las iniciativas de la SCO y la cooperación económica Rusia-China son de una escala mucho mayor y no exigen una estrecha integración de las naciones con el Corazón del Continente Euroasiático como en rígida fila india micro administrada. Esa es la parte más atractiva del esquema.

Una de las acciones donde la SCO ha tenido éxito durante los últimos 17 años es haber garantizado la paz y la seguridad para todos los estados miembros que se extienden a través de toda Eurasia. El contraste con las interminables guerras que Estados Unidos está librando –e incluso provocando—a través del Sur de Asia, del Medio Oriente y Norte de África en la periferia de la Isla Mundo Euroasiática no puede ser más evidente.

La SCO dio este año otro gigantesco paso hacia el mantenimiento de la paz a través de Asia cuando la India y Paquistán ambos, se convirtieron en miembros del organismo al mismo tiempo.

Este paso va a generar enormes y altamente positivas inversiones y económicas ramificaciones como también en la seguridad.

Incluso el Cambio Climático Global está actualmente jugando un papel que crece rápidamente e impulsa grandemente las comunicaciones y la consolidación industrial de las principales naciones de Eurasia.

El Cambio Climático está desencadenando los recursos de Siberia y de la Cuenca del Ártico en aspectos inconcebibles hace una década. Moscú y Beiyín son obviamente los socios indicados para desarrollar las nuevas oportunidades que se ofrecen.

Tal como publiqué en el "China Daily" del pasado 11 de septiembre "para enfocarse en el desarrollo económico de Asia Central y Kazajtán, tal como lo hacen tantísimos estudios, es pasar por alto el enfoque a largo plazo o el "schwerpunkt" de la cooperación económica entre Rusia y China que yace más hacia el oriente y más allá hacia el norte a través de Siberia y el Ártico y a lo largo de las fronteras comunes más largas del mundo."

También noté que China tiene un creciente interés por el petróleo ruso que no está sujeto a las fluctuaciones internacionales de precios y sobre todo a las interrupciones debido a guerras y desestabilizaciones generadas por las impredecibles políticas de Estados Unidos.

También para Rusia, enfrascarse en acuerdos energéticos ampliados y a largo plazo con Beiyín sería un muy bienvenido amortiguador de nuevas y salvajes fluctuaciones en los precios energéticos globales, aunque pareciera muy posible que la inestabilidad en los precios globales del petróleo será fomentada por dos naciones que sufrirían desastrosamente a raíz de esto –Estados Unidos y Arabia Saudita.

Las enormes distancias, la falta de infraestructuras y la dureza de las condiciones del clima en toda el área nororiental de Eurasia durante la mayor parte del año, siempre han sido los principales factores que impidieron el rápido desarrollo económico de Rusia y China. No obstante, el comercio bilateral ha crecido de manera constante y substancial desde un relativamente modesto nivel de 15,8 mil millones de dólares en el año 2003 a 95,3 mil millones en el año 2014.

En todo caso, esta cifra es bastante menor que los 500 mil millones de dólares al año del volumen comercial total con la Unión Europea durante el año 2014 –pero se trata de una Unión Europea crecientemente inestable—una vez más a consecuencia de las insensatas políticas de Estados Unidos y del Reino Unido, lo cual indicaría que esta requeriría de una importación desde China considerablemente menor en unos pocos años.

En contraste, Rusia ha aplicado una cautelosa y responsable política fiscal durante lo que va del siglo bajo el presidente Putin y actualmente está buscando expandir y diversificar su propia manufactura y base industrial. En consecuencia, el mercado ruso posiblemente se vea capaz de generar una inesperada y altamente positiva elasticidad en la demanda de empresas e inversiones chinas en la próxima década.

Las economías de Rusia y China son más complementarias de lo que se supone en Occidente. Una mayor cantidad de inversiones en ambos lados se necesitaría para sacar apropiada ventaja de ese potencial. Pero los recursos y la voluntad política para aplicarlos claramente existe.

El proceso de cambio climático ya está aperturando perspectivas comerciales y de comunicaciones sin precedentes junto a una confiable y segura tarifa a través de la vasta línea costera ártica de Rusia. Los cambios ambientalistas están haciendo que el desarrollo de los casi ilimitados recursos de Siberia muchísimos más accesibles e inminentes que todo lo imaginado anteriormente.

Este es el verdadero "Amplio Panorama" tras el lento pero constante esfuerzo por expandir el comercio y las inversiones bilaterales entre Rusia y China. Los legisladores norteamericanos y analistas de Wall Street siguen siendo ciegos ante esto. Pero no hay razón para que los demás lo sean.

Nota.- Sus comentarios y opiniones sobre este artículo serán bienvenidos en

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