Trump y la banderita chilena en la ONU

El evento que anualmente reúne a todos los países signatarios de la Organización Naciones Unidas reviste trascendental importancia, siendo el espacio por excelencia para tratar los asuntos más acuciantes del acontecer mundial. En su 730 Asamblea General escuchamos puntuales intervenciones que destacan con relación a otras que se han hecho recurrentes, como: la guerra comercial arancelaria; las migraciones en el Medio Oriente y Venezuela; la amenaza contra los precios del petróleo; la penosa, genuflexa y vergonzosa exposición del presidente de Chile y de algunos presidentes del Grupo de Lima.

Sobre algunos de ellos Donald Trump hizo puntual referencia con una autoridad más locuaz y temeraria que la de sus antecesores norteamericanos, con expresiones misóginas, xenofóbicas e injerencistas, tratando de levantar el espíritu Monroista del siglo XXIII, cuando éste solía decir: "América para los americanos", referida a que cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención de los Estados Unidos. Pretensión que hizo en franca alusión a Eurasia (China en grado superlativo y Rusia en menor grado), quienes son los que comercialmente le están "roncando" en estas tierras que siempre consideraron parte de su "patio trasero".

Trump se ha planteado una política económica arancelaria que ha conseguido fuerte resistencia en zonas donde reposan grandes centros de intercambio comercial. Europa, con la cual Norteamérica tienen relaciones comerciales muy fluidas, su representante ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) Lean Claude Juncker, le dijo: "El aumento de los aranceles de EEUU a las importaciones de acero y aluminio de la Unión Europea va en contra de la lógica y de la cooperación". Acusándolo de quererle imponer aranceles desgarrando todas las normas establecidas; China su mayor socio comercial, lo acusó de iniciar la "mayor guerra comercial en la historia económica", y como respuesta le aumentó los aranceles a ciento de miles de productos que regularmente envía a los Estados Unidos.

El tema de las migraciones es una herramienta a la que Trump apela solo para imputárselas –así lo hace saber- a la miseria y a la pobreza que generan los países socialistas y/o comunistas. Mientras la que vive su país con México que luce como una de las más caliente no le calza el prototipo de esta calificación, pero sabe que tiene sus orígenes en las desigualdades sociales que genera el sistema capitalista, seguramente, porque por allí fluye el mayor comercio de estupefacientes que se conozca que le tributa rentabilidades astronómicas al sistema financiero del gran capital que tiene su centro de operaciones en los EEUU. Estas migraciones de la que participan: Colombia, Honduras, Guatemala, Belice, etc., tiene décadas aconteciendo y se desconocen las estadísticas sobre la cantidad de muertos que allí se producen.

Ahora mismo, más de cinco mil niños y adolescentes nacidos en estas naciones, fueron sustraídos del seno de sus progenitores y puestos presos por su condición de migrantes, en franca violación de todos sus derechos humanos en el país maravilla de las libertades democráticas.

Las migraciones que ocurren en el mar mediterráneo vienen dadas por los falsos positivos que EEUU fabricó para inventar guerras como las de: Irak, Libia y Siria, y van acompañadas de un "moderno cementerio" donde flotan los muertos por montones. En el caso venezolano son consecuencia de la guerra no convencional que Trump auspicia pero que quiso sacudirse achacándosela al gobierno socialista de Nicolás Maduro para, sin el menor desparpajo, desde la 730 Asamblea General, pedir: "invitamos a todas las naciones a resistirse al socialismo y a la miseria que causa en todo el mundo, con ese espíritu pedimos a las naciones que se unan a nosotros y pidan el restablecimiento de la democracia en Venezuela". Es el doble racero del que hace uso Trump para justificar que las migraciones en Venezuela son productos del sistema socialista.

El otro convite, fuera de lugar, por amenazante y chantajista, se lo hizo a la OPEP para que bajen los precios del barril de petróleo, en el entendido de que buena parte de la seguridad que tienen los países productores, en particular los del Medio Oriente (donde se produce la mayor cantidad de barriles por día), depende de la seguridad que EEUU les brinda. Ósea sin eufemismo el hombre del "copete dorado", deja correr la idea de que su nación es el centro del universo porque cree tener en su poder el mando que mueve al mundo, visión propia del constructo egocéntrico del que se han hecho eco los presidentes estadounidenses en los últimos dos siglos.

De todas las Asambleas Generales de la ONU realizadas hasta el presente, se sabe de algunos representantes que asumen posiciones excepcionales en defensa de los problemas más acuciantes de la humanidad, de los cuales se recuerdan: Nelson Mandela, Fidel Castro Ruz, Hugo Chávez y recientemente Nicolás Maduro, sobre todo por la grandeza de sus planteamientos en el desmontaje de la estructura social y política predominante, contra el racismo, la pobreza, la degradación del medio ambiente, la explotación, la guerra y el respeto a la dignidad humana. Todas forman parte de las luchas históricas del socialismo contemporáneo.

También se conocen intervenciones de líderes de la derecha muy acuciosas, responsables y respetables, que son compartidas por gobiernos de izquierda; mientras hay otras que por su nimiedad le restan categoría al escenario y que sólo se hacen para rendir pleitesía a sus amos imperiales. La de Iván Duque es apenas el comienzo de lo que le tocara vivir a Colombia. Pero la del presidente de Chile Sebastián Piñera, y, su banderita como señal de última estrellita de la bandera gringa, es una vergonzosa señal, que compromete la dignidad del pueblo chileno. Posición genuflexa de muy bajo nivel político, con la que su exponente perdió todo el decoro. Sus acusaciones contra Venezuela, fueron vistas como una provocación que Nicolás inteligentemente supo evadir para no desviar su elocuente y comprometedor discurso que revaloriza al sistema socialista.



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